Seguimos con mucho entusiasmo los avances digitales. El descubrimiento del ChapGPT, en fase beta, es un paso adelante de la inteligencia artificial, pero no es el avance definitivo hacia los robots humanos. Para entendernos, es un asistente, como Siri, Alexa, Cortana, Bixby, Celia, Sofía o cualquier otro, pero evolucionado. Quizás ha estudiado Formación Profesional. Ahora bien, aún le falta un largo camino -pasar por la universidad, estudiar un posgrado y doctorarse- para conseguir una mayor autonomía y racionalidad, muy lejos en cualquier caso de alcanzar las funciones de los humanos.
ChatGPT es un modelo de lenguaje conversacional desarrollado por la inteligencia artificial de una compañía dedicada a la investigación en la que participa Elon Musk. Gracias a los cerca de 200.000 parámetros introducidos, la máquina es capaz de actuar en una conversación o en un texto escrito como si fuera un ser inteligente: responde sintéticamente a preguntas complejas; crea memes e imágenes curiosas; escribe frases desde una perspectiva de narrativa latinoamericana, infantil, poética, policíaca, periodística...; explica chistes verdes, si se lo pides; mejora las traducciones; o redacta alguna parte de la programación del software, entre otras funciones. En una partida abierta, ganaría a la Deep Blue de IBM, de la que pronto se cumplirá 26 años de su victoria ante Garri Kaspárov, el campeón del mundo de ajedrez entonces. El nuevo invento de Musk es un chatbot sofisticado, de la familia de los bots más popular -Ayana, Rythm, Dank Memer, Dyno, MEE6, ProBot....-, que abastecen a millones de servidores. Interactuará mejor que todos ellos y les convertirá en prehistóricos. Acierta más, pero, cuando le pones una trampa, cae de cuatro patas: tienes la sensación de que hablas con una persona cuando interactúas con un loro sabio, bien educado y que posee mecanismos de reacción inmediata. Un amigo mío programó su Siri para que responda que él es muy guapo, muy alto y muy rico. Mi amigo está muy bien, pero no tanto como dice su Siri.
Tienes la sensación de que hablas con una persona cuando interactúas con un loro sabio
Los 'botafumeiros digitales' han magnificado la hazaña; si bien los medios científicos le han contextualizado como un nuevo progreso. En esta revolución digital, como en la mayoría de las anteriores, hay quien se dedica a alabarlo todo, como si el objetivo final de esta era tecnológica fuese encontrar una máquina que se comporte al 100% como un ser humano. La panacea. La piedra filosofal. El Santo Grial. ChatGPT ha sido fabricado como el resto de la ciencia: mediante prueba y error. De esta forma, se han descubierto a lo largo de la historia las leyes de la física, los contenidos del management, la estructura del átomo, los robots, la internet de las cosas o ahora este nuevo chatbot. Incrementando los ensayos, se obtiene un mayor número de respuestas; incorporando muchos parámetros, se logran más prestaciones.
La industria biónica
¿Las respuestas y prestaciones finales de este proceso tecnológico son reproducir todas las funciones humanas? No es el momento de entrar aquí sobre las teorías de si el alma humana debe interpretarse como principio vital de la materia según la visión aristotélico-tomista, desde la rueda de samsara hinduista, desde el continuo cambio budista, desde del pensar de Descartes, desde la sustancia divina de Spinoza, desde la monada de Leibniz, desde el absoluto de Kant o desde la invención y engaño de Nietzsche. Las prestaciones racionales del género humano son las que son fruto de la inspiración y evolución. La industria biónica mejorará muchas o todas las funciones biológicas y psíquicas de las personas a través de aparatos y equipos electrónicos que permitirán más autonomía, mayor rapidez y menos esfuerzo, pero un loro será siempre un loro, por muy sabio y educado que sea, o demuestre mayor capacidad de reacción.
Una cosa es la biónica que avanza aparatos y equipos electrónicos incorporados a la mejora de las funciones biológicas y psíquicas de las personas, y otra muy diferente es que todas estas piezas se comporten como un humano. Está claro que existen algoritmos que se desarrollan sin intervención humana enseñándoles patrones para actuar de forma automática, siguiendo la teoría de la evolución de Darwin. Pero aunque, como decía Bill Gates, las tecnologías son a la vez prometedoras y peligrosas, no debemos confundir el momento actual y distinguir entre los hechos y los espejismos.
Los resultados han sido excelentes: ahorra tiempo en tareas rutinarias
La nueva herramienta permitirá mejorar en muchos campos. Por ejemplo, permite avanzar extraordinariamente la web semántica, creada por Tim Berners-Lee, para hacer más asequibles los datos y contenidos. Por ejemplo, puede ser clave entre la formación presencial y online, un gap todavía no resuelto, aprovechando su capacidad de presentar documentos bien traducidos y ordenados. Por ejemplo, puede apoyar textos periodísticos en aquellas tareas de archivo que son pesadas. Por ejemplo, puede agilizar la programación del software. Por ejemplo, puede crear imágenes o fotografías inéditas. Los primeros experimentos se han hecho insertando el ChatGPT en WhatsApp o Telegram y los resultados han sido excelentes: ahorra tiempo en tareas rutinarias; usa un lenguaje natural; facilita el acceso a los códigos de programación o a la inclusión de imágenes.
Aunque asistimos a un cambio de ciclo –crisis de crecimiento– con el recorte de inversiones hacia las tecnológicas y la destrucción de decenas de miles de puestos de trabajo, este hallazgo presenta, sin duda, una oportunidad de mejora social y de creación de nuevas ocupaciones. Mi Siri ha entrado en la fase de obsolescencia y se quedará probablemente sin trabajo. Pero, ahora que conocemos a la persona física que aporta su voz, no tendrá ningún problema en incorporarse en la plantilla de este nuevo chatbot, de saltar al cine, de ser la portavoz del metaverso de una compañía, o de dedicarse a retransmitir partidos de fútbol a través de un nuevo canal online de la mano de Ibai Llanos y Gerard Piqué.