El acrilamida es una sustancia química que se forma cuando ciertos alimentos están sometidos a procesos culinarios a altas temperaturas. Es la sustancia que se crea cuando el alimento se ha quemado. Es el color negro que hay en el socarrat de la paella, la rebanada de pan muy tostada o las patatas fritas cuando están demasiado hechas. Y, más allá del olor que generan o el gusto que tienen, suponen un problema para la salud de las personas: su ingesta es cancerígena. Por eso, la Comisión Europea aprobó un protocolo en 2017 para mitigar y reducir la presencia de acrilamida en los alimentos. El objetivo de la normativa es asegurar la seguridad alimentaria del consumidor hacia esta sustancia contaminante, pero, cinco años más tarde, todavía hay mucho recorrido y concienciación por hacer; y, de hecho, una startup catalana, tiene mucho que decir al respeto: Bronze.
"La comida se tiene que broncear, no quemar", dice Adrian Martín, CEO y fundador de Bronze, quien en 2017 presentó como trabajo final de grado en la Universidad de Alcalá (UAH), Madrid, una tostadora inteligente que utilizaba visión artificial para detectar el nivel de acrilamida de la rebanada de pan. Es decir, capaz de conseguir un tostado perfecto asegurando que no se quema el pan. Aplicar tecnología de visión artificial a la tostadora quiere decir introducir una cámara para que el computador sea capaz de comprender que cuanto más oscuro es el color, más porcentaje de acrilamida hay. La idea triunfó y, de hecho, la universidad le propuso patentar el producto. Lo hizo.
Martín tuvo la idea de la manera más cotidiana posible: almorzando con su madre. Admite que casi cada mañana se les quemaban las tostadas almorzando. "Estamos enviando rovers a Marte y todavía no hemos conseguido que no se nos quemen las tostadas", pensaba en aquel momento.
Tres años más tarde, después de haber trabajado en diferentes empresas y de haber vivido los primeros meses de pandemia, decide llevar a cabo su proyecto: una tostadora inteligente. Lo hace de la mano de IQS Next Tech, programa de aceleración para startups industriales donde descubre que su idea puede evolucionar más y convertirse en una tecnología escalable, más que en un solo electrodoméstico.
Por eso BronZe no es una tostadora inteligente, sino una tecnología de visión artificial aplicable a cualquier electrodoméstico de la cocina con el que se caliente comida: microondas, horno, barbacoas... Más allá de la tostadora, hasta el momento, han desarrollado pruebas de concepto con barbacoas, pero la idea es escalar la tecnología al resto de electrodomésticos y orientar el negocio al B2B (business to business). De hecho, están cerrando un acuerdo con un fabricante internacional de electrodomésticos.
Martín: "El apoyo que da Barcelona a las startups tecnológicas es enorme"
Después de IQS, también entró en el programa de preaceleración de Barcelona Activa. Y, de hecho, también ha contado con el apoyo de ACCIÓ, accediendo al Startup Capital en 2021, recibiendo una financiación a fondo perdido de 75.000 euros. Martín es madrileño, pero ha decidido emprender en Catalunya porque, según explica, "el apoyo que da Barcelona a las startups tecnológicas es enorme y cuando montas un proyecto es importante decidir aquella ubicación donde será más fácil desarrollar la idea". En este caso, ganó Barcelona.
"A todos nos ha pasado. Un pequeño descuido en la cocina supone comer algo quemado o tener que tirar directamente la comida", explica Martín, quien cree que la de la visión artificial "es una funcionalidad que cualquier electrodoméstico debería tener, pero tiene una complejidad tecnológica doble: de hardware y de software". El reto está en saber poner una cámara de bajo coste que no se estropee con altas temperaturas (hardware) y, a la vez, hacer que la máquina sea capaz de identificar la superficie de la comida, entender cómo se está cocinando y detectar con exactitud la cantidad de acrilamida del alimento (software).
Martín: "Estamos enviando rovers a Marte y todavía no hemos conseguido que no se nos quemen las tostadas"
Del olivo a la cocina
No es la primera vez que Martín emprende. En 2014 fundó junto con tres personas más la ONG Apadrina un olivo, un proyecto social que ha aportado una solución ambiental, social y laboral al problema del abandono de olivos en Oliete, Teruel, un pueblo que ha vivido un importante éxodo rural. En estos ocho años de trayectoria, Apadrina un olivo ha conseguido recuperar más de 10.000 olivos, aportar 18.000 visitas al pueblo, captar más de 5.000 padrinos y madrinas, y crear 10 puestos de trabajo y una marca de aceite propia.
Triple impacto con broche científico
La tecnología de Bronze aporta un triple impacto positivo: mejora la experiencia del usuario, soluciona un problema de salud porque evita que se ingieran componentes cancerígenos y reduce el derroche alimentario. En el ámbito de la salud, de hecho, también están cerrando un acuerdo con un centro de investigación "para dar al proyecto una capa de ciencia, que sería el broche que acabaría de redondear el proyecto: ser capaces de aportar tecnología con validación científica", asegura Marín.