El enésimo rifirrafe entre Madrid y Barcelona ha tenido como protagonista la organización del Gran Premio de Fórmula 1. Mientras el Circuit de Montmeló acogerá este año su 33ª edición, Madrid, de la mano de IFEMA, recuperará la celebración de este evento, en 2026, cuarenta años después. Aunque parece que ambas propuestas podrán finalmente convivir juntas, estos días se han abierto muchos debates. El más interesante, seguramente, sea si realmente es rentable para las ciudades organizadoras toda la inversión que esto supone.
Las partes interesadas, que a menudo defienden el uso de fondos públicos para financiar la acogida de grandes eventos deportivos, consideran que estas inversiones son beneficiosas, pues aumentan la actividad económica, y que todos los costes valen la pena porque potencian el turismo y crean un efecto de marca que muestra la ciudad anfitriona.
Como ejemplo, las declaraciones de José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, y de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, principales impulsores del proyecto madrileño, asegurando que las miradas se dirigirán a la capital y que el evento tendrá consecuencias económicas muy beneficiosas para la región. Incluso han llegado a cifrar estos beneficios en un retorno de 450 millones de euros anuales y en la creación directa de 10.000 empleos.
Centrémonos
Si bien es cierto que diferentes estimaciones sitúan a la audiencia global en unos 425 millones de personas (sólo superada por los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol), y que estas cifras podrían invitar al optimismo a la hora de estimar el impacto económico en las ciudades o regiones anfitrionas, la evidencia empírica sugiere que esto es raramente el caso.
Los legados (económicos) derivados de los grandes eventos deportivos deben considerarse "potenciales"
Primero porque, como señalaba la revista Forbes, todas las carreras actuales de F1, salvo el Gran Premio Británico, reciben una sustancial financiación pública. Así, y como argumenta el economista Holger Preuss en el estudio A framework for identifying the legacies of a mega sport event, los legados (económicos) derivados de los grandes eventos deportivos deben considerarse "potenciales".
De entrada se pueden prever beneficios potencialmente tangibles que superen los costes asociados a la acogida de los eventos deportivos, pero no existe ninguna garantía de que éstos se materialicen en la realidad. De este modo, juzgar si las inversiones de dinero público en carreras de F1 son adecuadas depende de si la actividad económica asociada a los eventos es suficientemente significativa para justificarlas.
En el mejor de los casos, el efecto económico real de organizar estos Grandes Premios es nulo
Segundo, las conclusiones del paper académico The impact of Formula 1 on regional economies in Europe, elaborado por los economistas noruegos Rasmus K. Storm, Tor Georg Jakobsen y Christian Gjersing Nielsen, nos indican que, en el mejor de los casos, el efecto económico real de organizar estos Grandes Premios es nulo. Es más, a medio plazo (unos tres o cuatro años), los investigadores concluyen que existe un efecto negativo sobre el PIB, el empleo y el turismo.
Una explicación, consideran, podría ser que los efectos negativos son causados por el uso ineficiente del dinero público. Que la administración pública participe de forma activa en la organización de estos macroeventos deportivos, tiende a inflar los costes y, por tanto, volverlos ruinosos. Además, los datos sugieren que existen elevados costes de oportunidad asociados a ser un anfitrión de un Gran Premio de Formula 1.
Otra posibilidad que contemplan es que el gasto turístico generado por las carreras se compense con la disminución de gastos de los turistas afectados negativamente, que deciden no visitar la ciudad. Consideran también que algunos residentes podrían optar por marcharse de la región durante la celebración de estos eventos, reduciendo así el gasto local.
Que la administración pública participe de forma activa en la organización de estos macroeventos deportivos tiende a inflar los costes
¿Y ahora qué?
Los economistas noruegos terminan su trabajo afirmando que las partes interesadas deberían reconsiderar el argumento de que utilizar fondos públicos para acoger carreras de F1 es una buena inversión. "Aunque a menudo se hacen afirmaciones sobre beneficios significativos, la mayoría de los estudiosos económicos coinciden en que casi nunca es así", sentencian.
En este sentido, también pueden considerarse otros beneficios menos tangibles, como la cohesión social entre los residentes locales, como razón para acoger las carreras de Fórmula 1. Sin embargo, es crucial presentar evidencias que confirmen la existencia de estos beneficios antes de apoyarse en ellos como justificación.
Lo interesante podría ser encontrar algún inversor privado capaz de rentabilizar esta inversión
Sin embargo, esto no significa que estos eventos no deban organizarse. Simplemente significa que no deberían destinarse fondos públicos porque el retorno social de estas inversiones es nulo o negativo. De este modo, lo interesante podría ser encontrar algún inversor privado capaz de rentabilizar esta inversión o, al menos, cubrir costes.