Catalunya ha acogido más de 30.000 personas ucranianas en su fuga de la guerra desde el inicio de la invasión rusa, ahora hace seis meses. El país ha sido la segunda comunidad de laEstado que ha ofrecido cobijo además ciudadanos en busca de refugio, de las más de 120.000 que han podido aterrizar en territorio español desde febrero. Los perfiles de llegada han sido extremadamente diversos, si bien la consultora Connecting Visions confirma un perfil: mujeres, jóvenes y, en general, con formación académica. Las entidades que han comenzado programas de acogida, recepción y formación de personas refugiadas coinciden: "la gran mayoría de personas que atendemos son mujeres con cargas familiares", sea en territorio español o todavía en Ucrania, explica Oscar Gutiérrez, director de RSC de la empresa de recursos humanos Randstad. Una vez a salvo de la ofensiva militar rusa, las personas refugiadas se han visto en situaciones precarias, y a menudo en necesidad de cubrir no solo sus gastos alEstado , sino también la de sus familiares todavía al Europa del este.
Varias entidades que han puesto en marcha programas de ayuda y asistencia en la búsqueda de trabajo para este colectivo coinciden que las primeras semanas de la invasión, con una llegada sustancial de personas refugiadas –cerca de 10.000 solo en Catalunya ya a mediados de marzo, según datos oficiales– las intenciones del tejido empresarial fueron las mejores. "En un primer momento todo el mundo quería contratar ciudadanos ucranianos –recuerda el responsable de orientación e intermediación laboral de la patronal Cecot Pere Ejarque– pero rápidamente se encuentran con un proceso muy complejo". Si bien la formación de los potenciales trabajadores nunca ha sido un problema, así como su disposición a aceptar puestos de trabajo, las aristas del proceso eran personales, familiares y administrativas. La difusión tradicional de perfiles en búsqueda de ocupación ha tenido un "recorrido escaso", explican desde Cecot, con unas empresas que no han visto las complicaciones del procedimiento de contratación hasta que no se han encontrado.
La movilización empresarial, sin embargo, ha sido sustancial, especialmente a principios de la invasión. Durante los primeros meses, tanto la patronal como la empresa de trabajo temporal recibieron numerosas solicitudes de contactos de potenciales trabajadores entre las personas refugiadas, si bien el paso de los meses y las complicadas relaciones burocráticas con los ciudadanos ucranianos han ido enfriando el mercado. Gutiérrez lamenta, de hecho, que meses después de la invasión "vemos la guerra y nos parece incluso normal. Además de tensiones burocráticas, Ejarque apunta hacia el problema de la vivienda como una sacudida relevante, en cuanto que muchas personas y familias que han aterrizado en Catalunya viven con familias de acogida o en centros sociales. Además, especialmente al alto porcentaje de mujeres que han llegado al país se los añade la cuestión de la conciliación. "Muchas de ellas han venido con sus hijos, y la escolarización también supone un problema; la disponibilidad horaria es complicada", lamentan desde Cecot. La patronal espera que la situación empiece a normalizarse con el inicio del curso, y la reanudación de la actividad estabilice la situación de muchas demandantes de puesto de trabajo.
"Te das cuenta que una cosa es la teoría, pero a la práctica surgen dificultades", comenta el responsable patronal. La experiencia de ambas entidades coincide que las trabas que encuentran las personas refugiadas del conflicto ucraniano tienden a interceder con los asuntos endémicos del mercado de trabajo: a las barreras culturales y documentales se añaden la formación –la inserción ha sido mucho más sencilla para personas con alta especialización, principalmente de cara a empresas con actividad internacional– la edad –las refugiadas más mayores encuentran especiales dificultades para acceder en la ocupación– o las necesidades materiales, desde el acompañamiento a los niños hasta el rechazo de contratos temporales de muy corta duración. La incertidumbre a largo plazo también afecta a la parte empresarial, recuerda Ejarque. La difícil situación económica de muchos negocios no es un buen acompañante para la contratación de una trabajadora o trabajador que no sabe si se quedará en el país a largo plazo. "Muchas personas refugiadas tienen la intención de volver a Ucrania así acabe el conflicto, y esto también dificulta la contratación", explican desde Cecot.
