La palabra pandemia ha ido cediendo progresivamente su protagonismo al término vacuna como palabra del año, porque es la madriguera donde residen las esperanzas de millones de humanos para poder volver a hacer una vida convencional. De las diversas vacunas que han llegado a la fase III clínica, tres que han ocupado muchos espacios en los medios de comunicación, como son la de Oxford, la de Pfizer y la de Moderna. Se ha hablado mucho de ensayos y de calendarios, pero poco de quién son las instituciones que hay detrás de de estas tres vacunas.
La farmacéutica Pfizer no necesita mucha presentación porque su fármaco estrella, Viagra, fue parte de la cultura popular allá por 1998, cuando irrumpió en el mercado para solucionar los problemas de vigor de millones de hombres. En el supuesto que nos ocupa, la farmacéutica norteamericana está aliada con la compañía BioNTech, una firma alemana de biotecnología que hace investigación en el ámbito de las inmunoterapias.
El valor en bolsa de Pfizer ha pasado de 7.000 millones de euros en 2019 a los más de 25.000 millones de euros este 2020 con la vacuna de la Covid
La empresa fue fundada en 2008 por Unoğur Şahin (que continúa siendo el primer ejecutivo), Özlem Türeci y Christoph Huber, y en la actualidad su capital está repartido entre infinidad de inversores, sobre todo fondos de inversión (el máximo accionista es Fidelity, que no llega al 2%). Para que nos hagamos una idea del impacto sobre esta compañía de éxito conseguido con la vacuna de la Covid, hay que saber que su valor en bolsa ha pasado de 7.000 millones de euros en 2019, a los más de 25.000 millones de este 2020.
Si los ingresos en 2019 fueron de poco más de 100 millones, en 2020 se han atansado a los 500 y en 2021 esperan superar los 5.600. Y un dato más, muy significativo: hasta 2020 la compañía perdía dinero cada año, mientras que a partir de 2021 tienen previsto obtener unos beneficios de cerca de los 4.000 millones de euros. En otras palabras, el éxito les ha cambiado la vida. En cuanto a los fondos recibidos durante los últimos tiempos, a finales del año pasado el BEI (Banco Europeo de Inversiones) les inyectó 50 millones de euros, y 100 millones más durante 2020, a los que hay que añadir los 250 millones de Temasek, fondo soberano de Singapur, de quien ya hablamos cuando analizábamos los principales accionistas de la petrolera Repsol.
El otro miembro del consorcio, Pfizer, que es una compañía norteamericana fundada en 1849 por dos inmigrantes alemanes y que hoy en día es una de las principales firmas del sector a nivel mundial. Sus cifras están a otra dimensión respecto a BioNTech, gracias a unas ventas superiores a los 50.000 millones de dólares. Su primer ejecutivo es el griego Albert Boula, veterinario de formación, que resultaría del todo desconocido si no fuera por qué hace unas semanas apareció con insistencia en todos los medios.
La razón fue la decisión de vender el 60% de las acciones que de Pfizer que poseía para aprovechar la subida de más del 10% que experimentó el valor al mercado bursátil después de las noticias sobre la efectividad de la vacuna. Cómo no, los máximos accionistas de la empresa son los fondos de inversión Vanguard, State Street, Capital Research, BlackRock y el fondo soberano de Noruega, entre otros. Estos cinco totalizan una participación de casi el 25% del capital.
La vacuna de Oxford
La conocida como "vacuna de Oxford" es la que están desarrollando la universidad de aquella ciudad inglesa y la multinacional AstraZeneca, también una de las más grandes del mundo como Pfizer. En este caso, el nacimiento de la compañía se produjo en 1999, a partir de la fusión de la sueca Astra, fundada en 1913, y Zeneca, que era la denominación del negocio farmacéutico escindido de la histórica firma británica ICI. En la actualidad mantiene la sede en el Reino Unido, su primer ejecutivo es el francés Pascal Rodiot, que tiene un largo currículum en el sector, después de pasar por compañías tan importantes como Aventis o Roche.
La facturación de AstraZeneca se ensarta hasta cerca de los 30.000 millones de euros anuales, lo que la convierte de pleno de derecho en una de los grandes farmacéuticas del planeta. Su máximo accionista es, como no, BlackRock, que entre varios fondos de inversión atesora más del 6% del capital; en la lista de los otros principales inversores no pueden faltar los sospechosos habituales, o sea, Capital Research, Vanguard, Fidelity o el fondo soberano de Noruega.
Moderna, Sputnik y Catalunya
Finalmente, el tercer actor de la tríada de líderes en la investigación de la vacuna es la firma norteamericana Moderna, sin duda la menos conocida de todas. Se trata de una compañía muy reciente, que apenas tiene diez años de existencia y que en su nombre juega con las siglas RNA, las iniciales en inglés del ácido ribonucleico (el objeto de las investigaciones de los fundadores de la empresa), más el término "modified", que explica la técnica que usan.
La firma tiene la sede en el clúster biotecnológico de Massachusetts, y fue fundada por los científicos Timothy Springer, Robert Langer y Kenneth Chien, con el apoyo financiero de los inversores en biotecnología Noubar Afeyan y David Berry. El primer ejecutivo de la firma es el multimillonario francés Stéphane Bancel, que además es uno de sus principales accionistas (tiene un 6% del capital).
Para que nos hagamos una idea de los efectos en las magnitudes de Moderna del descubrimiento de la vacuna, dando un vistazo podemos comprobar que en 2019 las ventas fueron de unos 60 millones de dólares, un año más tarde la facturación ya se atansaba a los 500 millones de dólares (con pérdidas muy cuantiosas), mientras que las previsiones para 2021 se ensartan por encima de los 7.500 millones de dólares, con unos beneficios muy significativos. Entre los directivos hay un científico español, el madrileño Juan Andrés, que lleva tres décadas instalado en los Estados Unidos. En el grupo de los principales accionistas todavía se mantiene uno de los fundadores que hemos mencionado antes, se trata de Robert Langer (que tiene un 3%), rodeado de los fondos de inversión habituales: Fidelity, Vanguard, BlackRock, State Street, etc.
Además de estas tres vacunas, y de la rusa Sputnik, todavía hay un puñado más que no salen con tanta profusión en los medios de comunicación, como es el caso de la de Janssen, una firma que pertenece al gigante Johnson & Johnson, que para nosotros tiene una particularidad muy importante, y es que su distribuidor a gran escala (cincuenta millones de dosis anuales) será el laboratorio catalán Reig Jofré.