¿Y la europea? Bla, bla, bla

De la política a los mitos, la que se avecina y la realidad de la Unión Europea

Greta Thunberg, el símbolo de la lucha contra el cambio climático. | EP
Greta Thunberg, el símbolo de la lucha contra el cambio climático. | EP
Victor Costa
Exdirector de VIA Empresa
Barcelona
10 de Octubre de 2021
Act. 12 de Octubre de 2021

Hay declaraciones y discursos que se recuerdan de por vida. Es prácticamente imposible olvidar aquel 23 de septiembre de 2015 cuando el entonces presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, hizo famosa y viral la respuesta "¿Y la europea?" ante una pregunta del periodista Carlos Alsina sobre la nacionalidad española en caso de independencia de Catalunya. También será muy difícil de olvidar este 28 de septiembre de 2021 cuando la activista Greta Thunberg ha denunciado 30 años de "bla, bla, bla" de los líderes políticos -en especial, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson- sobre el cambio climático. Catalunya, España, Europa, el mundo... De donde venimos y hacia donde vamos.

 

Para empezar, volvamos al vídeo de Mariano Rajoy sobre la nacionalidad española y la independencia de Catalunya. El mejor momento de la entrevista dice así:

Rajoy: "Un catalán hoy es catalán, español y europeo, lo que algunos pretenden pedirle a la gente es que renuncie a su condición de español y europeo. Es un disparate. ¿Y sus derechos de españoles y europeos por qué tienen que perderlos? Esto va contra el signo de los tiempos. Esto es lo que tratamos de defender nosotros..."

 

Alsina: "Ya que estamos hablando del escenario de la independencia catalana, la nacionalidad española no la perderían los ciudadanos de Catalunya"

Rajoy: "No lo sé. ¿Por qué no la perderían? ¿Y la europea tampoco?

Alsina: "Porque la ley dice que el ciudadano de origen nacido en España no pierde la nacionalidad aunque resida en un país extranjero si manifiesta su voluntad de conservarla".

Rajoy: "¿Y la europea?"

Alsina: "La europea la tienen porque tienen la nacionalidad española"

Rajoy: "Estamos en una disquisición que no conduce a parte alguna"

Y de aquellas disquisiciones, estos lodos. 

Seguimos con el vídeo de Greta Thunberg en el Youth4Climate de Milán y a las vísperas del Gop26 de Glasgow donde se ríe del discurso negacionista de Boris Johnson que podría haber firmado el mismo Donald Trump a la vez que carga contra los líderes políticos de todo el mundo por la falta de políticas reales ante la crisis climática.

Thunberg: "Este no es el planeta B, este no es el planeta, bla, blando, bla. Bla, bla, bla".

Empiezan los aplausos.

Thunberg: "Esto no va de campañas caras, políticamente correctas, con bailes o bla, bla, bla. Reconstruir mejor y bla, bla, bla. Economía verde y bla, bla, bla. Cero emisiones en 2050 y bla, bla, bla. Cero emisiones en 2050 y bla, bla, bla. Cero emisiones y bla, bla, bla. Neutralidad climática y bla, bla, bla"

Siguen los aplausos.

Thunberg: "Esto es todo el que escuchamos de nuestros llamados líderes. Palabras y palabras que suenan genial, pero que hasta ahora no se han llevado a cabo. Nuestras esperanzas y nuestros sueños se ahogan en sus palabras vacías y promesas. Por supuesto que necesitamos un diálogo constructivo, pero han tenido 30 años de bla, bla, bla. Y donde nos ha llevado esto?"

Como si fuera 'Plats Bruts'

Hace unos días participé en un debate moderado y organizado por Mateo Peyrouzet, coordinador del observatorio de política exterior de la Fundación Alternativas sobre el futuro de Europa y compartí escenario virtual con el exsecretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido, la directora de 40dB, Belén Barreiro, el analista del Real Instituto Elcano, Patricia Lisa, y la cofundadora de Equipo Europa, Irene Pujol.

Von der Leyen: "Europa tiene que encontrar su alma"

Hablamos de pasado, presente y futuro de la Unión Europea. De la peor y la mejor noticia de los últimos tiempos. De expectativas, retos, mitos y realidad. Decía la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, que "Europa tiene que encontrar su alma". Pero, esta alma es todavía cómo un edificio en construcción, donde cada planta va a su ritmo, donde el constructor y el promotor no se acaban de entender, donde cada vecino quiere y tiene su propia ley pero también una ley de la comunidad, donde los espacios comunes son motivos de riqueza pero también de constante disputa.

