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Del veto de Obama a los aranceles de Trump: cómo EE.UU. creó y destruyó el comercio mundial

La escalada arancelaria en los mercados mundiales pondrá a prueba la fuerza de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como organismo arbitrario y sancionador

Barack Obama y Donald Trump durante el funeral del presidente Jimmy Carter | Ricky Carioti - Pool via CNP / Zuma Press / ContactoPhoto
Barack Obama y Donald Trump durante el funeral del presidente Jimmy Carter | Ricky Carioti - Pool via CNP / Zuma Press / ContactoPhoto
Carlos Rojas | VIA Empresa
Periodista
Barcelona
06 de Febrero de 2025
Act. 06 de Febrero de 2025

Cada día que abrimos el periódico, Donald Trump está presente. La llegada del nuevo presidente a la Casa Blanca ha supuesto un verdadero terremoto a escala internacional debido a su amenaza de imponer aranceles en todas partes. A pesar de que la advertencia de momento no ha pasado de unas tarifas del 10% a los productos chinos y de un 25%, ya retirado, a los productos canadienses y mexicanos, su carta de presentación no puede ser más evidente: bajo su administración, Estados Unidos prepara un cambio de política comercial. Consecuentemente, tal como se concluyó en jornadas como el Beyond Catalonia o el Congrés Eurecat, la globalización ha muerto. Con la caída del multilateralismo, por tanto, es pertinente preguntarse qué papel tendrá la Organización Mundial del Comercio (OMC), una institución judicial que impulsó EE.UU. en 1995 con la idea de regular el comercio internacional y que desde la administración de Barack Obama ya estaba herida de muerte.

 

Pero para entender el presente, es necesario saber qué ocurrió en el pasado. A mediados de los años 90, la globalització parecía un fenómeno imposible de frenar. Entonces, el comercio internacional había pasado de representar un 20% sobre el PIB a un 60%. De esta manera, grandes economías como Estados Unidos, entonces presidida por el demócrata Bill Clinton (1993-2001), lideraron la creación de una institución de carácter arbitraria que serviría para administrar la actividad internacional. Así nació la OMC, a partir de un acuerdo tácito de no imponer aranceles ad hoc y de implantar un tablero de juego que facilitara acuerdos comerciales entre diferentes países.

El escenario geopolítico de aquel momento era muy diferente al actual. China no era una superpotencia que amenazaba la supremacía de Estados Unidos y, de hecho, en la Casa Blanca se percibía como una gran oportunidad para hacer negocios. Así, el presidente George W. Bush (2001-2009) logró que el gigante asiático se abriera al capitalismo y se uniera a la OMC. Durante la siguiente década, todo transcurrió con relativa normalidad: se desarrollaron cadenas de valor globales, con fábricas en diferentes puntos del planeta y la hiperglobalización se consolidó. Por su parte, la OMC ganó fuerza y credibilidad al resolver disputas comerciales con cierta independencia.

 

Los bloqueos de Obama, el primer paso

El expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama | EP
El expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama | EP

Durante el primer mandato de Obama (2009-2013), sin embargo, la alegría se tornó en preocupación. La adhesión a la OMC se tradujo en un crecimiento exponencial de China. El presidente Hu Jintao se benefició de ventajas como la caída de los aranceles para exportar masivamente productos manufacturados, al mismo tiempo que ignoró las prohibiciones de ayudas industriales que afectaran a la competencia internacional. La OMC no castigó esta conducta, y China aprovechó para impulsar ayudas estatales a sectores estratégicos como la energía o la tecnología. A su vez, fueron acusados de violar la normativa de propiedad intelectual en varias ocasiones y obligaron a compañías que querían operar en el país a colaborar con firmas chinas para beneficiarse de la transferencia del conocimiento.

Estados Unidos había despertado a un gigante dormido. La chispa definitiva fue la restricción de tierras raras por parte del gobierno de Jintao. Para Obama ya no había ninguna duda: el objetivo de China era quitarles la posición de liderazgo en el sector tecnológico, y por esta razón los asiáticos no querían ceder un material clave para fabricar dispositivos. Todo esto derivó en dos acciones. La primera, varias demandas ante el tribunal de comercio mundial. Y la segunda, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). Con estos pactos bilaterales, Obama abandonó el multilateralismo y salió del tablero de la OMC por primera vez para aliarse comercialmente con 11 países de la región de Asia-Pacífico. De esta manera, podía fijar su propia normativa comercial. Y evidentemente, entre estos estados seleccionados no se encontraba China.

Después de que China se aprovechara de la OMC, Obama bloqueó el Órgano de Apelación y forjó alianzas fuera de este organismo; el espíritu inicial se desvaneció

Estos movimientos fueron el punto de partida de la enmienda a la totalidad que presentó Trump años después. Obama, sin embargo, no se detuvo aquí e impuso fuertes aranceles antidumping. Entre ellos, uno del 35% sobre los neumáticos chinos. Según el presidente demócrata, la importación masiva de este producto desde China estaba provocando pérdidas de puestos de trabajo en el mercado laboral norteamericano. Además, se frenaron muchos proyectos multilaterales, es decir, aquellos que daban sentido a la OMC.

