El concepto de emprendedor normalmente va asociado a la imagen de una persona joven, de 20 y pocos hacia arriba. Es por eso que pensar en estudiantes de instituto que crean sus startups todavía a muchos los suena surrealista. De hecho, ya lo decía Àlex Sicart en una entrevista a VÍA Emprendida: "A veces te ven como un niño que tendría que estar en la escuela en vez de una reunión". Él es uno de estos prodigios. A sus 18 años, ya puede decir que ha fundado Student's Manager, Sharge e Hilo Nation, así como ha sido escogido una de las 30 personalidades menores de 30 años más influentes de Europa por la Forbes. Ahora bien, él no es el único, Lucía Sánchez y Pol Baladas son dos nombres más que suman a la lista de futuros genios.
Ellas también emprenden
Lucía Sánchez rompe los esquemas por dos motivos. El primero, por su edad; el segundo, porque es una chica que con 10 años ya desmontaba aparatos tecnológicos y que con 12 años sabía programar. "A mí siempre me ha gustado mucho la tecnología. Quería crear cosas, pero tampoco sabía qué ni cómo y un día por internet vi un vídeo de un niño norteamericano que había creado su primer juego e hice el mismo", explica a VÍA Emprendida sobre sus inicios.
Sánchez ha sabido desde muy pequeña qué era liderar. Su padre, en Julio Sánchez, es el CEO de la empresa de Alicante Energy Sistem, por el que ella siempre ha visto la figura del empresario tecnológico como un referente. Gracias al gusano que se le despertó con el vídeo, empezó a dibujar el camino hacia esta ambición y aprendió a programar ella a solas a través de YouTube, CodeAcademy y otras plataformas digitales. Bien, internet y los libros y revistas sobre emprendeduría que dice tener como lecturas predilectas desde hace años.
El resultado se materializó en Unicornio Gamer, la startup de la cual es la CEO y que nació a la vez que la app Crazy Block, un juego basado al romper bloques para lograr las metas. "Tardé un año y medio a publicarlo a Android, pero tuve 10.000 descargas en pocos meses y lo lancé después para Apple", apunta, añadiendo a continuación que el hecho de haber sido menor de edad hizo que el procedimiento fuera lento porque necesitaba el consentimiento de los padres para todo.
A la vez que programaba, también vendía cosas como camisetas o brazaletes. "Siempre he sido muy emprendedora", comenta, "después pude crear una tienda online donde venderlo todo con más accesorios". Y por si no fuera basta, trabaja en otra aplicación sobre Benidorm, su ciudad de origen.
Sánchez: "Entre las chicas tecnólogas no hay bastante referentes ni ejemplos a seguir"
Sánchez sabe que el hecho de ser joven y chica llama mucho la atención. Lamenta que así sea y defiende que se tiene que acercar el mundo de la tecnología al talento femenino: "Hay muy pocas chicas que sedediquen. Creo que no los llama la atención porque no hay nadie, no hay bastante referentes ni ejemplos a seguir".
Picar piedra para abrir camino
En Pol Baladas también fue un chico avanzado. "Siempre me había gustado la ciencia y la tecnología y con 10 años ya empecé a programar. A los 13 gané mi primer concurso de emprendeduría –donde fue a Londres con Sicart gracias a la idea- y a los 15 me convertí en freelance", resume brevemente su trayectoria.
El barcelonés también adquirió los conocimientos básicos de programación a partir de las píldoras que corren por la red, pero fue con su primer trabajo en una academia de inglés donde se profesionalizó. "Aprendí a programar picando piedra", sentencia, un contexto que ha hecho que ahora a los 18 años note que sus capacidades están por encima de las de sus compañeros de 1r de la carrera de Ingeniería de Datos de la Universitat Politècnica de Catalunya.
Y es que no sólo fue freelance para la escuela de idiomas, también para el Fútbol Club Barcelona y para el Centro Internacional de Métodos Numéricos en Ingeniería. Actualmente compagina la hacía en este centro de investigación, la emprendeduría y los estudios. Un trabajo difícil pero no suficiente para frenar el lanzamiento de proyectos.
Su nombre empezó a tener eco con la creación de Seleactivitat.cat, un portal que agrupa los exámenes de la prueba de acceso y que le sirvió para sacarle el gusano de emprender justo cuando estaba estudiando para las PAZ. "Esta es la startup que más me estimo y la primera seria que he hecho. Es la primera con cara y ojos y con un MVP (mínimo producto viable). Fue una válvula de escapament de la selectividad, con ella explotó todo", rememora. El discurso de Baladas es intenso y acompañado por gestos frenéticos, el que denota su pasión por el mundo de las startups.
