En el artículo de opinión del pasado martes acababa diciendo que en temas de cambio climático también hay buenas noticias. Entre ellas el hecho de que el año 2023 ha sido el primer año en que las emisiones de CO2 de los países ricos han disminuido. Nos debemos felicitar, ya que, entre los países ricos, mira por dónde, estamos nosotros. En concreto, la Unión Europea (UE), que está haciendo los deberes, por ahora.
"Hagamos un poco de historia. La UE se fijó unos objetivos determinados que acababan en 2050 con un nivel de emisión neta de CO2 equivalente a, aproximadamente, cero. Pero para llegar a esa meta hay que cumplir las metas intermedias, claro. Por ejemplo, en 2030 se debería llegar a tener unas emisiones netas equivalentes al 90% de las que teníamos en 1990. ¿Cómo vamos?"
Este gráfico nos dice dos cosas. La primera es que para llegar al objetivo de 2030 se deberán implementar nuevas medidas. El objetivo es ambicioso si tenemos en cuenta que el PIB per cápita de la UE del año 1990 era un tercio del actual. Quiero decir que se producen muchas más cosas y, potencialmente, se debería contaminar más. A pesar de todo, el objetivo se mantiene en llegar al año 2030 con el 90% de emisiones de las que hacíamos en 1990. Pero el gráfico también nos da buenas noticias. La implementación de nuevas políticas ha conseguido que estemos por debajo de las previsiones de 2020. Esto significa que se deben continuar forzando estas medidas adicionales, ya que dan buenos resultados.
A la descarbonización ayuda la implementación de diversas medidas materiales. ¿Cuáles son estas medidas? Lo podemos observar en los gráficos siguientes:
La técnica que más ha contribuido en el proceso de descarbonización ha sido la instalación de paneles y molinos generadores. Es destacable el descenso en el coste de producción eléctrica. Es esto lo que hace posible que algunas compañías comercializadoras comiencen a ofrecer contratos en los que, algunos días, la energía es gratuita. Por el contrario, todos lo sabemos, las ventas de coches eléctricos se han estancado. También la aerotermia, las bombas de calor (gráfico tercero). Las razones más probables son el elevado precio y la falta de red universal de cargadores -en el caso de los coches. Por lo tanto, uno de los objetivos de los próximos años será reducir los costes de estos dos segmentos: coches y bombas de calor. Habrá que ingeniárselas, ya que estamos en una economía de mercado y no se pueden regular los precios por ley. La Comisión Europea tendrá que trabajárselo.
Para alcanzar los objetivos de 2040 de llegar al 90% de las emisiones de 1990, esta producción se tiene que multiplicar por 10
Vistos los resultados, parece que la Comisión Europea trabajará centrando su atención en el impulso de la producción, que es la que responde mejor. Para alcanzar los objetivos de 2040 (recordémoslo, llegar al 90% de las emisiones de 1990), esta producción se tiene que multiplicar por 10.
Eso parece mucho, pero es posible. Llegar a una energía barata donde la eléctrica sea la fuente dominante, no solo requiere una mejor producción -eso es la parte relativamente fácil- sino que hace falta cambiar las maquinarias de las empresas que ahora no funcionan con electricidad. Y esa es la parte complicada. Piensen en el ejemplo del coche: ¿por qué no pasamos de hoy para mañana al coche eléctrico? Parece que las actuaciones vendrán por aquí: hacer la energía eléctrica tan barata que la gente y las empresas no tengan dudas en cambiar sus ingenios existentes no eléctricos por unos de nuevos.
Es necesario cambiar las maquinarias de las empresas que ahora no funcionan con electricidad
Para acabar, solo quiero mencionar una tecnología que está avanzando enormemente y en la que Europa tiene puestas muchas esperanzas, ya que somos líderes: los DACCS (Direct Air Capture with Carbon Storage), las máquinas que capturan CO2. A pequeña escala son maquinarias caras. Ahora bien, instaladas en centros industriales de alta contaminación, parecen muy rentables. Esta será una cuarta tecnología clave.
En resumen, se trata de contaminar menos, pero no de ir restringidos en la producción y el consumo de bienes y servicios. Quiero decir que el futuro pasará, probablemente, por seguir gastando. Pero este gasto no dañará el planeta. Y ese es el objetivo.