• Economía
  • TTIP, una oportunidad o una amenaza?

TTIP, una oportunidad o una amenaza?

Mientras todavía dura la negociación del Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos y la UE (TTIP), la ciudad de Barcelona se declara formalmente en contra

A pesar de no tener un texto definitivo, el TTIP ha generado rechazo especialmente entre la izquierda alternativa
A pesar de no tener un texto definitivo, el TTIP ha generado rechazo especialmente entre la izquierda alternativa
Pau Garcia Fuster
05 de Octubre de 2015
Act. 06 de Octubre de 2015
Todavía no se ha aprobado, ni siquiera se conocen los términos exactos de su alcance, pero el Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP), el acuerdo que tiene que facilitar el libre comercio entre los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), ya ha generado multitud de reacciones contrarias. La última y más sonada, la del Ayuntamiento de Barcelona, que este viernes sedeclaraba formalmente en contra con los votos de Barcelona en común, ERC y la CUP. El que formalmente es una Declaración Institucional pide que sectores como la educación, la sanidad o los servicios sociales resten al margen de las competencias del tratado, a la vez que clamar para la suspensión de sus negociaciones.

Ahora bien, que incluye el TTIP para generar un rechazo tan contundente especialmente desde las fuerzas de izquierdas? El principal temor es que la liberalización reduzca las regulaciones que protegen los trabajadores y los estándares de calidad europeos. Al mismo tiempo, este mismo lunes los Estados Unidos y el Japón han firmado el Acuerdo de Asociación Transpacífic (TPP) que permitirá el libre comercio entre estos países y diez estados asiáticos más.

"El TTIP tiene un enorme potencial de transformación económica, empresarial y política". Lo asegura José María de Areilza, profesor de Derecho Público de Esade y gran conocedor de este tipo de acuerdos. En una conferencia sobre la cuestión en la escuela de negocios, de Areilza recordaba que "el objetivo principal del TTIP impresiona mucho: mejorar la competitividad del área económica más integrada del mundo, que ya es el 50% del PIB mundial". Las estimaciones indican que podría aportar 100.000 millones de dólares al año a las economías de los Estados Unidos y la Unión Europea.

Xavier Just, experto consultor en comercio internacional y gestión aduanera, explica a VÍA Emprendida que los acuerdos de libre comercio tradicionalmente "buscaban eliminar los aranceles en la importación. En los últimos años, pero, van mucho más allá e intentan cubrir cualquier ámbito que se considere relevando para fomentar el intercambio comercial". Esto incluye las llamadas barreras comerciales no arancelarias, como los estándares técnicos (seguridad, sanitarios, ambientales, etc.) que "a pesar de que pueden ser similares, son específicos por cada país". Según Xavier Just, "para una empresa adaptarse a estas diferencias puede representar un coste añadido que algunos estudios cuantifican de aproximadamente un 10% del valor del producto que se importa".

Redefinir el papel de la OMC
José María de Areilza apunta que la idea de acordar el TTIP "es una apuesta estratégica como respuesta en los países emergentes y emergidos, con voluntad de equilibrar fuerzas". De hecho, asegura que "los Estados Unidos quieren ser el centro del libre comercio mundial, y por un lado subir el listón de los criterios asiáticos, y por el otro liberalizar más el mercado europeo". A medio plazo, pues, pretenden redefinir los estándares globales considerando que la OMC ya ha cumplido su papel y hay que redefinirlo.

A pesar de que los términos de la negociación se mantienen en un plan bastante discreto, por el profesor de Esade "no hay menos transparencia que en otras negociaciones que esté teniendo la Unión Europea con terceros. Llama la atención porque es con los Estados Unidos".

Sea como fuere, todos los indicadores apuntan que las líneas maestras del TTIP serien la eliminación sustancial de tarifas, facilitar el libre acceso a la contratación pública y la creación de una estructura institucional común. "La gran cuestión es la eliminación de las barreras no arancelarias, que ocupan el 80% de los posibles beneficios del acuerdo", señala José María de Areilza.

Al fin y al cabo, se intuye la creación de un consejo común o una agencia con competencias reguladoras, que es uno de los puntos que más controversia genera en Europa. Los estándares de protección alimentaria e industrial de la UE han logrado niveles muy elevados que podrían verse amenazados por el acuerdo con los Estados Unidos. Por José María de Areilza, "Europa como mínimo tiene que garantizar el mantenimiento de estos estándares que tanto de esfuerzo han requerido".

