El día siguiente del Día del Trabajador, piensa en un trabajo. Cómo será en el futuro? Inexistente. La tecnología lo está cambiando todo y también, o sobre todo, el mercado laboral. Qué supone esto para gobiernos, empresas y trabajadores? Con 27 años y después de haberse doctorado en la Universidad de Boston, el norteamericano Seth Benzell investiga la economía digital, la inteligencia artificial y su impacto a la hora de trabajar desde el Massachusetts Institute of Technology (MIT). "El aprendizaje automático se puede aplicar a casi todos los trabajos", asegura en una doble sesión en Barcelona.
Por la mañana al consulado de los Estados Unidos y por la tarde, al Círculo de Economía. Le despierta curiosidad entender como la ciencia ficción pasará de las grandes pantallas a la calle y es que tal como aseguraba la directora de Linkedin en España y Portugal, Sarah Harmon, en una entrevista a VÍA Emprendida: "Cuando llegamos al mundo de Terminator será muy interesante".
La tecnología también parte el mar en dos: ricos y pobres. Desigualdades, una vez más. Los gráficos muestran como los salarios, la ocupación y el bienestar suben a un lado y bajan al otro. Pero, la polarización todavía puede llegar a ser incluso más grande: "Con las tecnologías de la información (TIC) no sólo los ricos se apartan de los pobres sino que los muchos ricos de los ricos y los super ricos de los muy ricos". El economista Branko Milanovic habla de ganadores y perdedores con la globalización. En el caso de las TIC, según Benzell, ganan los más grandes y se tiende a la concentración industrial.
Benzell: "Uber no tiene que comprar un millón de coches sino tener un millón de teléfonos"
Las comparaciones son odiosas, pero necesarias: "Marriott tiene 200.000 trabajadores y vale sólo algo más que Airbnb con 5.000 trabajadores y ningún hotel". Aquí, otro: "Uber no tiene que comprar un millón de coches sino simplemente tener un millón de teléfonos". La lista de ejemplos del futuro ilegal es larga...
"Sabemos más del que podemos explicar"
Ante un público expectant, Benzell presenta la inteligencia artificial como "una serie de técnicas de los ordenadores para simular la inteligencia artificial" y el aprendizaje automático como "saberse las normas sin necesidad de decirlas". Por si acaso, también se cura en salud con la paradoja de Polanyi: "Sabemos más del que podemos explicar".
Los cementos se consolidan y las dudas se vuelven cada vez más existenciales. "A corto plazo no se tiene que pensar en robots humanoides sino en tecnologías de aprendizaje automático", defiende. A Terminator todavía le queda.
De momento, el joven economista del MIT explica que el aprendizaje automático todavía no se puede aplicar completamente a todos los trabajos pero sí en algún componente de cada una de ellas. Todo depende de la capacitación del trabajador.
El trabajo inútil
Según un estudio de McKinsey , un 48% de las horas laborales trabajadas en España se dedican a tareas que se podrían automatizar. Ahora bien, "aunque una cosa sea factible no significa que se haga en un futuro inmediato".
Vamos por trabajo. Se puede o no se puede reorganizar el trabajo? Volviendo a los gráficos, Benzell apunta que las tecnologías aumentan la productividad, reducen los salarios de algunos trabajos y aumentan los tipos de interés a corto plazo. A parecer suyo, las políticas fiscales son claves para redistribuir la riqueza generada por la tecnología.
Benzell: "A corto plazo no se tiene que pensar en robots humanoides"
Así pues, los retos de la automatización están: desigualdades, falta de formación... Pero, el economista insiste que hay cosas que los robots no pueden hacer y es precisamente aquello que nos hace más humanos: la empatía, la asertividad o la creatividad. De hecho, no es demasiado pronto para empezar a pensar en qué cosas pueden y podrán hacer los humanos que no puedan hacer los robots y hacia donde se quiere dirigir la tecnología.
Otro economista como Xavier Sala-y-Martin ya ha dicho por activa y por pasiva que "estamos asistiendo a las últimas generaciones de Homo sapiens".