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Goldman Sachs, UEFA y Florentino: Los díficiles equilibrios de Laporta

Segunda parte del análisis de las consecuencias del caso Negreira

Florentino Pérez y Joan Laporta en un foro en el Hotel Ritz de Madrid el pasado diciembre sobre la Superliga | AFP7 | Europa Press
Florentino Pérez y Joan Laporta en un foro en el Hotel Ritz de Madrid el pasado diciembre sobre la Superliga | AFP7 | Europa Press
Barcelona
14 de Abril de 2023
Act. 19 de Abril de 2023

Continuación de la crónica sobre el Caso Negreira publicada el pasado miércoles | El grifo del dinero se cerró durante el 2018, bajo el mandato de Josep Maria Bartomeu, pero según él mismo declaró a la Policía Nacional el pasado febrero, simplemente por la política de recortes en la que estaba inmerso el club. De esto se desprende que, en ningún caso, Bartomeu puso fin a los pagos por considerar inaceptable que el Barça tuviera a sueldo al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros. De hecho, en su declaración, Bartomeu aseguró que pensaba que quien prestaba sus servicios de consultoría era el hijo del árbitro, Javier Enríquez Romero y no el padre. Ah, y un detalle no menor: el abogado de Bartomeu es José María Fuster-Fabra Torrellas, un letrado al que han situado en polémicos ámbitos políticos.

Cuando hemos comentado que el argumento de los pagos era asegurarse cierta neutralidad en la competición hemos dicho que, por extraño que pareciera, podía tener un trasfondo real y es que no es necesario ser un erudito de la historia del fútbol estatal para saber que históricamente –desde hace setenta años– las decisiones de árbitros y comités favorecen sistemáticamente al Real Madrid. Quien piense que esto es una visión subjetiva y de parte, puede salir de dudas fácilmente viendo qué tipo de decisiones corrige hoy en día el videoarbitraje (el célebre VAR), dado que la mayoría implican anular una decisión arbitral que, una forma u otra, beneficiaba de forma incorrecta al conjunto de la capital del Estado. En otras palabras, con el videoarbitraje ha quedado demostrado científicamente lo que ya sabíamos por simple empirismo: en caso de duda, los colegiados silban a favor de los blancos, ya sean goles fuera de juego, penaltis o tarjetas de colores diversos. Es el resultado lógico de la presión que ejercen medios e instituciones con sede en Madrid sobre los protagonistas del circo del fútbol. Que el VAR ha destapado esta realidad es tan evidente como la campaña de los medios afines a Florentino Pérez (todos) para satanizarlo. Por tanto, puede resultar comprensible que la entidad azulgrana llegara al acuerdo (con alguien) de transferir ciertas cantidades económicas para contentar a determinados organismos futbolísticos en busca de la neutralidad.

El tipo de interés conseguido resulta sorprendentemente bajo, tratándose el Barça de una entidad en quiebra

Cambiando de tercio, estos días y coincidiendo con todo el escándalo Negreira se ha sabido que el club ha logrado cerrar la financiación necesaria para ejecutar el proyecto del Espai Barça. Tras varios aplazamientos en la fecha prevista para disponer del acuerdo con la banca de inversión –Goldman Sachs y JP Morgan– todos los medios (no el club) han informado de las condiciones del préstamo. Básicamente, se trata de una operación de crédito a un tipo cerrado entre el 5,5% y el 6% anual, por un importe de 1.500 millones de euros y con un plazo de amortización de unos 25 años. Los detalles de la operación varían en función del medio consultado, un daño colateral fruto de no disponer de la versión oficial del club y tener que documentarse a través de lo que los directivos filtran en la prensa. A la espera de confirmación por parte de la entidad azulgrana de los detalles de la operación, no se puede ocultar que el tipo conseguido resulta sorprendentemente bajo, tratándose el Barça de una entidad en quiebra y con una incapacidad estructural de generar caja positiva.