Abrir mercado genera oportunidades y competencia
La negociación de un acuerdo como el TTIP, de entrada ha generado una oposición firme en buena parte de la izquierda alternativa. Según Xavier Just, pero, puede tener efectos diversos. Por un lado, si se liberaliza el acceso al mercado norteamericano "se facilitan las operaciones de las empresas catalanas en los Estados Unidos, con claros efectos positivos para aquellas que exporten. De la otra, al tratarse de un acuerdo recíproco, la apertura del mercado europeo significaría que las operaciones de empresas americanas a la UE también sepodrían beneficiar".

Por el experto consultor, este último punto "sería positivo para el consumidor en general y para todo aquel que compre producto americano en particular ante una bajada de los costes actuales, pero también representaría un aumento de competencia en el mercado catalán que las empresas locales tendrían que hacer frente".

Ahora bien, más allá de esto, cuantificar el impacto que el TTIP tendrá en las empresas catalanas "dependerá de muchos factores, pero sin duda el más determinante será el propio texto del acuerdo. Cómo que ahora se está en la fase de negociaciones, el texto final puede variar mucho en función de como vaya esta y su impacto también", advierte Justo.

El que será determinante para una empresa, pues, será "la capacidad de sacar provecho de las ventajas (más facilidades para operar en los Estados Unidos, obtener productos y servicios americanos a menos coste en Cataluña) y mantener la competitividad al mercado europeo ante operadores americanos que también lo tendrán más fácil", asegura Justo.

Los sectores que más sebeneficiarían
Por el profesor de Esade, sectores como el del automóvil, la química, el farmacéutico o el de las finanzas podrían ser los más favorecidos por la firma del TTIP. "Son sectores con una gran facilidad de converger", asegura. En otros campos, como la agricultura, los efectos del acuerdo pasarían más bien para favorecer el intercambio de bienes. "El cambio sería trigo y soja americanos por vino, queso y chocolate europeos", resume.

Sea como fuere, este paso más de globalización económica ha generado inquietud en ciertos sectores empresariales, especialmente entre las pequeñas y medianas empresas. Por de Areilza, pero, "las pymes podrían aprovechar el efecto arrastre que generarían las grandes empresas de infraestructuras, farmacéuticas o del sector del automóvil, entrando más fácilmente al mercado americano a su detrás". Por Xavier Just, "la competitividad y la capacidad de internacionalización serán elementos clave, y para lo cual la medida no siempre importa".

Otros aspectos donde el TTIP ha generado dudas en el seno de la Unión Europea es el hecho de saber qué pasaría con las industrias culturales o con la protección de la privacitat. "Hay culturas muy diferentes, en los Estados Unidos los ciudadanos se quieren proteger del Gobierno; y en Europa de las empresas", reflexiona de Areilza.

A pesar de advertir de nuevo que habrá que esperar al resultado final de las negociaciones, Xavier Just apunta en este sentido que "al consultar algunos documentos publicados por las instituciones europeas se pueden entrever posibles efectos en diferentes sectores". Por ejemplo, si los aranceles se eliminan, "el sector textil o el del automóvil verían un impacto significativo, puesto que están sujetos a tarifas más elevadas".

En el supuesto de que el acuerdo vaya más allá y también disminuya barreras no arancelarias, los efectos serán más amplios. "En el caso del automóvil, una armonización de estándares técnicos significaría que sólo hay que adecuarse a una normativa a la hora de traer un nuevo modelo al mercado americano y europeo", asegura Xavier Just. Así pues, "los costes para exportar en los Estados Unidos coches o componentes fabricados, por ejemplo, en Martorell, serían más bajos que actualmente". Ahora bien, también sería más barato importar este mismo producto hecho en los Estados Unidos.

En cuanto a otros sectores, especialmente aquellos que están altamente regulados, como el químico y el farmacéutico, Justo apunta que el TTIP podría traer cambios. Por ejemplo, "un posible reconocimiento mutuo entre la UE y los Estados Unidos en las autorizaciones necesarias para traer un nuevo medicamento al mercado tendría grandes impactos en la reducción de costes por aquellos que importen o exporten, puesto que sólo tendrían que solicitar esta autorización una vez".

