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Bruno Vassari, alta cosmética catalana para pieles de todo el mundo

Bruno Vassari nació el 1984 para revolucionar la cosmética profesional y ahora se encuentran desde Ecuador hasta China

Ana Llovet, segunda generación de Bruno Vassari | Cedida
Ana Llovet, segunda generación de Bruno Vassari | Cedida
Bernat Bella
Periodista
25 de Noviembre de 2024

La piel como un arte y su cura como una profesión artística. Es la filosofía que ha movido siempre Bruno Vassari, una marca catalana de alta cosmética para profesionales nacida el 1984 y que ha conquistado unos cincuenta países. Sus productos se encuentran en centros de estética desde Ecuador hasta China. Un proyecto familiar que fue pionero en muchos tratamientos y que ha hecho de la innovación y la calidad su pilar.

 

El olfato empresarial

El origen de Bruno Vassari nace del olfato emprendedor de Francisco Llovet, fundador de la empresa y actual director general. Así lo explica Ana Llovet, segunda generación y directora de desarrollo de negocio: "Mi padre trabajaba en una empresa de formación y uno de los cursos que tenía más éxito era el de esteticista". Y veía que todos los productos que utilizaban eran franceses.

Se preguntó por qué no había marcas catalanas o españolas que desarrollaran cosmética para profesionales, viendo también el crecimiento de la profesión. Y se lanzó, con la idea de dirigirse directamente al sector profesional como centros de belleza o estética, filosofía que ha mantenido hasta la actualidad.

 

De Francisco Llovet a Bruno Vassari

Así es como nació una empresa pionera en la cosmética profesional en Catalunya que tenía el objetivo de liderar el cambio de la belleza profesional. Y el nombre ya fue una declaración de intenciones: Bruno Vassari, inspirado en los grandes clásicos italianos, especialmente Giorgio Vasari, un reconocido pintor y arquitecto del siglo XVI.

"El nombre se le ocurrió a mi padre con la idea de asociar la cura de la piel a un arte. Entender la piel y como se trata como si fuera una profesión casi artística", enfatiza Ana Llovet.

Ana Llovet: "La innovación juega un papel clave desde el inicio"

Cremas hidratantes y exfoliantes eran los primeros productos que desarrollaron en Bruno Vassari. En aquellos años, el producto para profesionales y para particulares no se diferenciaba, pero ellos tenían claro que tenían que apostar por la alta cosmética para ofrecer un valor añadido en los centros de estética. A pesar de que los primeros productos ahora pueden parecer más básicos, ya mostraban su apuesta: "La innovación juega un papel clave desde el inicio. Siempre hemos tenido un formulador, que es la persona que hace las fórmulas y diseña los productos".

Lo que empezó con una crema hidratante ahora es un catálogo para cubrir cualquier problema o necesidad de cualquier piel. "Tenemos más de 200 productos. Tengas la piel que tengas, encontrarás un producto que se ajuste a tus necesidades". Un punto de inflexión fue su línea de vinoterapia, basada en el uso de la uva y bautizada como Kianty: "Fuimos pioneros en vinoterapia y nos permitió hacer un salto en España y en todo el mundo". Una línea que aún hoy en día es de las más vendidas y el emblema de la marca.

De Catalunya al mundo

Bruno Vassari salió de las fronteras catalanas a principios de los años 90 y hoy en día ya llega a unos cincuenta países. Se abrieron mercado en ferias internacionales, especialmente en Bolonia y Hong Kong. "El trato personal era muy importante y mi padre tenía mucha experiencia con los esteticistas", recuerda Ana Llovet. En esta vertiente más personal, también destaca el equipo: "Hemos tenido un personal muy estable, como pasa habitualmente en empresas familiares".

Además, la calidad e innovación de su producto también era un reclamo. "Hacemos un producto seguro y que tiene resultados desde la primera aplicación, si no, no lo hacemos", añade. Por eso, se han posicionado en un rango de precio mediano, incluso de nivel alto en otros países: "No somos baratos, pero somos una marca que respondemos y que da resultados".

30 años después de las primeras exportaciones, Bruno Vassari se encuentra en centros de estética y de belleza, hoteles o balnearios de países como Ecuador, donde son líderes; China, Malasia, Vietnam o en Europa del Este, entre otros. Un valor es que Francia y España siempre han tenido muy buena reputación en cosmética y les ha otorgado un prestigio añadido.

La infidelidad del consumidor

El mundo de la cosmética ha cambiado mucho desde los años 80 y Bruno Vassari ha sido un protagonista destacado de esta evolución: "Ahora se contempla como un tema de salud y no solo de apariencia". Ana Llovet explica que un consumidor utiliza cada día entre 8 y 10 productos cosméticos: cremas hidratantes, perfumes o protectores solares, entre otros. El retinol, para tratar manchas y arrugas, y los protectores solares diarios son ahora los reyes. "Desde la Covid se ha disparado", reitera. Esto obliga a marcas a un gran esfuerzo de innovación constante que, en el caso de Vassari, los lleva a sacar entre 9 y 10 nuevos productos el año.

Pero la competencia también ha crecido exponencialmente. "El consumidor es muy infiel. Hay tantas novedades y se pueden encontrar incluso en el supermercado, que es muy fácil cambiar de marca o de producto". Por eso la innovación y calidad son esenciales.

Ana Llovet: "La piel de un hombre es igual que la de la mujer"

Bruno Vassari no solo ha sido pionero en determinados productos, sino también en público. Ya en los inicios lanzaron una línea para hombres, que acabó muriendo. Ahora, ha cambiado: "Los hombres también han entendido que es una cuestión de salud". Pero a diferencia de otras marcas, no han apostado por productos específicos, sino que entienden que la misma crema sirve para todo el mundo y lo rodean con un embalaje neutro: "La piel de un hombre es igual que la de la mujer".

40 años después, Bruno Vassari mantiene la esencia original de llegar a los centros de estética. Ahora, también lo hace ofreciendo asesoramiento y un servicio completo, más allá del producto. En un momento de relevo generacional y con el objetivo de profesionalizarse todavía más y abriendo nuevos mercados internacionales. Y todo ello desde Catalunya, diseñando y formulando los cosméticos ellos mismos, elaborándolos en un laboratorio externo de San Adrià del Besós (donde pueden tener un control muy próximo), dando trabajo a casi cuarenta personas y con una facturación por encima de los 4 millones. Y viendo la piel y su cura como un arte.