Con todo, durante su segunda legislatura (2013-2017), Obama dio el paso definitivo. Fue en 2016, cuando vetó a un juez, Seung Wha Chang, al que consideraba especialmente perjudicial para los intereses norteamericanos. Supuso el primer bloqueo estadounidense al Órgano de Apelación, pero no el único. A partir de ese momento, el poder resolutivo de la OMC disminuyó con fuerza y el espíritu inicial de igualdad de condiciones se esfumó completamente.

Trump, la bomba de relojería definitiva

Donald Trump, el nuevo presidente de los Estados Unidos | EP
Donald Trump, el nuevo presidente de los Estados Unidos | EP

Si bien Obama se mostró duro con la OMC, Trump (2017-2021) fue absolutamente implacable. No solo amenazó con abandonar la institución, sino que continuó con el legado de su predecesor e intensificó el bloqueo de Obama en 2019, hasta el punto de que ese mismo año la OMC no dispuso de suficientes jueces para continuar operando al ritmo requerido. Entre otras cosas, ya no era posible que los países pudieran apelar las resoluciones emitidas.

El siguiente paso era previsible: ignorar las sentencias de la OMC. La escalada de aranceles entre Washington y Pekín derivó en diferentes denuncias ante el organismo regulador, que falló a favor de China. Estados Unidos, sin embargo, hizo caso omiso y mantuvo sus tarifas anticompetitivas, dado que no se tomaron en serio que la entidad aún considerara al gigante asiático como un país en vías de desarrollo. A estas alturas, Trump ya veía la creación de la OMC como "el peor acuerdo comercial jamás hecho" por el gobierno norteamericano y optó por desatender todas sus notificaciones.

Ni Trump ni Biden levantaron el bloqueo de Obama al Órgano de Apelación de la OMC, un hecho que ha destruido la autoridad del tribunal de comercio internacional

Así pues, Trump logró imponer su voluntad sin consecuencias gracias a un subterfugio incluido en la normativa de la OMC: la seguridad nacional. A partir de esta salvaguarda, los Estados Unidos podían ignorar las resoluciones del regulador e imponer, entre otras cosas, grandes aranceles al acero y el aluminio importados de la Unión Europea (UE) o a otros productos europeos a raíz del conflicto competitivo entre la estadounidense Boeing y la europea Airbus. Unas tarifas que la administración de Joe Biden mantuvo, al igual que el bloqueo del ya famoso Órgano de Apelación. Según el presidente demócrata, el tribunal mundial necesitaba "reformas estructurales" antes de levantar el veto. Nunca llegó a concretar ninguna, y solo mostró piedad a la hora de acordar la exención de patentes a las vacunas de la covid-19, en 2022.

2025: ¿sobrevivirá la OMC?

Donald Trump firmando diversas órdenes ejecutivas | EP
Donald Trump firmando diversas órdenes ejecutivas | EP

Con el regreso de Donald Trump, el gran enemigo de la OMC, parece complicado que las perspectivas de futuro mejoren. Al fin y al cabo, el segundo mandato del republicano promete aún más aranceles que su primera etapa. Evidentemente, todo ello fuera del tablero de juego que se creó en 1995. Por ahora, el papel del tribunal del comercio mundial ha quedado reducido a uno testimonial.

Recientemente, la directora Ngozi Okonjo-Iweala expresó su preocupación por las tarifas que prepara la Casa Blanca a diestro y siniestro y comparó la fotografía actual con la de la Gran Depresión de los años 30, cuando se impulsó la Ley Smoot-Hawley. Okonjo-Iweala cifra en "dobles dígitos" las pérdidas del PIB mundial y alerta de "consecuencias catastróficas".

¿Morirá la OMC de aranceles o alguien salvará el último vestigio que queda de la hiperglobalización del siglo pasado?

De momento, Trump ha frenado los aranceles del 25% a los productos de Canadá y México después de que los gobiernos de estos dos estados aceptaran reforzar la vigilancia en la frontera. Además, las tarifas contra los productos chinos han sido del 10%, es decir, muy lejos del 60% que prometió en campaña. En cualquier caso, un incremento suficiente para que el gobierno de Xi Jinping haya llevado el caso ante la OMC y haya anunciado contramedidas. Ahora bien, ha quedado claro que denunciar las medidas estadounidenses ante el regulador mundial del comercio hace años que no tiene ningún efecto. Por lo tanto, la pregunta que cabe hacerse es: ¿morirá la OMC de aranceles o alguien salvará el último vestigio que queda de la hiperglobalización del siglo pasado?

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