En los próximos días están convocadas las elecciones para la renovación de los órganos de gobierno de las Cámaras de Comercio de Barcelona, Manresa y Terrassa. Sólo en tres de las trece cámaras catalanas habrá sana competitividad electoral, puesto que en las otras debe las postulaciones a los diferentes epígrafes que, representando el peso de cada sector en el tejido económico de sus demarcaciones, han sido únicas y, por tanto, sin concurrencia o, en algunos pocos casos, se han alcanzado acuerdos que han hecho innecesaria la contienda electoral. No siendo el objetivo de este artículo, quiero que será bueno analizar cuál de las dos circunstancias favorece más la actividad cameral.
A pesar de la realidad de Manresa y Terrassa y sin exageración alguna, el interés mediático está muy focalizado en la Cámara de Barcelona. Cierta y complementariamente al hecho de ser la cámara de la capital catalana y llevar su nombre, es la entidad que cobija más del 60% de las empresas catalanas, realidades objetivas de las cuales, injustamente a mi entender, se han derivado artículos y opiniones que marginan una más rica y amplia realidad cameralcatalana.
En la futura Ley de Cámaras de Catalunya, consensuado por las trece realidades actuales, se prevén mecanismos para posibilitar estructurar nuevas entidades, fruto de realidades actuales
Las demarcaciones de las trece cámaras catalanas derivan en buena parte de realidades socioeconómicas de finales del siglo XIX cuando se constituyeron la mayoría fruto de iniciativas locales que se acogieron a la nueva legislación (RD, 9 de abril de 1886) que en el marco de una crisis económica endémica y también de los mercados internacionales quería propiciar "unas organizaciones suficientes para dar forma y encaminar aspiraciones empresariales", puesto que rezaba la exposición de motivos, "el trabajo y la industria no estaban suficientemente amparados en la actividad aislada del individuo". Fueron pues iniciativas que se dieron en unos sitios y no en otros por diferentes realidades y motivaciones y que al final configuraron el actual mapa cameral catalán con tamaños diversos, algunos muy pequeños, y que seguro no se corresponderían con un objetivo diseño actual que también contemplara unas convenientes eficiencias de escala.
Con todo, la realidad es la que es y las tradiciones e idiosincrasias de las demarcaciones territoriales que abarcan hace difícil modificar el mapa cameral por integraciones, fusiones, etc. En contados casos han existido intentos por una lógica optimización territorial que desgraciadamente fracasaron por razones subjetivas. La señalada dificultad no implica imposibilidad y así en el texto del borrador de la pendiente y necesaria Ley de Cámaras de Catalunya, consensuado por las trece actuales realidades, se prevén mecanismos para posibilitar estructurar nuevas entidades, fruto de realidades actuales, que aporten mayor eficiencia por los intereses del tejido empresarial.
Es por esta actual situación que la realidad y competencias del Consejo General de Cámaras de Catalunya (CGCC) adquiere una relevancia necesaria que ya todas las cámaras debemos procurar y que el señalado texto pactado estructura al buscar una más plural gobernanza, con diferentes mayorías para la adopción de acuerdos en función de su impacto tanto en el conjunto como en la particularidad de cada entidad. El texto procura una necesaria coordinación de la actividad de las cámaras en proyectos comunes y sobre todo con los consensuados y administrativamente acordados con la administración, y también prevé que uno de los recursos del CGCC derivará de las aportaciones de las cámaras para sufragar las partidas que se aprueben en su presupuesto y que no vengan financiadas por otros ingresos o financiación pública, cambiando una actual dinámica inversa y poco objetiva para muchos.
En mi opinión, será conveniente que los nuevos órganos de gobierno camerales, avancen a partir de estos pasos ya dados aprovechando el trabajo hecho, por cierto, normalmente consensuado con el órgano tutelar y este objetivo está en el programa de la candidatura que encabezo.