Desde Utah: la tolerancia mormona

La economía del estado, mayoritariamente legislado por mormones, se ve muy condicionada por la religión

La ciudad de Salt Lake tiene unos 200.000 habitantes | iStock La ciudad de Salt Lake tiene unos 200.000 habitantes | iStock

Mientras trabajaba en Salt Lake City, pedí referencias profesionales sobre un administrador de bases de datos que quería contratar. Y la respuesta que me dieron fue: “he’s the best DB administrator in the Valley” (es el mejor administrador de bases de datos de todo el valle). Esto ya da una idea del mundo, del microcosmos, en el que se mueve la gente de aquella llanura inmensa, a los pies de las Montañas Rocosas. Y es que la capital de Utah está encajada entre el Gran Lago Salado y la vertiente oeste de las Montañas Rocosas.

La razón por la que la ciudad se encuentra justo después de las Rocosas viniendo del este es porque los colonos que allí llegaron huían de la persecución que sufrían. Hablamos de mediados del siglo XIX y de los mormones. Unos pocos años antes, su fundador, Joseph Smith, había muerto. Los mormones siempre habían tenido problemas con los demás colonos. En todo el territorio americano: Ohio, Missouri, Illinois, etc. Incluso en Luisiana. Y es que la interpretación que los mormones hacían de la Biblia era muy estricta, y con características particulares como la práctica de la poligamia, la observancia del Sábado, la prohibición del consumo de alcohol, etc. Todo esto resultaba demasiado molesto para todo el grupo de colonos que habían llegado a los Estados Unidos y que, si bien en las áreas rurales la religión y la piedad religiosa dominaban, en las ciudades que empezaban a crearse, la vida era bastante libertina. Además, según él mismo, el señor Joseph Smith había recibido una revelación divina directa de Dios, y esto era la gota que colmaba el vaso de cualquier movimiento protestante, por diverso que fuera.

La interpretación que los mormones hacían de la Biblia era muy estricta, y con características particulares como la práctica de la poligamia, la observancia del Sábado, la prohibición del consumo de alcohol, etcétera

El nombre formal de la iglesia que agrupa a los mormones es el de Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Los seguidores de esta rama cristiana son unos 17 millones de personas. Y en Salt Lake tienen la sede donde se encuentra el Templo principal. En el Tabernáculo adyacente se organizan múltiples conciertos, a menudo religiosos, interpretados por un magnífico coro donde incluso se puede escuchar cantar el "Virolai". Salt Lake viene a ser el Vaticano de los mormones. Por cierto, si alguna vez visitan la ciudad y están interesados en saber más sobre sus antepasados, pueden visitar el Family Search Center y buscar si algún antepasado suyo llegó a estas tierras lejanas.

Contrariamente a lo que se difunde, los mormones son creyentes perfectamente tolerantes. Con esto quiero decir que, contrariamente a lo que sucede en otras partes del mundo que todos tenemos en mente, la democracia ha triunfado sobre las reglas religiosas. Como es lógico, las leyes elaboradas por los políticos elegidos prevalecen sobre cualquier norma religiosa. No se ha llegado aquí sin tensiones, claro. Probablemente se practique la poligamia, pero se hace a escondidas, como puede suceder en cualquier parte del mundo. Y esta costumbre queda reducida al ámbito privado o de costumbres y no tiene ninguna repercusión en el derecho civil, porque en el estado de Utah, como en todo el país, nadie puede estar casado con más de una persona a la vez. No en los registros civiles.

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Aparte de una estricta observancia religiosa, los mormones siguen algunas reglas que pueden sonar extravagantes. Por ejemplo, no toman té ni café porque son excitantes, estimulantes. Pero muchos sí beben Coca-Cola. Y es que cuando se escribieron estas prohibiciones, se especificaron las “bebidas calientes”. Como siempre, hay quienes se acogen al estricto contenido de las normas, y otros que intentan aplicar lo que conocemos como “el espíritu del legislador” y entienden que no se puede beber ninguna bebida estimulante.

Lo que sí está perfectamente prohibido para los mormones es el consumo de alcohol. Pero en Salt Lake y en todo Utah, ustedes podrán consumir todo el alcohol que quieran. No obstante, los legisladores del estado, mayoritariamente mormones, han intentado compaginar las leyes locales con las garantías y libertades federales, por eso está fuertemente penalizado consumir alcohol en la calle. Sin embargo, como decía, la democracia ha triunfado sobre el fundamentalismo. Y no solo formalmente, sino también en los hábitos. Por eso era normal que, cuando quien esto escribe iba con mormones a un restaurante, eran ellos quienes pedían la carta de vinos. “Es que este señor (refiriéndose a mí) bebe vino” le decían al camarero. Bravo por la tolerancia.

La economía del estado está muy condicionada por la religión. Hay normas financieras, algunas de cumplimiento obligatorio por imperio de la ley, otras reservadas a los mormones como observancia. El conjunto provoca que el estado de Utah sea un estado muy saneado económicamente. Las raíces protestantes pasadas por el filtro del austero colono, propietario rural que tiene que sobrevivir con lo que produce, están muy presentes. Y se han buscado métodos que establecen una red protectora muy resistente. Por ejemplo, el buen mormón dona una cantidad de su sueldo a la iglesia mormona. Cuando tenga problemas, los mormones le ayudarán. El banco creado por los mormones, el Zions Bancorporation, todavía funciona perfectamente desde 1873. A pesar de que los mormones abandonaron el accionariado en 1960, la gestión de la institución sigue normas estrictas de solvencia y seriedad.

La ciudad de Salt Lake tiene ahora unos 200.000 habitantes

La ciudad tiene ahora unos 200.000 habitantes. El estado, Utah, tiene poca riqueza natural, aparte de minas y la producción de sal del lago. Su economía es muy diversificada y es un centro logístico de primera magnitud. Es una tradición, ya que allí se creó un intercambiador ferroviario, probablemente el más grande del oeste. Durante la noche es normal escuchar, a lo lejos, el clásico sonido polifónico de las bocinas de las locomotoras diésel que arrastran, lentamente, una larga fila de vagones. Y en este sector también hay que recordar que la aerolínea Delta tiene allí su principal subsede después de la central de Atlanta. A pesar de todo, no se puede decir que haya un sector dominante. La ciudad y el estado viven del comercio y de los negocios de servicios instalados allí. Al fin y al cabo, tampoco tiene que alimentar tantas bocas: en Utah hay 3,4 millones de personas para un territorio que es siete veces Cataluña.

La ciudad de Salt Lake es agradable y las actividades que se pueden hacer son muchas. Pistas de esquí, pesca en los lagos helados de las montañas (haciendo un agujero, claro), asistir a festivales como el de Sundance, excursiones a las montañas cuando no nieva, etc. No me extraña que muchos estadounidenses quieran ir a vivir allí... hasta que lo estropeen. Ah, y una anécdota: el primer local de Kentucky Fried Chicken no abrió en Kentucky, sino en Salt Lake City. Cosas que pasan.

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