Siguiendo el imaginario televisivo, a menudo pienso que la Unión Europea recuerda a Plats Bruts, Aquí no hay quien viva o La que se avecina. De hecho, no hay una Europa sino que hay muchas. De geometría variable y a múltiples velocidades, con un sueño común -de película- que se llama Unión Europea. Seguramente una de las mejores noticias que ha vivido la Unión Europea en las últimas décadas es el Erasmus para crear una conciencia y una identidad colectiva así como un relato común entre los jóvenes y la creación del euro para impulsar una política monetaria común. La política fiscal (des)unida ya la dejamos para otro día.

El alma de Europa

Todavía hay mucho trabajo por hacer para la Europa social y dejar así atrás el bla, bla, bla que tan bien suena dentro de la política. Dónde queremos que vaya Europa y hacia donde va? Preguntas similares, pero con respuestas muy diferentes. Hablamos concretamente de democracia real, transparencia, comunicación directa o poder de decisión de la sociedad civil y la ciudadanía más allá de depositar un voto en una urna cada tantos años.

Quo vadis, Europa? Es una muy buena pregunta que también se hacía recientemente Genís Roca en un artículo de opinión en VIA Empresa: "Lo sorprendente es el papel de Europa en todo este asunto. Se está discutiendo el nuevo orden mundial y ni Berlín, ni París ni Bruselas están invitados. Es la primera vez en los últimos 3.000 años que los europeos no somos determinantes en el diseño del mundo."

Roca: "Se está discutiendo el nuevo orden mundial y ni Berlín, ni París ni Bruselas están invitados. Es la primera vez en los últimos 3.000 años que los europeos no somos determinantes en el diseño del mundo"

Mientras Europa se lo mira, Estados Unidos y China luchan ya en una guerra abierta para ver quién domina el mundo tecnológico de hoy y de mañana.

Añade Genís Roca que "nosotros también tendríamos que intentar dedicar este tiempo a construir algo, como por ejemplo cuál tiene que ser el papel de Europa en el mundo. Se lo encargamos a los políticos hace más de 70 años y parece que ahora ya no hay los liderazgos necesarios para continuar empujando. Se dijo que en lugar de los Estados cogerían el relevo las ciudades, pero al frente hay la misma lógica de política de partidos que tanto daño nos está haciendo. Quizás ahora lo que toca es intentarlo desde otras lógicas, como por ejemplo la sociedad civil, los centros de investigación y el mundo científico. No es imposible, solo difícil".

De la política a los mitos

La Unión Europa tendría que ser libre, justa, sostenible, prospera, igualitaria, ecológica o digital... Entre tantísimos otros adjetivos. Pero mientras hay una especie de lucha en diferentes despachos nacionales dentro de la Unión Europea para lograr el poder después del Brexit u ocupar el liderazgo de Angela Merkel después de dejar su lugar como cancillera alemana, en el resto del mundo y especialmente en los Estados Unidos y en China ya se está produciendo una guerra fría económica y tecnológica por la hegemonía mundial. Quizás sí, es la hora de la sociedad civil europea, de sus centros de investigación y de su mundo científico y tecnológico. 

Hobsbawn: "Europa está más presente en la vida práctica de los europeos que en su vida afectiva"

El historiador Eric Hobsbawn pronunció en 2008 una conferencia titulada Europa, historia, mito y realidad donde aseguraba que "de la política a los mitos solo hay un paso. El mito europeo por excelencia es el de la identidad primordial. El que tenemos en común es esencial, el que nos diferencia es insignificante o secundario. Ahora bien, para Europa la presunción de unidad es tanto o más absurda teniendo en cuenta que lo que ha caracterizado su historia ha sido precisamente la división."

"A pesar de este proceso de homogeneización, los europeos no se identifican con su continente. Incluso, aquellos que llevan una vida realmente transnacional, la identificación primaria sigue siendo nacional. Europa está más presente en la vida práctica de los europeos que en su vida afectiva", concluye. 

Menos bla, bla, bla y más y mejor Unión Europea. Menos lógicas partidistas y más política real. Más y mejor sociedad civil. Y sobre todo hechos, no palabras.