La Cecile Kraetzer y en Camilo Sturm marcharon de Holanda el 1987 para establecerse en Cataluña con el objetivo de crear un centro donde enseñar la gente a vivir de una manera más natural y saludable. Venían de un país con una imagen muy diferente del que en aquel momento era el mercado ecológico en España, por el que encontrar el lugar e iniciar la actividad no fue fácil. "Tuvieron que aparcar el sueño", explica un de sus cinco hijos, la Twei Sturm, "así que en Camilo entró a trabajar a Natursoy para poder empezar a hacer carrera en este mundo".
El 1993 Camilo Sturm dejó su trabajo y abrió con Kraetzer la empresa de productos ecológicos conocida hoy con el nombre de Biospirit , integrada junto con la casa rural Can Sala y la tienda Bio's Ecomercat de Girona dentro del grupo Luz de Vida, el nombre con que inicialmente empezaron a operar al mercado con una nave en Moià.
Actualmente, la compañía está situada en una planta de 23.000 metros cuadrados en Celrà (Gironès). Si el 1993 empezaron siendo tres trabajadores, ahora rozan el centenar de empleados entre los tres pilares del grupo. Los cerca de 13 millones de facturación provienen casi en su totalidad de Biospirit, unos ingresos que han ido creciendo de manera progresiva en los últimos cinco años. Uno salvo que demuestra que empresas como las que esta semana participarán al Biocultura ganarán pes al mercado.
Un relevo "no preparado"
El traslado de la comarca del Moianès se justifica por la falta de espacio y por las conexiones. "Hicimos el cambio el 1998 porque la nave se estaba quedando pequeña y porque en Girona estamos más cerca de las vías que vienen norteñas. Traemos muchas cosas de Holanda, Alemania, Bélgica y Anglatera, nos era mucho más práctico", explica Twei Sturm, que actualmente trae tareas de marketing y ventas. Allá también encontraron la casa perfecta para poner en marcha en el proyecto de Can Sala, el centro donde hacer realidad el objetivo de difundir otro estilo de vida.
La compañía ahora vive un momento bisiesto. La muerte de Kraetzer el pasado mes de febrero –dirigió la compañía como directora general durante 10 años después de divorciarse de Sturm- ha hecho que los cinco hijos de la pareja afronten un relevo generacional imprevisto. "Ella estaba al frente de todo, de Biospirit, de la casa y de la tienda. Ha sido un relevo sobtant y sin estar preparados. Estamos descubriendo cosas y dando prioridad a ciertos temas, pero es un momento de tantear y probar", reconoce Sturm. Y es que no es el mismo incluir la nueva generación en la empresa que formarla y prepararla para su ascenso a la dirección. "Nos falta la persona que nos habría dado mucha información y nos habría ayudado a echarlo todo adelante con más facilidad. Es un relevo no preparado", añade sobre el reto que tienen entre manso.
La familia en una de las naves que ha ocupado el grupo Luz de Vida. Cedida
Ahora los cinco hermanos lideran el grupo desde varias áreas. En la dirección general hay la Roos Sturm, que fue directora comercial durante cuatro años. Quieren mantener la filosofía que defendió su madre a lo largo de 24 años de mucho trabajo, pero añadiendo el que Twei Sturm describe como "un punto de vista nuevo y más frescura".
Modelar el negocio según el cliente
Si hay un cambio que Sturm ha notado en los últimos años, este es que "el mercado ha crecido". "Antes los consumidores eran las personas macrobiòtiques o veganes, ahora cada vez más tenemos clientes que simplemente se interesan por una alimentación más saludable", detalla. Es un incremento que se ha producido, especialmente, por la inclusión de la generación que ahora mismo ronda los 25-35 años y que "quieren que sus hijos coman limpio". Esto ha hecho que en su catálogo de productos haya pasado de tener muchos ingredientes a tener cada vez más platos preparados o que necesitan añadirme los mínimos.
