Muchos hablan mal pero casi todo el mundo compra una vez u otra. O ve series, como la del Señor de los Anillos, la más cara de la historia, dicen. Que, por cierto, ha coincidido en el tiempo con el anuncio de un incremento sustancial de la llamada cuota Amazon prime, que es la que permite acceder a películas, series y música gratis.
Incasòl, el Presidente y el alcalde
Amazon abría su gran centro logístico en el Prat de Llobregat en el 2017. Eran 60.000 metros cuadrados, que se añadían a los 28.000 de Castellbisbal de un año antes, en un almacén altamente robotizado. La inauguración contó con la presencia del entonces Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y del eterno -hasta hace cuatro días- alcalde de la ciudad, Lluís Tejedor. El terreno lo habían comprado al Institut Català del Sòl, por 30 millones de euros, la operación más importante del ejercicio y que le permitió reducir las pérdidas que hacía años que iba acumulando. Eran tiempos en los que la logística parecía que tenía que ser nuestra salvación como país, con destacados propagandistas que, parafraseando Torras y Bages, sostenían que "Catalunya será logística o no será". había quienes, sin ser tan entusiastas, sostenían que si teníamos que ser un mercado importante para la empresa, ya estaba bien que tuviera unas instalaciones importantes aquí, que prestaran también servicio a España y al sur de Europa.
Desde entonces, se han añadido en Barberà, Martorelles -para los proveedores externos-, Mollet del Vallès -por la llamada última milla o distribución urbana-, Mollet del Vallès, Montcada i Reixac, Rubí, Constantí y el Far d'Empordà. Además de varios centros menores en la misma ciudad de Barcelona. Todos juntos ocupan un total de 15.000 trabajadores, según las estimaciones sindicales, puesto que Amazon no da datos de ocupación ni de negocio por comunidades autónomas.
De espaldas a la lengua
La relación con el país y con los trabajadores son dos de los puntos más conflictivos de la actuación de la empresa. Una empresa tan líder prescinde absolutamente de la lengua catalana en su página web y en las relaciones con sus clientes en Catalunya. Eso sí, al menos no censura tus opiniones sobre los productos cuando las escribes en catalán, no como hacen otras plataformas, como TripAdvisor. Y también se ha afanado en cumplir la normativa acordada por ERC y el gobierno español sobre presencia de la lengua en las plataformas audiovisuales. Las nueva serie de Tolkien se puede seguir en audio y en subtítulos en catalán y al menos el resto de películas de la alcurnia se han estrenado también con audio en catalán. Quizás también necesitaremos una ley para conseguir que la mayoría de estas plataformas de comercio y servicios que ahora marginan la lengua ofrezcan la posibilidad de relacionarse en catalán.
Minimizar costes ahogando a los trabajadores
La política de minimizar costes por donde sea también incide en las condiciones laborales de los trabajadores. Las informaciones, incluso en forma de libro, sobre el nivel de estrés y de control físico a que la compañía somete a los trabajadores son numerosas. Las dificultades por las prácticas sindicales, tanto en Europa como sobre todo en Estados Unidos, son también suficientemente conocidas. Y es que por mucha automatización y muchos robots de última generación que trabajen en los almacenes, el factor humano continúa siendo decisivo, tanto en cuanto a los costes como la calidad del servicio. La obsesión por la "mejora" del servicio -como la reducción en los plazos de entrega- y la competitividad en forma de precios llevan inevitablemente a todas estas plataformas a ahogar al máximo a los que trabajan para ellos, sean propios o subcontratados, como los de las empresas repartidoras.
Por mucha automatización y muchos robots de última generación que trabajen a los almacenes, el factor humano continúa siendo decisivo
Los efectos perversos del reparto a domicilio
Otra gran crítica a Amazon y las empresas de plataforma es la de arrasar con las pequeñas y medianas empresas comerciales y fabricantes. Ya hemos hablado en alguna ocasión de la competencia desleal que comporta convertir las camionetas que circulan por las calles en almacenes ambulantes que ocupan el espacio público sin ninguna contrapartida y de la necesidad de una fiscalidad específica que hace años que la administración debate sin acabar de decidirse.
