Hace décadas que el municipio de Guissona, en la comarca de la Segarra, es conocido por contar con la sede y las instalaciones de la empresa que más ganancias obtiene de la provincia de Lleida. Más de 1.980 millones de euros de facturación anuales en plena pandemia y un resultado neto de 77,3 millones. 5.000 trabajadores directos y 5.000 más de indirectos, entre ellos campesinos y agricultores de la zona. Es el BonÀrea. Es el poder de una compañía alimentaria nacida el 1959 de la mano de un veterinario emprendedor, Jaume Alsina, poco asiduo a los medios de comunicación y una figura que ojalá dejara un libro de memorias escrito, seguro que merecería la pena.
63 años después del nacimiento de la compañía, BonÀrea no se entiende sin los orígenes leridanos y los mismos trabajadores confiesan a VIA Empresa que a veces se "crean colas" en Guissona para acceder a trabajar en el grupo alimentario, como si fuera una réplica del área metropolitana de Barcelona. "Tenemos que salir con previsión de casa", apuntan.
BonÀrea es la empresa que más factura de la provincia de Lleida con un resultado neto de 77,3 millones
Estos días, pero, el municipio ha salido a los medios de comunicación por otro motivo: uno de cada siete habitantes es de origen ucraniano. Una comunidad muy integrada en la zona y que, según explican, muchos de ellos trabajan en el grupo, puesto que hace años los iban a buscar a su país y "los fichaban" porque eran unos grandes expertos de la industria carnia y alimentaría. Los ofrecían un hogar, un pueblo de 7.000 habitantes y una nueva vida en un entorno muy conectado a una hora de Lleida y, algo más, de Barcelona. Y, ahora, son numerosas las banderas ucranianas que ondean en los balcones del municipio.
No hay palabras para describir la barbaridad rusa y son numerosas las concentraciones en la plaza del pueblo. Ni el alcalde ni la principal compañía del municipio ha dado la espalda. "Guissona, tierra de acogida", confiesan. Tres líneas de actuación: aportación económica, recaudación de material humanitario con el envío de un tráiler a la frontera y acogida de 50 familias provenientes de Ucrania a la zona, sobre todo entre Guissona y Cervera.
La nueva "normalidad" de BonÀrea
Antes de la aparición del coronavirus, entre 25.000 y 30.000 personas visitaban cada año la sede de BonÀrea en Guissona, mientras les enseñaban de cerca las instalaciones a clientes y a los mismos tenderos. Con la pandemia las visitas se pararon hasta este miércoles 2 de marzo de 2022, casi dos años después. En el viaje organizado por la élite empresarial catalanista Femcat para conocer a fondo la competitividad de la provincia de Lleida, no podía faltar el grupo. La guinda del pastel, cómo confiesan algunos líderes empresariales. Y mientras íbamos con un "tren turístico" por las quilométricas instalaciones, descubríamos unas cifras interesantes: 540 tiendas, más de 320 camiones de reparto, exportación a 35 países, bencineras propias, restaurantes con precios asequibles o Caixa Guissona, la única que queda en Catalunya junto con la Caixa d'Enginyers.
Uno de cada siete habitantes de Guissona es de origen ucraniano y muchos de ellos trabajan en BonÀrea
Podríamos decir que en BonÀrea tienen de todo. A pesar de que los competidores directos son gigantes de la talla de Mercadona y Lidl, cuentan con el valor añadido de tener todo el proceso integrado, desde el campo, a la producción y a la venta directa del consumidor. Y de fer país, Catalunya. Cómo apunta Jaume Alsina, de 87 años y fundador del grupo, se han hecho "muchas cosas buenas" pero esto ya es para otro capítulo. "¡63 años en BonÀrea y los que me quedan!"