También nos avanza que trabaja con sus compañeros, en Javier Roset y en Pau Alemany, para mejorar la plataforma y lanzar una nueva versión de apuntes basada en blockchain "para asegurar la propiedad intelectual de los documentos". "Tenemos ya más de 120 apuntes que col·laborativament colgaremos en el web y haremos que dejen de rodar o se lleguen a revender como mucha gente hace", explica. Tal como apunta, en un mes podría estar operativo.
Además, ha vuelto a trabajar con Àlex Sicart. Este golpe tienen entre manso Hilo Nation, la que describe como "un We Transfer descentralizado, es decir, no pagamos servidores y nos sale más barato". La base es la tecnología blockchain, pero con un protocolo llamado IPFS que hará que sólo el emisor y el receptor de un mensaje sepan quehabido algún movimiento. Todo ello responde al objetivo de crear "una interfaz decente que pueda utilizar incluso mi abuela", porque cómo remarca, es una tecnología con muy potencial pero difícil de explicar y de entender.
Crear por inercia
Hasta el momento cabe los dos ha pensado en el dinero. Baladas mismo reconoce que es porque no tienen hijos, facturas ni ninguna otra responsabilidad. Ahora bien, se hacen grandes y cada vez son más conscientes de la importancia de monetitzar el trabajo. Aun así, esto no saca que continúen creando, como dice el emprendedor, por inercia: "Vivo para aportar valor, siempre lo digo. Quiero tener ideas que sirvan y que ayuden las personas. Por eso primero haces la app y después voces que has acabado aportando algo. Las cosas salen suelas".
La parte positiva de todo es que no han tenido miedo de perder dinero o fracasar en el que tenía que ser su futuro profesional. Han caído y se han levantado; han vuelto a caer y se han vuelto a levantar; y así sucesivamente hasta el punto de llegar a la mayoría de edad (o casi, en el caso de Lucía) con un espíritu totalmente emprendedor.
Baladas: "Vivo para aportar valor, siempre lo digo. Quiero tener ideas que sirvan y que ayuden las personas"
Y, porque no, ser jóvenes quizás los ayudará a ser el referente que echan de menos. "He dado ya charladas abre marketing y aprendizaje a YouTube", destaca Lucía, que ya ha subido a los escenarios de una TEDTalk en Madrid, "me hizo ilusión porque sabía que estaba ayudando más jóvenes".
Ir más allá de la idea
El barcelonés es llevar con los jóvenes que ahora se autoetiqueten emprendedores. "Hay los que hacen un Power Point y ganan un concurso, yo ya lo hacía a los 13 años; los que hacen un producto, llegan a un MVP y crecen, pero después lo dejan; y finalmente los que continúan y no dejan de luchar para seguir creyente. Yo he pasado por las tres fases y ahora estoy a la última, la de verdad, donde voces que el que te hace tener éxito es ejecutar la idea", detalla.
Baladas: "Con 18 años no tienes 3.000 euros y sí los padres detrás diciéndote que porque te metes en abogados y gestorías"
Precisamente cree que este es uno de los problemas que hace que tener una corta edad te lo ponga difícil en el ámbito. Reconoce que a escala mediática ser adolescente es todo ventajas, es un relato que gusta a la prensa, pero no ayuda a escala ejecutiva: "Con 18 años no tienes 3.000 euros y sí los padres detrás diciéndote que porque te metes en abogados y gestorías, y unos inversores y empresas que no acaban estar seguros de tu compromiso". Por este motivo no desaprovecha la oportunidad de alabar en Xavier Verdaguer, que ha contado tanto con él cómo con Sánchez en la última edición de lo Imagino Express. "Él es un padrino espectacular, confía en tú y te puede traer muy lejos", dice.
Sánchez: "Si en las escuelas e institutos se enseñara a programar, tendríamos más jóvenes creando y ayudante a concienciar que podemos hacer muchas cosas"
Tampoco ayuda el bajo nivel de tecnología que hay en las escuelas, según apunta Sánchez, quienes destaca que la gente hace un buen uso de las tecnologías pero no sabe crear contenidos. "Si en las escuelas e institutos se fuera más allá de la ofimática y se enseñara a programar de manera obligatoria, tendríamos más jóvenes creando y ayudante a concienciar que podemos hacer muchas cosas", concluye.