Más allá de las restricciones de la pandemia podemos intuir unos nuevos roaring twenties. Las ventas y la asistencia a los escasos espectáculos presenciales que han ido llegando con la apertura del mundo cultural hacen pensar que el año de pandemia ha añadido un enorme valor a las experiencias artísticas. Todo y la evolución de formatos cómo el streaming y otras opciones de consumo cultural digital, la demanda de acontecimientos presenciales sugiere que la adaptación a los entornos digitales de la creación cultural no transitará, o no principalmente, por un traslado directo de losformatos tradicionales al digital. Sobre esta traslación y los puentes que se tienen que construir se ha hablado a la conferencia Hache Te, el hub de artes, ciencia y tecnología de Barcelona de la mano de Barcelona Tech City.
El regreso, según augura Miguel Valles, de Barcelona Tech City, no será, pero, a la normalidad. O no, como mínimo, a la misma realidad de consumo cultural que había a principios de 2020. "Viviremos unos nuevos felices años 20, la gente tiene ganas de salir y recuperar su actividad, pero esta recuperación será diferente". Incluso con todos los grandes problemas que ha generado la pandemia para el sector cultural, Valles considera que también ha acelerado una revolución necesaria. "El mundo pasa por una revolución digital – asevera – y quien no pase por este proceso está condenado a desaparecer".
"Llevábamos 20 años de siglo XXI, pero seguíamos viviendo cómo en el XX". El director del Festival Cruïlla, Jordi Herreruela, es consciente de la gran relevancia que mantiene la parte experiencial de la cultura presencial. La adaptación, sin embargo, es necesaria, y no pasa tanto por equilibrar físico y en linea cómo por portar aquello que es esencial de los dos modelo hacia un proyecto compartido. "Aquellos que crean y trabajan en línea tienen que ampliar su actividad hacia el medio físico – cree Herreruela – mientras que los que siempre nos hemos movido offline tenemos que usar todas las herramientas digitales para mejorar las experiencias que ofrecemos".
Herreruela: "La gente ya no quiere ver David Bowie: quiere ser David Bowie"
La adaptación a los entornos digitales no será, pues, cuestión de trasladar formatos antiguos a medios nuevos. Para la directora de Cultura Digital del Institut Català d'Empreses Culturals, Marisol López, la clave está en la traducción. López lamenta, en este sentido, que los entornos digitales y la creación artística no hablen todavía el mismo idioma. "Tenemos que trabajar mucho mejor los lenguajes de las emisiones en linea". Las propuestas formales, estéticas, del consumo cultural, tienen que adaptarse a las múltiples posibilidades, casi infinitas, de los ecosistemas digitales. "Cuando se consume un concierto por internet – afirma Herreruela – la gente ya no quiere ver a David Bowie: quiere ser David Bowie". Para adaptar estos formatos, López defiende la necesidad de "coser en medio de la gente del arte y la de la tecnología". Y, si se hacen bien estas costuras, la cultura tiene también potencial pedagógico para hacer llegar la tecnología al público en general. "Cuándo hablas de temas emotivos, experienciales, como el arte y la cultura, llegas mucho más" a quien te escucha, defiende la directora de Cultura Digital.
Una revolución forzada pero lenta
El director del Cenrte d'Arts Digitals de Barcelona (IDEAL) Jordi Sellas cuestiona, en parte, esta revolución que se supone que la pandemia ha acelerado. "Hemos aprendido cosas, algunas útiles y otros inútiles, pero no podemos endulzar este proceso: ha sido un desastre". Sellas duda que los procesos digitales puestos en marcha en los últimos años y que han sido tan visibles en pandemia supongan un cambio disruptivo. "Hablamos de metaversos, de revoluciones, pero yo lo que veo son píxeles cómo manzanas". Pocas instituciones catalanas han apostado, lamenta Sellas, por la cultura digital como conjunción de tecnología puntera y creación artística. Solo IDEAL, de hecho, tiene un equipo de realidad virtual para el consumo audiovisual estable.
"El adelanto tecnológico me parece rupestre", defiende el director del Centre d'Arts Digitals. La adaptación cultural todavía no está donde tendría que estar, pero ningún adelanto tecnológico al alcance de las industrias culturales, piensa Sellas, supone ningún tipo de nuevo paradigma. Su propuesta pasa, de hecho, por mirar atrás. "2020 tenía que ser un año histórico en cuanto a facturación, a ventas, a participación cultural". Para mirar décadas adelante se tiene que volver, defiende, a las posibilidades culturales que denegó la pandemia.
Creación contra algoritmos
La entrada de los operadores tecnológicos en la oferta de contenidos culturales, que ahora ya forma parte del día a día de las formas de consumo populares, genera una tensión entre accesibilidad y homogeneización. Por un lado, Valles habla de la gran "democratización" en cuanto al acceso de la cultura que ofrece una revolución digital como la que, defiende, está en curso. Por otro, como lamenta Jordi Sellas, "Nuestros referentes visuales, estéticos, musicales, vienen casi todos del espacio anglosajón", el espacio de las grandes operadoras y tecnológicas que ahora ocupan un lugar central en la creación de contenidos.
Sellas: "Barcelona tiene espacio para reivindicarse, pero no lo hará pareciéndose en otras ciudades"
El peligro, pues, está en la renuncia a las identidades culturales en la búsqueda de una digitalización que lo vuelva todo homogéneo. Barcelona es, además, una ciudad con un potencial enorme en cuanto a identidad cultural, pero bastante pequeña como para perderla si no se cuida. En palabras del editor Oscar Asensio, de Blishers, "Barcelona tiene una idiosincrasia muy propia, y cualquier proyecto que salga de aquí tiene que partir de esta visión, cultura y manera de hacer". La defensa de las identidades locales no estará, prevé Sellas, reñida con buenas apuestas de mercado. "Será bueno comercialmente empezar a reivindicarnos, diferenciarnos. Barcelona tiene un espacio para reivindicarse, pero no lo hará pareciéndose a otra ciudad". El director de IDEAL es, de hecho, muy claro: No será económicamente rentable convertirse en una franquicia.
Marisol López es, por su parte, crítica con cierta manera de hacer integrada en el mundo cultural barcelonés. "La ciudad tiene mucho potencial, pero se puede ver más en las empresas que aterrizan aquí que en la producción local". La directora de Cultura Digital del ICEC lamenta, de hecho, Barcelona es una gran productora de talento, pero no se puede permitir dormirse en celebraciones. "La tendencia a pensar que somos muy buenos nos deja – opina López – en ocasiones, aletargados".