
Un barco capta agua del mar Mediterráneo en la Costa Brava, se transporta a una planta de filtrado y se acaba envasando para comercializar al gran público. Es el modelo de negocio de Aquamarina, un proyecto familiar nacido en Torroella de Montgrí y que ya ha traspasado fronteras llegando de Estados Unidos a Noruega.
Actualmente, abarca tres líneas: agua hipertónica 100% de mar para cocinar, agua de mar isotónica para beber con alto contenido de sales minerales que potencia la hidratación y la recuperación, y productos hechos con agua de mar enfocados en el cuidado de la salud y la higiene personal.
Judit Puig: "Seguro que hay gente que quería llevarse el mar"
Nacido en 2015, el objetivo inicial de Aquamarina era claro: acercar los beneficios del agua marina a todos. Así lo explica Judit Puig, socia fundadora: "Mi padre iba cada día a caminar a la playa del Estartit y le iba muy bien. Si a él le gustaba tanto el mar, seguro que hay gente que se lo querría llevar".
La resiliencia y las segundas oportunidades han marcado su trayectoria y actualmente es la única compañía en Catalunya especializada en la captación, el tratamiento y la comercialización de agua de mar. "Nos dimos cuenta de que el agua de mar tenía muchos beneficios y aplicaciones. Y el proyecto fue tomando forma", recuerda Judit.
Un fracaso por remontar
Los inicios del proyecto fueron complicados: la fundadora explica que la sociedad no entendía ese producto y los primeros cuatro años fueron de supervivencia: "Nuestra producción era mínima. Vendíamos unidades contadas de cada producto. Ni se nos pasaba por la cabeza vender un palet".
La herboristería era su punto de venta principal. "Nuestro discurso era hacer entender los beneficios del agua de mar y cómo se podía utilizar, desde la cocina hasta el deporte", explica Puig, que destaca que el público de herboristería era quien más se podía acercar a esa idea. Y también entraron en Bon Preu, que se convirtió en su principal cliente, pero las ventas eran mínimas.
Judit Puig: "La decisión fue muy difícil"
En aquellos momentos la empresa eran solo Judit, sus padres y su hermano. Después de cuatro años, el proyecto no acababa de despegar y decidieron cerrar: "La decisión fue muy difícil, porque había mucha ilusión, esfuerzo y una inversión muy grande".
Pero entonces, otros familiares decidieron apostar por el proyecto y sumarse a Aquamarina. Bon Preu cada vez tiraba más y lo creyeron. Y llegó la pandemia, que hizo caer las ventas a prácticamente cero. A pesar de eso, fue un punto de inflexión, ya que los consumidores tomaron más conciencia sobre los productos saludables en todos los ámbitos: "El público estaba más predispuesto a escucharnos".
El crecimiento de Aquamarina
Entraron en más supermercados y la venta por internet aumentó. Visitaban ferias internacionales y generaban interés. Hoy en día se encuentran en Bon Preu, La Sirena o Carrefour, entre otros. Además, han entrado en el canal de restauración, ya que el agua marina es un gran sustituto de la sal refinada y aporta muchos más valores nutricionales. Y en el sector farmacéutico. La aportación de minerales y oligoelementos esenciales para el buen funcionamiento del cuerpo, la estimulación del sistema inmunológico, la regeneración celular o combatir la fatiga son algunas de sus propiedades.
Todo esto les ha dado mucha visibilidad. "Intentamos ir poco a poco, pero recibimos demandas de muchos países sin buscarlo. Nos contactan empresas que quieren agua marina y nos encuentran a nosotros", relata Judit, que enfatiza que hay poca gente que se dedique a ello. De hecho, su barco, con siete depósitos de agua, es único en el mundo.
De la Costa Brava a Costa Rica
En 2022, la empresa envasó 275.000 litros de agua marina y vendió menos de 50.000 productos. En 2024 fueron 668.000 litros y 115.000 unidades. El objetivo de 2025 es llegar al millón de litros envasados. Y quieren lograrlo incrementando su presencia en América Latina, donde ya están en Costa Rica o México. Y continuar fortaleciéndose en mercados donde ya están ahora, comenzando por el Estado español, Francia, Noruega, Croacia, Irlanda o Eslovaquia.
Y todo ello con Costa Brava en el nombre de la empresa y en la marca: "Es un rasgo que diferencia nuestra identidad. Y estamos orgullosos de ser de la Costa Brava". Su amor por el mar y la Costa Brava fue el motor del proyecto y ahora lo están exportando por todo el mundo.