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Melones abiertos, melones cerrados. Crónica del 2023

Ahora es el momento de parar máquinas y explicar el desenlace de algunas historias

Ahora es el momento de parar máquinas y explicar el desenlace de algunas historias | iStock
Ahora es el momento de parar máquinas y explicar el desenlace de algunas historias | iStock
Barcelona
29 de Diciembre de 2023

A lo largo de este año 2023 hemos ido abriendo melones que no siempre hemos podido cerrar. Ahora es el momento de parar máquinas y explicar el desenlace de algunas historias que dejamos a medias. El mes de febrero comentamos la situación en la empresa de fast food por deliveryTelepizza, que vivía una guerra por el control de su capital, en medio de una fuerte crisis que hacía peligrar la continuidad del negocio. La situación crítica de la firma provocó que una parte de los acreedores (los fondos de inversión Blantyre, Oak Hill y Fortress) se amotinaran y pidieran transformar su deuda en capital, con el que echarían los accionistas del momento (el fondo americano KKR, y las sociedades Artá, Torreal, J. Safra Group y Altamar). Los más reactivos a la propuesta eran el Santander y el Estado, que había dejado dinero a Telepizza a través del ICO (Instituto de Crédito Oficial). Dejábamos la historia en este punto, pero a finales del mes de septiembre se supo que el juez había aceptado la propuesta de los acreedores para controlar la empresa, eso sí, asumiendo un finiquito de dos tercios de los pasivos (unos 200 millones de euros). Al final, ni Santander ni ICO representaron un obstáculo para cerrar el convenio. Los accionistas que hasta ahora habían controlado Telepizza ya son historia.

El nudo que todavía no se ha deshecho es el de la situación de Applus

Pocas semanas después de detallar el caso Telepizza pusimos sobre la mesa la situación de Revlon, el gigante de los cosméticos que entró en un proceso de suspensión de pagos y quiebra (el famoso Chapter 11 de la normativa americana) con la idea de ganar tiempo para reequilibrar el negocio. En pocos meses, quienes reestructuraron la firma consiguieron que Revlon saliera de la situación crítica donde estaba inmersa y ahora los nuevos propietarios son los antiguos acreedores, titulares de una compañía bastante saneada (han conseguido eliminar más de 2.700 millones de deuda, para reducirlo hasta los 1.500 actuales). Los nuevos accionistas son Glendon Capital Management LP, King Street Capital Management, L.P., Angelo, Gordon & Co, entre otros. La presidenta y primera ejecutiva, Debra Perelman, tuvo que abandonar los cargos durante el proceso, sustituida por Liz A. Smith.

El nudo que todavía no se ha deshecho es el de la situación de Applus, que vive bajo las opas de dos bandos, el fondo Apollo, por un lado, y los también fondos I Squared Capital (ISC) y TDR. El primer intento vino de estos dos últimos, para después aparecer la propuesta de Apollo (9,50 euros), y a continuación una contraopa por parte de los ofertantes iniciales (9,75 euros). En medio de todo esto, Applus no para, porque acaban de adquirir una compañía de consultoría para proyectos eólicos, llamada Barlovento. El mes de marzo relatamos todo lo que estaba sucediendo en Celsa, una firma catalana que corría el riesgo de estrangularse con su propia deuda. En aquel momento, el grupo industrial que factura 6.000 millones de euros y ofrece trabajo a 12.000 personas, era el objeto de deseo del consorcio de fondos acreedores que habían financiado la voluminosa deuda de la empresa.

Jim Ratcliffe intentó comprar el Barça y ha acabado adquiriendo el 25% del Manchester United

Después de una lucha valiente entre la propiedad -la familia Rubiralta- y los acreedores, el mes de septiembre pasado el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya sentenció que el plan de los titulares de la deuda era aceptable y transfirió, en consecuencia, la propiedad de los accionistas hacia este grupo de fondos acreedores. El consorcio que ha asaltado el poder lo lidera el Deutsche Bank y está acompañado por Houlihan Lokey, SPV, Cross Ocean, Sculptor, Golden Tree, Capital Group, Attestor, entre otros. Empieza una nueva vida para la empresa, que nunca ha dejado de ser rentable y que ahora podrá vivir con un balance mucho más saneado. Ya en verano, el protagonista de uno de los artículos fue Sir Jim Ratcliffe, de quien explicábamos que había propuesto comprar el Barça. Cuando le explicaron que esto, de momento, no era posible a causa del modelo de propiedad del club, se fue con la cola entre piernas dispuesto a encontrar otra oportunidad. Y la oportunidad para el propietario de Ineos ha llegado pronto, porque hace pocos días que ha llegado a un acuerdo para adquirir el 25 % del capital del Manchester United a sus singulares propietarios, los Glazer.

Hacía tiempo que los Red Devils estaban en venta, pero nadie tenía claro si lo que la familia Glazer quería era desprenderse de la totalidad del club o, como ha acabado pasando, conseguir un compañero de viaje. La inversión del magnate inglés ha sido de 1.200 millones de libras esterlinas (casi 1.400 millones de euros), lo que implica una valoración de club de más de 5.500 millones en la divisa continental. El Barça puede tomar buena nota por si acaso. Y hablando de los azulgranas, a quienes este año hemos dedicado unos cuantos artículos, en los últimos días se ha producido una noticia que les afecta de pleno: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) acaba de hacer pública una sentencia que abre las puertas al hecho que la UEFA y la FIFA pierdan la exclusividad en la organización de competiciones de clubes, con lo que podría representar que se abra una rendija para la creación de la ya célebre Superliga. Tanto Barça como Real Madrid, sedientos de ingresos, creen ver en la Superliga su salvavidas financiero.

El otro tema estrella ha sido lo de Telefónica

Y, naturalmente, el otro tema estrella que dejamos abierto es el de Telefónica, de la que el 6 de octubre explicamos qué había pasado a tener como inversor de referencia (9,9%) a STC Group (Saudi Telecom Company), una empresa mayoritariamente estatal de Arabia Saudí. Esta entrada en el capital encendió no pocas alarmas, dado que Telefónica es una empresa clave en la tecnología de la defensa. Después de unos meses de incertidumbre sobre cuál sería la reacción del Estado, pocos días antes de Navidad supimos que el Gobierno había decidido comprar un 10% del capital de la firma, con el que pasaría a ser el accionista más grande, ligeramente por encima de los saudíes.

Sobre la medida aplicada podemos hacer múltiples interpretaciones: desde la reacción eficiente del Estado para proteger un activo clave, a una escenificación de cara a la galería para conjurar una amenaza que en la realidad no existe (algunas fuentes aseguran que los saudíes no tienen ninguna voluntad de control ni de tener sillas en el consejo), y con mucho sentido financiero, porque ahora mismo la rentabilidad por dividendo supera con creces el 10%, muy por encima del coste del Estado para financiarse. También hay quien dice que se trata de un rescate encubierto porque, según estas fuentes, el balance de la tecnológica muestra unos desequilibrios más que preocupantes. Sea como fuere, en el 2024 continuaremos abriendo melones, que esperamos que salgan dulces.