Estos últimos días hemos sabido que el BBVA ha comunicado formalmente al regulador del mercado de valores (CNMV, Comisión Nacional del Mercado de Valores), por fin, su intención de lanzar una opa sobre el Banc Sabadell para recabar la preceptiva autorización. Mientras los trámites legales avanzan pesadamente -tenemos para meses de opa- algunas cosas van cambiando, como es la participación de los principales accionistas en el capital del Banc Sabadell, un ámbito donde recientemente se han detectado algunas modificaciones relevantes. Los cambios registrados oficialmente han sido los siguientes:
- El 14 de mayo, el banco central de Noruega, instrumento inversor del fondo soberano de aquel país, anunció que reducía su participación en el banco desde el 2,99% que poseía, hasta el 1,82%.
- Desde el 14 de mayo, BlackRock ha ido moviendo su participación entre el 3,8% y el 3,9%. Ha comunicado cambios más de diez veces en este período, siempre dentro del margen indicado.
- El 21 de mayo, Dimensional compró acciones, para situarse en el 3,8%, por encima del 3% que acumulaba hasta el momento.
- El 22 de mayo, el fondo Millenium aumentó su participación, para quedarse en un 2,1%, cuando antes atesoraba un 1,95%.
- Cinco días más tarde, el 27 de mayo, DWS incrementó ligeramente su peso, pasando del 0,9% al 1,1%. Tres días antes había hecho el movimiento inverso. Y el 23 de mayo había reducido su participación del 2,76% hasta quedarse ligeramente por encima del 1%. DWS es una importante firma de inversión escindida del Deutsche Bank en 2018.
Además de esto, en las últimas horas ha corrido el rumor de que BlackRock había deshecho casi todas sus posiciones en el banco catalán, pero los registros oficiales aún no recogen esta eventualidad. En todo caso, este eventual movimiento se interpreta como una apuesta clara por el fracaso de la opa.
Pero vamos al tema del que queríamos hablar, como son las compras y fusiones que ha llevado a cabo el BBVA a lo largo de su historia moderna. La principal fusión fue la que pactaron en 1988 las dos principales entidades vizcaínas, el Banco de Bilbao y el Banco de Vizcaya, que dio como resultado una entidad llamada BBV. El nuevo banco nació con un período de copresidencia por parte de Pedro Toledo (Vizcaya) y José Ángel Sánchez Asiaín (Bilbao), pero la muerte prematura de Toledo en diciembre de 1989 alteró los equilibrios de poder, una situación que propició el ascenso al poder de Emilio Ybarra Churruca.
En 1988, el Banco de Bilbao y el Banco de Vizcaya pactaron su fusión, dando como resultado el BBV
Si los planes iniciales pasaban por que en 1992 Sánchez Asiaín diera un paso atrás y dejara el mando único a Toledo, en aquel momento la situación obligaba a volver a diseñar la difícil coexistencia entre las culturas Bilbao y Vizcaya. La crisis duró semanas, y se resolvió recuperando la figura del presidente único que, como hemos dicho, sería Emilio Ybarra, máximo accionista individual de la entidad y claro representante de las poderosas familias de Neguri.
Unos años antes de esta operación, y cuando el Vizcaya todavía iba por libre, esta entidad había entrado en el capital de Banca Catalana, a la que acabó absorbiendo tiempo después. La entrada se produjo en 1984, justo después de un proceso de saneamiento de Catalana, que había estado cerca de la quiebra un par de años antes. La desaparición de la marca de las cuatro barras oblicuas llegó en el año 2000.
En el año 1999 comenzó con movimientos en el sector bancario estatal. El 15 de enero de ese año, la banca de origen público Argentaria vio cómo sus acciones se disparaban un 12% en una única sesión bursátil. La razón no era intrínseca a esta entidad, sino que era la reacción del mercado a la noticia del día: la fusión entre dos de los principales bancos estatales, el Santander y Central Hispano. Estaba claro que el mercado descontaba que Argentaria sería engullida por el otro gigante del sector, el BBV.
Por cierto, hay que explicar que Argentaria era una estructura formada en 1991 a partir de la integración de diversas entidades de carácter público, como eran el Banco Exterior de España, la Caja Postal, el Banco Hipotecario y los bancos de crédito local, agrícola e industrial. Desde 1993 fue privatizada de manera gradual, mientras que el Estado mantenía una “acción de oro” para poder vetar operaciones inconvenientes. Finalmente, en el otoño de 1999 se llevó a cabo la fusión esperada entre el BBV y Argentaria, de modo que los vizcaínos añadieron una nueva letra a su nombre, pasando a ser BBVA.
En otoño del 1999 se llevó a cabo la fusión esperada entre el BBV y Argentaria
Para ver más digestiones societarias del BBVA habría que esperar la crisis financiera iniciada en 2008, porque a partir de ese momento el sistema de cajas de ahorros se derrumbó como un castillo de naipes y uno de los principales beneficiarios fueron los vizcaínos (que ya no lo eran tanto, porque en el año 2001 las familias de Neguri, incluido el presidente Ybarra, perdieron el control de la entidad en beneficio del contingente que había llegado procedente de Argentaria). A consecuencia de la crisis, un grupo de cajas de ahorro catalanas formado por Caixa Terrassa, Caixa Sabadell y Caixa de Manlleu se unieron en una entidad llamada Unnim, que no sirvió para asegurar su supervivencia, porque en 2012 todo el paquete fue traspasado al BBVA. Tres años más tarde, la que había sido segunda caja catalana, Caixa Catalunya, cayó estrepitosamente y acabó también en manos de los vizcaínos.
Ahora falta por ver si el Banc Sabadell será la última compra del BBVA en Catalunya o si, al contrario, la entidad vallesana superará la embestida y podrá seguir caminando sola.