29
de Enero
de
2016
De los 75 millones de turistas que visitaron España el 2015, seis millones lo hicieron motivados básicamente por la gastronomía. Combinar los grandes chefs, la tradición hostalera y la atracción turística son los ingredientes con los cuales el sector de alimentación y bebidas quiere crear su mejor receta: la de consolidarse como un referente mundial. Este jueves, durante la presentación de la edición de este año de Alimentaria, que se celebrará a finales de abril, agentes de todos los ámbitos del sector han coincidido a reivindicar la necesidad de consolidar marcas más potentes para seguir mejorando sus ventas.
Grandes productores, pero no tanta visibilidad
Con una facturación que supera los 93.000 millones de euros en el último ejercicio cerrado, el sector español de alimentación y bebidas es uno de los primeros productores mundiales. El aceite, las frutas y verduras, los vinos o la carne sólo son algunos ejemplos de esta potencia productiva. A pesar de todo, sigue siendo un sector "muy atomizado, nos falta medida para competir a los mercados internacionales y crear marcas". Así lo cree Javier Ruiz de Galarreta, director general del grupo Araex-Spanish Fino Wines.
Especialmente en el campo de los vinos y las bebidas en general destaca que "el reto es aportar valor y marca al sector. Requiere hablar de posicionamiento para no tener prejuicios para atender la parte alta de la pirámide de valor". Ruiz de Galarreta anima a dejar de "tener olvidado el sector premium y súper premium, los tenemos que atacar". Reconoce que "construir una marca requiere esfuerzo, sacrificio y una visión a largo plazo. Sin esto la marca no tiene valor".
Joan Roca, chef de la prestigiosa Bodega de CanRoca , coincide que "hay que crear marca y centrarnos en un discurso y una idea de negocio". Para hacerlo, pone el ejemplo de Francia. "Ha hecho bien muchas cosas en posicionamiento, a invertir esfuerzos en calidad y no a vender más. Quieren vender más caro, no vender más". Por el reconocido chef, "aquí nos falta esta visión estratégica para ser más eficaces creando marcas en un mercado cada vez más competitivo".
Al mismo tiempo, Roca lamenta que "no se está aprovechando bastante bien la imagen y el valor de los cocineros españoles". Por el responsable de la Bodega de Can Roca, el "magnetismo" que generan los restaurantes de alta cocina en el turismo se tendría que aprovechar también en los productos para exportar. "Estamos dejando pasar esta oportunidad", advierte.
Trasladar la experiencia
Precisamente el vínculo entre turismo y gastronomía es donde se puede apoyar el sector para crecer todavía más en el comercio exterior. "Cuando vienen tantos millones de turistas es porque nos asocian los conceptos de calidad, salud o dieta mediterránea", reflexiona Mauricio García Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB); y fija el objetivo "de intentar exportar esta experiencia que viven aquí en sus casas y países de origen".
Por José María Rubio, empresario y presidente de la Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR), el completo tejido hostaler español es uno de los motivos que explica la masiva llegada de turistas. "España tiene un mercado de establecimientos de hostelería muy diferente del resto de países del mundo", asegura basándose en la medida reducida de los negocios, que en un 90% de los casos tienen menos de 15 trabajadores.
Rubio reconoce que esto dificulta la internacionalización, pero valora su parte positiva. "Es un reclamo que muestra el estilo de vida español: nos gusta salir, relacionarnos a los bares y restaurantes". Por este empresario, la proximidad de los pequeños establecimientos facilita una atención mejor. "El sector es más cercano a los clientes y más capaz de poner en valor determinadas marcas y alimentos que el cliente conoce cuando se ponen a hostelería y después compra cuando aparecen a alimentación. Creamos marca y los fabricantes seaprovechan", destaca.
Producir por el nuevo consumidor
Más allá de todo el que relaciona la alimentación con el turismo y la gastronomía, su parte más industrial también tiene que hacer frente a los cambios en las exigencias del consumidor. Gerard Costa, profesor del Departamento de Marketing de Esade, recuerda que los consumidores "se están adaptando a la nueva normalidad económica, y los productores tienen que escuchar en que están interesados".
Unos cambios que, aún así, ofrecen "grandes oportunidades para los productores", según Costa. De entrada, el consumidor necesita más confianza en el producto alimentario, hecho que se puede traducir en el precio. "La palabra fresco significa por el 87% de los consumidores que es más saludable. Sabemos que seguramente no es realmente así, pero es el que cree el consumidor", indica. Un 80% también asocian el fresco además sabor; mientras que el 78% confiesa que quiere hacer un esfuerzo para consumir más productos frescos. "Es un reto en el procesamiento de alimentos", dice Costa.