Lo han notado tanto con la ampliación de marcas que distribuyen como en el número de productos que importan y envasan a sus instalaciones de Celrà. "Empezamos a envasar nuestros propios productos con la marca Biospirit el 1995; y ahora ya tenemos unos 700 de marca propia", constata. Los cereales, las harinas y las entonces son los que tienen más salida, como también la gama de productos japoneses importados directamente del país asiático.
En los últimos dos años ha cambiado el concepto de la tienda. Cedida
Sus productos se pueden encontrar en cualquier establecimiento especializado, pero también en su tienda de 240 metros cuadrados en Girona, la Bio's Ecomercat. El local no pretende ser un espacio único para su marca, se pueden encontrar otras ecológicas para ofrecer en el cliente "un amplio abanico de posibilidades", por el que trabajan con unos 200 proveedores diversos. Y es que se trata de un comprador "fiel y exigente, que sabe qué quiere, conoce las marcas y lee todas las etiquetas", afirma Sturm.
Cataluña, el País Vasco, Madrid, el País Valenciano y Andalucía son, en este orden, sus principales zonas de venta y las que tienen un mercado biológico más maduro. A pesar de que su clientela principal es el consumidor privado, la presencia de los restauradors y manipuladores de alimentos como los panaderos va a la alza. Hasta ahora representan el 10% de los compradores de Biospirit, una cifra que la compañía cree que aumentará en los próximos cinco años y a la que ya hace frente con la creación de envases y paquetes de medidas diversas para adaptarse a todas las necesidades.
Parar atención al producto local
Borde el 75% del que comercializa el grupo proviene del extranjero, sólo un 25% es producto local. La causa rae, según Sturm, en qué cuando los fundadores abrieron el negocio lo hicieron con unos contactos de Holanda que todavía mantienen y que tienen más experiencia al mercado, pero también en qué casi toda la producción local se destina a la exportación. "Aquí producimos mucho y de calidad, pero marcha prácticamente todo. De hecho, a veces marcha y vuelve a venir después cabe aquí. España es la huerta bio de Europa", insiste. Para contribuir a cambiar la tónica, desde hace cerca de seis años la compañía prioriza la entrada de productos de proximidad.
La última nave es bastante grande para prever el crecimiento del negocio. Cedida
Que la producción local se destine a la exportación, para ella, tiene varios motivos. Por un lado, estamos ante un mercado "encara muy joven comparado con el norte y que tiene 10 años de retraso", de forma que el grueso de la demanda siempre es superior a la otra punta del continente. Además, el precio influye directamente. Aquí el coste de un kilo de fruta o de una bolsa de cereales ecológicos es mucho más elevado, un precio que el consumidor no siempre está dispuesto a pagar.
Can Sala, un espacio para desconectar
La casa rural de Sant Martí de Llémena (Gironès), abierta en paralelo a la creación de Biospirit, es la segunda parte del proyecto inicial de los fundadores. "No porque lo comas todo bio será más sano, el más importante es tener una base alimentaria. Para explicarlo montamos esta casa de turismo rural", explica Sturm.
La casa ha sido reformada para convertirla en un alojamiento turístico. Cedida
Can Sala es una masía rural fortificada del siglo XII rodeada de verde. Está en una finca de 165 hectáreas y forma parte del registro de Bienes Culturales de Interés Nacional. Desde su adquisición, se ha ido remodelando con materiales ecológicos hasta tener una vivienda turística "donde promover el bienestar físico y emocional". Tiene cerca de 40 camas, un huerto donde se cultivan gran parte de los platos que cocinan y sirven, y varias fuentes que llenan de agua natural la piscina de piedra y de donde se extrae el agua que se consume en la casa.
A pesar de que es un proyecto poco rentable, "quizás porque no se le ha podido dar toda la atención que necesita", con la nueva gestión prevén dedicar más atención y convertirlo también en un pilar importante para el grupo, no sólo en "un proyecto de corazón".
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