Desde hace unas semanas, veo pasar grupos de turistas que suben hacia el Park Güell, la mayoría extranjeros. Las plazas de Lesseps y de Sanllehy son los campamentos base de los que se trasladan a pie, a pesar de que unos pocos se mueven en bicicleta, patinete, moto y otros vehículos a tracción humana o eléctrica. Son viajeros más bien jóvenes, parejas de edad media, algunas familias con niños y muy pocos solitarios, un perfil bastante distinto de las riadas cotidianas de 10 a 17h que llegaban cada día antes de la pandemia y convertían la subida al parque en un émulo de la del Partenon de Atenas. La mayoría viajan por libre. Adquieren los tickets aéreos y el alojamiento por su cuenta o en la taquilla, a tenor del escaso trabajo que tienen los organizadores de viajes estos meses. ¿Significa que vuelven definitivamente los viajeros a Barcelona?
Venimos de un verano dónde por Catalunya se han movido más bien catalanes, algunos españoles y franceses y otras pocas nacionalidades. Barcelona pero, ha capturado una parte muy pequeña de estos flujos: unos 13 o 14.000 huéspedes se han alojado entre junio y agosto en los hoteles de Barcelona, cuando al mismo periodo de 2019 fueron 60.000. Dos datos más, de la misma fuente, el Gremio de Hoteles: solo el 60% de los hoteles a estas alturas están abiertos; y el precio de las habitaciones se sitúa entre el 40 y el 50% del de antes de la covid. En cuanto a los apartamentos turísticos, se puede estimar que los niveles de ocupación son ligeramente superiores (70-80%), los precios se han recortado un 30%, con un 75% de oferta disponible. A partir de estos datos, la ocupación general de la ciudad tacharía el 50%; la oferta disponible, el 65%; y los precios, en turno el 40 % por debajo de antes de la covid.
El sector es una fotografía en blanco y negro, porque sigue la incertidumbre ante la evolución de la pandemia, a pesar de los altos índice de vacunación y de utilización del pasaporte sanitario
Esta aproximación a la realidad del sector es una fotografía en blanco y negro, porque sigue la incertidumbre ante la evolución de la pandemia, a pesar de los altos índice de vacunación y de utilización del pasaporte sanitario por los turistas a nivel internacional. Habrán eventualmente nuevas oleadas de pandemia y carecen muchos días para sacar el miedo a los viajeros y animarlos a habituarse nuevamente a las conductas viajeras de las últimas tres o cuatro décadas. Adicionalmente, una parte importante de la población atraviesa peripecias económicas y altibaixos que lo impedirán desplazarse a corto plazo. ¿La presencia de estos centenares de turistas diarios provenientes otros países que visitan el parque más frecuentado de la ciudad, es el avance internacional del que nos espera en breve?
Deseo de volar
Abriendo foco. No somos nada partidarios de maniobrar con ratios de reservas y cancelaciones, que proyectan más bien desiderátums que escenarios posibles. Pero, recordemos, por ejemplo, que el 70% de los europeos acaban de declarar que quieren volver a viajar los próximos cuatro messos ("Monitoring Sentiment for Domestic and Intra-EuropeanTravel ", ETC, septiembre 2021). Por otro lado, la agencia Travelzoo recomienda destinos y oportunidades a sus treinta millones de asociados de todo el mundo; pues bien acaba de publicar los resultados de una última encuesta, en la cual los españoles, después de un verano muy viajero, quieren seguir moviéndose en otoño por España y otros países, si hay ofertas de última hora; la mitad de los socios internacionales declara querer viajar a Europa. Aunque se muy fácil responder afirmativamente a unas preguntas sobre si viajarás o no, se deduce al menos la opinión de que si hay condiciones, una parte importante de los antiguos viajeros se moverán en las condiciones actuales. Acontece un dato valioso, que puede inducir a desarrollar estrategias para atraerlos.
Doble vía
Ante una situación de incertidumbre como la actual, se pueden adoptar dos vías. La primera, esperar que, una vez los clientes pierdan los temores y tomen una decisión de compra, se acaben animando, y entonces presentarlos la oferta. De este modo, actúan muchos hoteles cerrados; o el Gobierno español con el Imserso, que parece que lo esconda por miedo a fracasar, cuando podía haber sido un fuerte revulsivo de atracción turística; o muchos destinos que están a la expectativa. Y la segunda, tomar una posición proactiva, arriesgarse y salir a luchar por los pioneros y por los que los emularán pronto. Siguiendo esta segunda vía, percibimos muchas empresas y colectivos que se dejan la piel e imaginan iniciativas para tentar a los clientes. En las Islas alargan la temporada hasta diciembre para aprovechar el impulso; las ciudades patrimonio de la humanidad hacen una campaña de atracción y funciona; en los Estados Unidos y en el Golf, las compañías aéreas recuperan plantilla para tirarse a la conquista de los que ya han decidido viajar; en muchos lugares se recuperan las bodas, porque las wedding planers se lo están trabajando de lo lindo desde hace tiempos; Fira Barcelona abre salones y los lucha presencialmente y virtualmente; Amazon aprovecha la ocasión para ingresar en el mundo de los viajes aéreos comprando las aeronaves que venden las compañías tradicionales; Venecia y Amsterdam revisan el modelo reduciendo la rati de visitantes...
Todo el mundo habla de reactivar el turismo de Barcelona, pero vemos esfuerzos aislados y pocas actuaciones contundentes
Todo el mundo habla de reactivar el turismo de Barcelona, pero vemos esfuerzos aislados y pocas actuaciones contundentes. Como si a algunos estamentos ya les fuera bien la situación. Claro que tardarán a volver los extranjeros y a los próximos años vendrán menos, pero hay pioneros cómo los que suben a diario al Park Güell. El pasado se reencarna muy pocas veces y el futuro es un agujero a llenar. Barcelona se merece la asunción del riesgo de tener el primero como referente y de dibujar el segundo de los colores que queramos. Otra cosa es la dimensión futura del negocio turístico, que probablemente se reducirá, porque habrán menos turistas al año hacia las ciudades iconos por miedo a la masificación, se encarecerá el transporte y otros componentes del viaje, las ciudades optarán por capacidad de carga menores u otras causas.
Pero, el sector público y el sector privado conjuntamente podrían empezar a avanzarse a la reestructuración y a la reprofesionalización del personal excedentario y preocuparse de los que serán expulsados en los hoteles, en los restaurantes y bares, en los activos culturales, en los comercios, en el taxi y otros transportes, en los operadores turísticos,...
El turismo a Barcelona puede volver a ser una foto en color, una experiencia inmersiva -como por ejemplo la exposición de Klimt al Ideal-, si no escondemos el cabo bajo el ala. Somos nosotros quien tenemos que definir el modelo, el número de visitantes que queremos y el diseño de la oferta. De seguir como hasta ahora, será el mercado quien decidirá por nosotros y nos obligará a un posicionamiento nunca buscado. En vez de esperar, esperar..., vender, vender...: precio, promoción y avanzarse.