A la vez, los cambios demográficos también provocan el envejecimiento de población. "Habrá que producir alimentos por ellos con nuevas soluciones: más calcio y proteínas, menos sal o dietas funcionales". Y todo ello sin obviar los millennials, muy interesados en alimentación. "Son foodies. Quieren alimentos frescos y no tan procesados que formen parte de un lenguaje universal". Costa recuerda que "los foodies se deleixen para colgar a Instagram nuevos productos y sabores". Más oportunidades para los productores.
Grandes productores, pero no tanta visibilidad
Con una facturación que supera los 93.000 millones de euros en el último ejercicio cerrado, el sector español de alimentación y bebidas es uno de los primeros productores mundiales. El aceite, las frutas y verduras, los vinos o la carne sólo son algunos ejemplos de esta potencia productiva. A pesar de todo, sigue siendo un sector "muy atomizado, nos falta medida para competir a los mercados internacionales y crear marcas". Así lo cree Javier Ruiz de Galarreta, director general del grupo Araex-Spanish Fino Wines.
Especialmente en el campo de los vinos y las bebidas en general destaca que "el reto es aportar valor y marca al sector. Requiere hablar de posicionamiento para no tener prejuicios para atender la parte alta de la pirámide de valor". Ruiz de Galarreta anima a dejar de "tener olvidado el sector premium y súper premium, los tenemos que atacar". Reconoce que "construir una marca requiere esfuerzo, sacrificio y una visión a largo plazo. Sin esto la marca no tiene valor".
Joan Roca, chef de la prestigiosa Bodega de CanRoca , coincide que "hay que crear marca y centrarnos en un discurso y una idea de negocio". Para hacerlo, pone el ejemplo de Francia. "Ha hecho bien muchas cosas en posicionamiento, a invertir esfuerzos en calidad y no a vender más. Quieren vender más caro, no vender más". Por el reconocido chef, "aquí nos falta esta visión estratégica para ser más eficaces creando marcas en un mercado cada vez más competitivo".
Al mismo tiempo, Roca lamenta que "no se está aprovechando bastante bien la imagen y el valor de los cocineros españoles". Por el responsable de la Bodega de Can Roca, el "magnetismo" que generan los restaurantes de alta cocina en el turismo se tendría que aprovechar también en los productos para exportar. "Estamos dejando pasar esta oportunidad", advierte.
Trasladar la experiencia
Precisamente el vínculo entre turismo y gastronomía es donde se puede apoyar el sector para crecer todavía más en el comercio exterior. "Cuando vienen tantos millones de turistas es porque nos asocian los conceptos de calidad, salud o dieta mediterránea", reflexiona Mauricio García Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB); y fija el objetivo "de intentar exportar esta experiencia que viven aquí en sus casas y países de origen".
Por José María Rubio, empresario y presidente de la Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR), el completo tejido hostaler español es uno de los motivos que explica la masiva llegada de turistas. "España tiene un mercado de establecimientos de hostelería muy diferente del resto de países del mundo", asegura basándose en la medida reducida de los negocios, que en un 90% de los casos tienen menos de 15 trabajadores.
El auditorio de La Pedrera ha acogido la presentación de la Alimentaria 2016. Cedida |
Rubio reconoce que esto dificulta la internacionalización, pero valora su parte positiva. "Es un reclamo que muestra el estilo de vida español: nos gusta salir, relacionarnos a los bares y restaurantes". Por este empresario, la proximidad de los pequeños establecimientos facilita una atención mejor. "El sector es más cercano a los clientes y más capaz de poner en valor determinadas marcas y alimentos que el cliente conoce cuando se ponen a hostelería y después compra cuando aparecen a alimentación. Creamos marca y los fabricantes seaprovechan", destaca.
Producir por el nuevo consumidor
Más allá de todo el que relaciona la alimentación con el turismo y la gastronomía, su parte más industrial también tiene que hacer frente a los cambios en las exigencias del consumidor. Gerard Costa, profesor del Departamento de Marketing de Esade, recuerda que los consumidores "se están adaptando a la nueva normalidad económica, y los productores tienen que escuchar en que están interesados".
Unos cambios que, aún así, ofrecen "grandes oportunidades para los productores", según Costa. De entrada, el consumidor necesita más confianza en el producto alimentario, hecho que se puede traducir en el precio. "La palabra fresco significa por el 87% de los consumidores que es más saludable. Sabemos que seguramente no es realmente así, pero es el que cree el consumidor", indica. Un 80% también asocian el fresco además sabor; mientras que el 78% confiesa que quiere hacer un esfuerzo para consumir más productos frescos. "Es un reto en el procesamiento de alimentos", dice Costa.
A la vez, los cambios demográficos también provocan el envejecimiento de población. "Habrá que producir alimentos por ellos con nuevas soluciones: más calcio y proteínas, menos sal o dietas funcionales". Y todo ello sin obviar los millennials, muy interesados en alimentación. "Son foodies. Quieren alimentos frescos y no tan procesados que formen parte de un lenguaje universal". Costa recuerda que "los foodies se deleixen para colgar a Instagram nuevos productos y sabores". Más oportunidades para los productores.