Quien ha callado en todo este proceso de búsqueda de financiación ha sido la Comisión Económica Estratégica del club, presidida por Joan Baptista Casas

Pero eso no es todo: es un secreto a voces que empresas españolas cotizadas en bolsa, saneadas y con beneficios recurrentes, están viendo como los fondos americanos deshacen posiciones de su capital por sus malas expectativas sobre la economía europea, con una guerra de de por medio –la de Ucrania–, que a nosotros nos puede parecer lejana, pero que con la mentalidad yanqui se está produciendo en el corazón de Europa. Si a la coyuntura general, le añadimos la particularidad de que el concurso del Espai Barça ha sido ganado por una empresa turca con nula experiencia en la Unión Europea, y todo lo que decíamos del Caso Negreira, nos queda un panorama escasamente atractivo para los inversores foráneos, y de ahí la extrañeza por haber obtenido un tipo de interés tan competitivo. Una posible explicación es que el club haya empleado como garantía del préstamo la pignoración de algunos de sus ingresos o, directamente, la cesión de la explotación del Estadi. Si en algún momento futuro el FC Barcelona se decide a explicar la operación a sus socios, convendría que la prensa les interpelara por estos detalles tan relevantes. Eso sí, quien no ha abierto boca en todo este proceso de búsqueda de financiación ha sido la Comisión Económica Estratégica del club, presidida por Joan Baptista Casas Onteniente (ex-decano del Colegio de Economistas y socio fundador de la firma de auditoría Faura-Casas) y que tiene funciones de vigilancia y asesoramiento en la junta directiva. Seguro que los socios agradecerían conocer su opinión.

Parece razonable que la UEFA libre al Barça de males mayores si se descuelga del proyecto de Superliga

Volviendo al tema central, una de las consecuencias que puede tener el caso Negreira es que la UEFA expulse al club de sus competiciones por un plazo que podría ser de tres años. Al organismo rector del fútbol continental le interesa más la eventual mala imagen que el Barça esté proyectando sobre el negocio del fútbol, que si se le declara o no culpable de gastar dinero en influir sobre los árbitros; en otras palabras, la UEFA no esperará a conocer la sentencia para decidir si sanciona o no al club azulgrana. Por otra parte, es un hecho reconocido que a la UEFA, como organismo opaco que es, le gusta negociar por debajo de la mesa, por lo que es fácil suponer que la eventual sanción que le puede corresponder al Barça no vendrá por sorpresa, sino que el ente europeo ofrecerá a los azulgrana alguna salida para evitarla. Y no hace falta ser muy avispado para intuir que aquí jugará un papel preponderante esta entelequia llamada Superliga que tanto molesta a los párrocos del fútbol europeo. Dicho de otra forma, parece muy razonable que la UEFA pueda librar al Barça de males mayores en caso de que se avenga a descolgarse del proyecto de Superliga y deje solo a Florentino Pérez y a su Real Madrid.

La UEFA podría dejar al Barça fuera del circuito internacional, lo que sería un triple drama: deportivo, financiero y simbólico

Y aquí entra en juego otra de las variables clave de la partida: ¿cuán fuerte es el vínculo entre Joan Laporta y Florentino? ¿Qué perjuicios institucionales o personales pueden aflorar en caso de romperlo? El presidente azulgrana tendrá que valorar con responsabilidad y escrupulosidad lo que se gana y lo que se pierde en cada caso, teniendo en cuenta que la sanción de la UEFA podría dejar al Barça fuera del circuito internacional, lo que sería un triple drama: deportivo, financiero y simbólico. El descalabro deportivo es evidente, pero con el añadido de dificultar la contratación de jugadores de primer nivel, que difícilmente querrán firmar por un club que no disputa competiciones internacionales, el verdadero escaparate de los futbolistas; financiero, porque los ingresos del club caerían de manera drástica, y simbólico, porque en estos momentos la entidad azulgrana es el único club europeo que ha participado en todas las ediciones de las competiciones continentales desde que éstas se pusieron en marcha, allá por 1955. Es de esperar que todos los implicados actúen con generosidad y sepan encontrar la mejor solución para el club, aunque ello comporte sacrificios personales. Ojalá la sangre no llegue al río y en cierto tiempo podamos comprobar que las relaciones entre Barça y UEFA son fluidas. En este sentido, sería deseable ver a Laporta ocupando alguna silla de peso en el estamento regulador europeo para asegurarnos un trato justo y equitativo.

Y en lo que respecta al Caso Negreira, no es nada descartable que en las próximas semanas o meses vayan apareciendo nuevos detalles que marquen la agenda del club y, por qué no, que provoquen que los culés tengan que ponerse las manos a la cabeza.