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Las figuras y las torres de los evangelistas de la Sagrada Familia, la columna del popular farol< de la Rambla de Barcelona, el Julio César de Manuel Cusachs de Lleida o la obra de Jaume Plensa. Todos ellos tienen en común Granits Barbany, una saga familiar catalana de picapedreros que ha hecho de la piedra su vida y su arte. Un arte que han llevado a medio mundo y que tiene su máximo esplendor en muchos de los elementos de la obra magna de Gaudí.
4 generaciones dedicadas a la piedra que han pasado de los más tradicionales picapedreros a auténticos pioneros tecnológicos para encontrar las mejores piedras del mundo y darles la forma idónea para catedrales, esculturas, monumentos o casas majestuosas. "El oficio es un constante aprendizaje", explican Jordi y Arnau, tercera y cuarta generación, que comparten este amor: "Lo primero es la piedra, lo que más me ha enganchado. Es lo que nos une a todos los miembros de la saga".
Un picapedrero catalán de 10 años en Francia
La historia de los Barbany se remonta a finales del siglo XIX, cuando un niño que no llegaba a los 10 años, Joan Barbany, dejó el Vallès para irse solo a Marsella y acabó en una cantera: "No sabemos por qué fue allí". Pero con diez años ya extraía piedra y el trabajo lo llevó por canteras de Francia, Marruecos y Argelia, hasta que regresó a Barcelona y se instaló en las canteras de Montjuïc y en Sant Esteve del Coll (Llinars), donde nació la empresa.
El Monumento a los Caídos en Barcelona o la Columna de la Farola de la Rambla de Barcelona fueron algunas de sus obras. Además, fue el primero en entregar material a la Sagrada Familia. "No era muy diferente de un campesino. Trabajaba en la cantera y vendía la piedra, adoquines, bloques... para que otra gente lo trabajaba", explican Arnau y Jordi. Centros históricos de todo el país llevan piedra extraída por los Barbany.
De Josep Pla a Manuel Cusachs
Josep y Pere fueron la segunda generación de Granits Barbany y desde pequeños se relacionaban con la piedra en Sant Esteve del Coll. Y fueron los encargados de dar un paso adelante y comenzar a ver el oficio como un arte. "Se dieron cuenta de que había una cadena que ganaba mucho dinero. Y decidieron vender la piedra con un valor añadido superior, haciendo un trabajo fino", recuerda Jordi, que explica cómo su padre ya no estaba interesado en que aprendiera el oficio de extraer la piedra. Fue a partir de los 80 cuando comienzan a abandonar su cantera y obtienen la piedra de otros lugares de todo el mundo.
El mundo artístico ya entró en Granits Barbany con Pere, que tejió relaciones con artistas como Manuel Cusachs, Josep Pla o Manolo Hugué. Una relación con artistas que se ha mantenido a lo largo de los años, ya que los Barbany siempre han colaborado con reconocidos escultores para la creación de obras. Josep, que acabó siendo reconocido como maestro artesano, participó en la restauración del Hospital de Sant Pau, las Iglesias de Mosqueroles, de Sant Josep y Sant Jaume de Mataró o el monumento a Josep Pla de Palafrugell.
La Sagrada Familia, punto de inflexión
"Estuvimos en riesgo de desaparecer", recuerda Jordi. Muchos hijos de picapedreros de su generación cambiaron la piedra por la fábrica. Pero la apuesta familiar por el trabajo fino les abrió puertas de todo el mundo. Y una de las más importantes, aunque ya habían colaborado, fue la Sagrada Familia. Ya con Jordi al frente, en 1993 crean la primera escultura para el monumento de Gaudí: "Nos marcó el futuro". Comenzó una intensa relación que se ha mantenido a lo largo de los años y el sello Barbany está hoy en muchos rincones de la catedral.
Jordi Barbany: "Cada pieza es única"
"Cada pieza es única. Nos llega un bloque de piedra de cualquier lugar del mundo, que vamos a buscar y elegir, y lo llevamos al taller. Y hacemos la pieza final para cada cliente", explican. Todo con última tecnología, robots e inteligencia artificial, pero manteniendo el oficio y la artesanía. De hecho, en Granits Barbany trabajan escultores que dan forma a las obras.
En la Sagrada Familia, son responsables de las torres y las figuras de los evangelistas, las columnas de la fachada de la Gloria, las columnas del Cimaci, las escaleras interiores o el huerto del Cimaci. Joan Barbany llevaba bloques de piedra y Jordi ha acabado esculpiendo algunas de las figuras más representativas.
Pero Jordi también ha trabajado en Santa María del Mar o con artistas como Jaume Plensa, Adel Abdessemed o Lau Feliu. La huella de Granits Barbany es inigualable.
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Participaron en la obra Utopia de Jaume Plensa en el Frederik Meijer Gardens & Sculpture Park en Michigan | Cedida
La clave del éxito
El amor por el oficio es uno de los secretos que se esconden tras el éxito y la proyección de los Barbany. "Nunca hemos puesto el dinero por delante de la obra. Hemos entregado obras perdiendo dinero, la obra y la pieza es lo más importante. Es nuestra condena", explican. Y también la osadía: "Nuestro gran valor es que no decimos que no a ningún trabajo, por complicado que sea. Siempre decimos que sí. Somos artesanos y canteros, hemos nacido en una cantera".
Todo con una apuesta clara por la tecnología a partir de los 2000. Ya en 2003 introdujeron el primer robot, que fue el primero en el Estado en este sector. Arnau destaca que la tecnología les "permite ser mucho más precisos" y hacer trabajos "mucho más complejos", pero insiste en que la escultura siempre la acaban a mano. Con poco más de 30 años, ya ha trabajado con Plensa y ha realizado la obra de un niño de cinco metros de altura para Corea del Sur. Todo ello desde su taller en Llinars, y con Ana Maria Fernández, esposa de Jordi, encargándose de la gestión y las finanzas y Júlia Barbany, hermana de Arnau, al frente de la internacionalización.
El amor por la piedra
"Lo que más me gusta es la piedra. Cuando la ves, la tocas o la hueles. Y todo el proyecto previo, ir a buscar la mejor piedra, pensar cómo la harás", descubre Jordi. Arnau comparte esta pasión en "imaginar" cómo será la piedra y la pieza, además de toda la parte más tecnológica. "Pero lo primero es la piedra", insiste. Una piedra que van a buscar, si es necesario, hasta Vietnam.
Así es como Granits Barbany se ha convertido en referentes mundiales en el arte de la piedra y cómo han pasado de un cantero de diez años trabajando en una cantera en Marsella a crear algunas de las obras más icónicas de los monumentos más emblemáticos. "De lo que más presumimos, es que mantenemos el oficio", celebran. Y también la ambición por mejorar: "Siempre tenemos la esperanza de que nos queda una mejor obra por hacer".