También hemos hablado del hecho de que, como tantas otras grandes multinacionales, tenga la sede en Luxemburgo, uno de los países con más baja fiscalidad -junto con Irlanda y Países Bajos- de la Unión Europea, y consolide las cuentas de las filiales para pagar menos impuestos. Ahora tenemos en marcha una homogeneización fiscal en Europa y en los países occidentales para garantizar que todo el mundo pague al menos un 15% de los beneficios y por poner freno a este trasvase de ingresos y pérdidas hacia los países más favorables fiscalmente. Veremos si estos acuerdos y nuevas normativas son suficientes efectivos.
La defensa de Amazon
Amazon no es del todo insensible a las críticas y empiezan a proliferar los centros de recogida y los buzones en aparcamientos para que el cliente vaya a recoger el pedido. Es más, estos días ofrecían un descuento de cinco euros si en vez de llevártelo a casa, lo ibas a recoger a alguno de estos depósitos. Amazon no tanto porque a menudo se trata de productos voluminosos, pero otras plataformas se ofrecen el reparto en bicicleta o con vehículos eléctricos. Todo ello es el resultado incipiente y todavía dubitativo a las críticas formuladas sobre la congestión y la contaminación que genera el reparto a domicilio. Habrá que acompañar estos crecientes estados de opinión de las normativas o tasas adecuadas para acabar de modificar los comportamientos más depredadores de las plataformas y de los consumidores que ellas mismas han malacostumbrado.
Cuando buscas un producto y no lo encuentras después de dos o tres visitas a tiendas físicas pero está en Amazon, es difícil estarte de pedirlo en la plataforma
Amazon también hace bandera de su utilidad para las pequeñas empresas que no pueden o no se han decidido a vender por internet. Son los llamados marketplace o, simplemente, mercados en el sentido más amplio. El problema es que muchas empresas pequeñas y medias se quejan que cuando alguno de sus productos tiene mucha respuesta en las ventas a través de Amazon, la compañía encarga la fabricación a un competidor para venderlo más barato como marca propia y le arrebata el negocio.
El poder de un modelo
Todo ello son las luces y sombras -más- de una compañía que innova continuamente para hacerse suyo un cliente en cada vez más aspectos de su actividad como consumidor de productos y servicios. Esta innovación incorpora a menudo los tics de los grandes monopolios, que ahora son más poderosos que nunca porque son globales, tanto en términos territoriales como por la amplitud de servicios que prestan. Pero, está claro, cuando buscas un producto y no lo encuentras después de dos o tres visitas a tiendas físicas pero está en Amazon, es difícil estarte de pedirlo en la plataforma. Y cuando otro producto te lo ofrece un 25 por ciento más barato que tu proveedor habitual también resulta muy difícil estarte. Es el poder de un modelo de éxito.
La lucha contra los oligopolios, un deber democrático
Ante todo ello, tenemos una clara necesidad de mejorar la fiscalidad y las normativas que favorecen los oligopolios ante el resto del tejido empresarial para procurar volver a un mercado en verdadero libre competencia. La lucha contra los oligopolios, es un deber democrático y una necesidad para conseguir una economía más equilibrada y un reparto de riqueza más justo.
Pero también, fabricantes y proveedores de productos y servicios hace falta que se saquen el sueño de las orejas, que cooperen cuando sea necesario para conseguir economías de escala, abaratar costes y aumentar la eficiencia. Amazon y el resto de plataformas está bien que actúen de liebres que estimulen la innovación y la eficiencia de sus perseguidores. Pero si la distancia se hace demasiado grande, solo acaban convirtiéndose en elefantes que acaban aplastando a todo el mundo que queda por debajo suyo.