En el sector agroalimentario, la diferencia de posiciones entre los Estados Unidos y la UE en la regulación de los transgénicos o las indicaciones geográficas entre otros "dificulta saber cómo será el texto final respete esta industria", apunta.

Ahora bien, la UE quiere incluir la protección de las indicaciones geográficas (como las Denominaciones de Origen Protegidas y las Indicaciones Geográficas Protegidas) en todos los acuerdos que negocia. "Si estas también se incluyen en el TTIP, todo y la fuerte oposición de los Estados Unidos, significaría que en el mercado americano sólo los productos de acuerdo con las normas de cada indicación protegida podrían ser etiquetados como tal", dice Justo. Algo que, por ejemplo, ya pasa con el cava a toda la UE, donde sólo se puede denominar "cava" todo aquel producto conforme con las normas del Consejo Regulador del Cava y no cualquier vino escumós.

Firma pendientes del Pacífico
Las negociaciones del TTIP empezaron el 2013 y tendrían que concluir la primera mitad del 2016. En cualquier caso, el profesor de Esade advierte que el momento culminante también puede depender de la evolución del otro gran tratado que acaban de firmar los norteamericanos este lunes: el acuerdo transpacífic (TPP). En este caso el punto de mira es la Asia y la negociación incluye 12 países en un tratado que todo el mundo plantea como la antesala de un acuerdo con la China.

"Hay que ver como hacer más compatibles los dos sistemas de regulación. Los europeos prefieren una negociación sectorial, y los americanos un enfoque horizontal", indica de Areilza. Por el profesor, pero, no se puede hablar abiertamente de costes del tratado porque "siempre se calculan en base a las finalidades, y si estas son diferentes, los costes son imposibles de establecer".

La otra gran polémica es el mecanismo de inversión y de resolución de disputas. "En Europa temen que las empresas americanas lo utilicen para traer a los tribunales los gobiernos europeos", avisa. Con las empresas americanas más habituadas a este tipo de procesos, desde Europa hay la temença que "podría ser una distorsión de la competencia otorgando garantías jurídicas adicionales a las empresas americanas que no tienen los competidores domésticos".

Un nuevo contexto político
"Los Estados Unidos y la Unión Europea comparten valores similares pero no tienen estrategias comunes. Por los americanos Europa ni es un problema ni es parte de la solución. Han virat hacia el Asia y viven una revolución energética que cambia el mundo", asegura José María de Areilza. Esto provoca que el TPP sea ahora mismo más prioritario que el TTIP para los norteamericanos.

Por el profesor, "el TTIP tendría que ser una prioridad geoestratègica ante la amenaza de Rusia, que ha vuelto con formas nuevas". Así pues, reclama que los medios económicos y políticos sean prioritarios en este sentido. "Los Estados Unidos pueden aprovechar la revolución energética para influir además de para competir. Y puede ser una manera de hacer que el pacto sea más interesante por los europeos para reducir la dependencia energética de Rusia".

La culminación de un mundo global
El hecho que cada vez sean más y más extensos los acuerdos de libre comercio en todo el mundo invita a preguntarse si es bueno llegar a un contexto completamente liberalizado en todo el planeta. "En los modelos teóricos siempre se ha dicho que el intercambio y el comercio son beneficiosos puesto que permiten la especialización y que cada cual haga aquello que sabe hacer de manera más eficiente", indica Xavier Just.

En líneas generales, asegura, "cuando se ha liberado el comercio internacional ha ganado la economía como conjunto al bajarse los precios y favorecer la entrada de productos y servicios más competitivos". Por otro lado, pero, reconoce que "en el corto plazo la apertura de un mercado al comercio internacional puede afectar a los productores locales que se beneficiaban de esta protección y tienen una pérdida de competitividad". Para equilibrar estos efectos, el experto plantea prever una liberalización del mercado "acompañada de medidas que ayuden aquellos más afectados a adaptarse a la nueva situación".

En el ámbito español, Xavier Just compara esta hipótesis con la entrada en la Comunitat Económica Europea ahora hace 30 años. "Supuso que los productos europeos entraban a España sin arancel y que las diferentes normativas se tenían que adecuar a los estándares comunitarios". De este modo, "el que representó un problema para empresas y sectores enteros, que tuvieron que adaptarse a la creciente competencia, supuso también una oportunidad para aquellos que podían adquirir productos más competitivos y para los quién se los abría un mercado mucho más grande que el español".