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Misión imposible: las vacaciones (reales) de los autónomos en verano

El 50% de este perfil de trabajador admite no poder desconectar de su trabajo durante el verano, especialmente en el sector de la salud y la abogacía

Los autónomos no disfrutan de vacaciones pagadas | iStock
Los autónomos no disfrutan de vacaciones pagadas | iStock
Barcelona
31 de Julio de 2024

Cuando llegan las vacaciones de verano, apagamos nuestros ordenadores y nos olvidamos del trabajo unos días. O, por lo menos, así debería ser. Pero la desconexión digital sigue siendo un problema en los períodos de descanso: 6 de cada 10 trabajadores en el Estado asegura no desconectar del todo, según un estudio de Infojobs. Esta tendencia se observa especialmente en el caso de los autónomos, un sector que no goza de unas vacaciones pagadas. De media, según el mismo informe, el 90% no decansa de su trabajo fuera de su horario laboral, y el 50% admite no poder hacerlo ni siquiera cuando se va de vacaciones.

Pero, ¿cómo funciona entonces el verano de estos profesionales? Si miramos la Ley, encontramos que a diferencia de los asalariados, los autónomos no tienen derecho legal alguno a unas vacaciones. Sólo existe una excepción, que es el caso de los autónomos TRADE. Este es un perfil que depende del 75% de ingresos de un solo cliente, no tiene ningún trabajador a su cargo ni ningún establecimiento o espacio abierto a su nombre. En este caso concreto, la Ley 20/2007 del Estatuto del Trabajador Autónomo le otorga el derecho a descansar durante 18 días hábiles, aunque no existe ninguna imposición económica al cliente. Es decir, el autónomo TRADE puede escoger sus vacaciones, pero, de nuevo, sin recibir remuneración alguna por parte de su fuente de ingresos.

En un contexto en el que la mayoría de los trabajadores del Estado no desconecta en sus vacaciones, podemos imaginar que el escenario se complica en el caso de los autónomos. Muchos de ellos deben adaptarse a la disponibilidad de su cartera de clientes. El primer caso lo encontramos en compañías como Energentia Intermediación, una firma de asesoría energética para empresas. "Nosotros nos cogemos agosto entero y concentramos la captación de clientes importante en junio y julio y en el periodo inmediatamente posterior", explica la directora general, Eugenia Casanova, a VIA Empresa.

Casanova: "Algunos clientes nos pueden llamar en agosto y esto hace que estamos alerta en todo momento. Nos llevamos el ordenador a donde veraneamos por si hay que gestionar alguna incidencia en un momento puntual"

Escogen aquel mes y Navidad porque es cuando descansan los gerentes de las compañías con las que trabajan. Aun así, Casanova reconoce que nunca apaga el móvil del todo. "Algunos clientes nos pueden llamar en agosto y esto hace que estamos alerta en todo momento. Nos llevamos el ordenador a donde veraneamos por si hay que gestionar alguna incidencia en un momento puntual", apunta la directiva, que forma parte del grupo de trabajadores que no desconecta totalmente durante el verano.

Vacaciones troceadas, la alternativa

En el caso anterior, la demanda del sector es la que marca el periodo vacacional del profesional. Pero no es una realidad aplicable a toda la red de autónomos. Pongamos ahora el ejemplo de un fisioterapeuta con una cartera variada de clientes, pero que trabaja en un único centro médico con compañeros de trabajo. Todos ellos, sin embargo, son autónomos. En este caso, la clave es la conciliación. "En mi centro somos cuatro trabajadores, y cuando se acerca el verano hacemos un Excel donde marcamos las semanas que queremos de vacaciones, siempre con la condición de que el negocio no se puede quedar sin nadie", asegura Aleix C., quien opta por repartir sus vacaciones en diferentes semanas de cada mes en verano. "De este modo, me aseguro trabajar unos días durante todo el verano para poder cubrir la cuota de autónomo", subraya.



A pesar de que parece una tarea difícil, asegura que "sólo hay que organizarse" y que este escenario no ha generado nunca un conflicto entre sus compañeros o el responsable del negocio. "El hecho de ser autónomo me da la libertad de escoger cuándo hago vacaciones, sin que ninguna persona me lo imponga", recuerda Aleix C. "Si mi superior me dice que esta semana no puedo descansar y yo ya tengo un viaje pagado y quiero marcharme, él tiene dos opciones: o coger un externo que cubra la semana o, en un caso más dramático, decirme que no venga más", comenta. Una realidad que, en sectores como el suyo, puede originar compromisos no deseados y que un trabajador "no tenga más remedio" que satisfacer las demandas del responsable del centro médico. 

Este hecho se evidencia en informes como el de Infojobs, que detalla que el personal del sector de la salud y la abogacía son quienes más pendientes están de su trabajo durante las vacaciones.

Las vacaciones fiscales, el derecho a desconectar de Hacienda

Con todo, la Ley sí que recoge las conocidas como vacaciones fiscales. Un término también mencionado como día de cortesía, donde un autónomo tiene el derecho de no recibir notificaciones por parte de Hacienda. Los profesionales tienen la obligación de contestar a todos los requerimientos de la Agencia Tributaria, bajo la amenaza de multas económicas que van desde los 150 euros hasta los 600.000 euros. Estas demandas son más frecuentes en sectores que estén en permanente contacto con las administraciones y, por eso, todos los autónomos tienen derecho a pedir 30 días de vacaciones fiscales y ahorrarse las acusaciones "de obstrucción a la Administración Pública".

Las jornadas se pueden pedir por separado o en un periodo a escoger por parte del trabajador y, durante este tiempo, su Dirección Electrónica Habilitada única (DEHú) queda desactivada temporalmente. Son los únicos agujeros con los que la Ley da un respiro a los autónomos, muy lejos del amparo legal del resto de trabajadores.