El idioma, la gran frontera
Como en el caso de los perfiles laborales, la formación en idiomas ha sido un gran pes a la hora de contratar o no una de las personas refugiadas que han acudido a los servicios ofrecidos por entidades, empresas y administraciones. Si bien los intermediarios han hecho un esfuerzo operativo –desde Randstad programaron una landing page a su sitio web habitual completamente en ucraniano, mientras que Cecot contacta activamente con muchos de los demandantes de ocupación a varios puntos para ofrecer sus servicios de orientación laboral– las técnicas regulares tuvieron efectos limitados por las dificultades comunicativas. Ejarque recuerda que, en un primer momento, se enviaron perfiles ciegos de los candidatos a sus empresas asociadas, pero una vez se acepta la entrevista, "la barrera idiomática hace muy complicada la integración", especialmente en aquellos trabajos más especializados con un componente elevado de trabajo de cara al público, como por ejemplo la hostelería.
Gutiérrez confirma que, una vez más, la barrera idiomática ha sido más baja para los perfiles más especializados. En cuanto que las empresas tecnológicas u otros contratantes de gran alcance tienen más costumbre de conversar fuera del catalán o el castellano; y que los perfiles con más formación suelen tener, como mínimo, un buen nivel de inglés, en esta estratosfera no ha habido problema. Según explican desde Randstad, de hecho, se han llegado a plantear cursos de castellano a nivel básico encarados a los sectores donde más demanda de ocupación había, como la hostelería, a pesar de que a menudo se buscan lugares concretos "sin mucha orientación al público".
Trabajo en red
La colaboración de Cecot con el Ayuntamiento de Terrassa para la formación de personas refugiadas parte, de hecho, de la enseñanza de idiomas. El primer contacto entre patronal y consistorio en este sentido parte de formaciones en escuelas de adultos municipales en que empiezan a participar representantes empresariales; una asistencia que se concreta en una primera sesión, a finales de julio, específicamente sobre técnicas de búsqueda de ocupación. La mejora de currículums, conocimiento básico sobre el mercado de trabajo, práctica de entrevistas o uso de aplicaciones e interfaces para la búsqueda de trabajo han sido algunos de los ítems que se han tratado. Ejarque lamenta que el programa se comenzara tan cerca de las vacaciones de verano, si bien el "trabajo de formigueta" continuará con el inicio del curso.
Desde las mismas administraciones también se han dedicado recursos a la formación e inserción laboral de las personas refugiadas. Recientemente, el departamento de empresa y trabajo ha anunciado una inversión de cuatro millones de euros dentro de lo programa Trabajo y Formación especialmente dedicadas a ciudadanos ucranianos con obstáculos añadidos para la busca de ocupación, como por ejemplo personas con diversidad funcional, mujeres que hayan sufrido alguna forma de violencia machista o tráfico de seres humanos, personas más grandes de 45 años o que hayan tenido que recurrir a la vivienda social. Con esta iniciativa, el departamento busca acompañar mediante administraciones locales y otras organizaciones del territorio a unas 130 personas con contratos de hasta un año de duración y formaciones en catalán.
Desde Randstad subrayan también el valor de la colaboración empresarial. La empresa de recursos humanos ha firmado un acuerdo con CaixaBank, que aporta su fuerza de voluntarios para la asistencia de las personas refugiadas en búsqueda de ocupación. La entidad financiera también ha cerrado pactos en este sentido con Foment del Treball o con la Fundación Pimec, que buscarán movilizar el tejido productivo catalán por encabir las necesidades laborales de las ciudadanas y ciudadanos que huyen de la guerra. "Es un trabajo complejo y largo, cada vez que hablas con una persona tienes que explicar todo un mundo", narra Ejarque, anunciando que el trabajo todavía tiene horizontes largos. "Apenas ponemos en marcha la maquinaria, y la idea es continuar haciéndolo", concluye.