Este verano que hemos dejado atrás falleció el empresario Miquel Plana Pitarch (1948-2024), un emprendedor que logró el éxito a través de una cadena de tiendas de decoración del hogar llamada Cadena els Tigres. El momento más álgido del negocio fue a finales de los setenta y los ochenta, cuando sus tiendas tan coloridas se multiplicaron por la ciudad de Barcelona.
Muchos años antes de todo esto, Plana había ayudado en el pequeño comercio de judías y garbanzos que tenía su madre en Sant Andreu de Palomar, donde rápidamente captó las claves del marketing intuitivo que empleaba su progenitora. De muy joven, en los años sesenta, formó un grupo que cantaba las versiones en castellano de los grandes éxitos del rock and roll de Estados Unidos, la música que lo cautivó. Primero Elvis, luego los Beatles y más tarde los Stones fueron las bandas sonoras que lo acompañaron toda la vida. En el ámbito profesional, Plana debutó trabajando para la firma Gispert, donde se desempeñaba como mecánico de cajas registradoras.
El consumo de papeles pintados para empapelar las casas era muy elevado, aproximadamente unas diez veces superior al actual
En la década de los setenta puso en marcha su gran proyecto, la creación de la cadena “Los Tigres”, una serie de establecimientos dedicados a la decoración del hogar, especializados sobre todo en el papel pintado (más tarde el nombre se catalanizó y pasó a ser “Els Tigres”). El primer establecimiento lo abrió en el Carrer Gran de Sant Andreu, un lugar con gran circulación de autobuses, y por tanto con una gran cantidad de personas pasando continuamente frente a la tienda, circunstancia que no desaprovechó: decidió hacer un marketing muy agresivo mediante dibujos a todo color que ocupaban la fachada entera. El resultado fue un éxito, y la cadena comenzó a arraigar con fuerza. Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos, entre finales de los setenta y principios de los ochenta, el consumo de papeles pintados para empapelar las casas era muy elevado, aproximadamente unas diez veces superior al actual.
El otro gran salto en la popularidad del negocio llegó en 1982, cuando Plana conoció a la locutora estrella Encarna Sánchez, quien hizo innumerables anuncios publicitarios de la cadena, sobre todo desde los micrófonos de Radio Miramar. La colaboración comercial tuvo un gran componente de amistad personal entre ambos. El empresario también apostó por el patrocinio de algunas entidades deportivas modestas (fútbol sala, voleibol, ciclismo, petanca, etc.), lo que le valió, en 1991, recibir el premio al fomento del deporte otorgado por el diario Mundo Deportivo. En paralelo a los negocios, siguió muy vinculado al mundo de la música y los espectáculos, sobre todo a través de sus amigos Fede Sardà (actual responsable de Luz de Gas) y Jordi Milán (La Cubana). Una de las consecuencias de estas relaciones fue la organización de todo tipo de eventos, especialmente recordados los de la sala Cibeles, de Barcelona.
En la década de los noventa el imperio comenzó a declinar, en parte por un cambio en los gustos de los consumidores y en parte por la competencia
En el momento de mayor éxito del negocio, los dibujos de colores de tigres y otros personajes lucían en nada menos que una treintena de establecimientos, pero en la década de los noventa el imperio comenzó a declinar, en parte por un cambio en los gustos de los consumidores y en parte por la competencia de grandes cadenas multinacionales. En 1988, Plana celebró una fiesta por su cuadragésimo cumpleaños muy sonada y que fue organizada, nada menos, que por el grupo de teatro La Cubana, con quien, como hemos visto, tenía una estrecha relación.
En la actualidad, el negocio es gestionado por el hijo del fundador, Adrià Plana, y mantiene tres tiendas: una muy veterana en la Avinguda Meridiana (la sede del grupo), y las otras en el Passeig de Sant Gervasi y en la calle Major de Sarrià. El papel pintado ha dejado de ser la estrella para ceder el paso a los suelos plásticos, las moquetas, los corchos, las imprimaciones y los barnices, entre otros. Las ventas del negocio ya no muestran las cifras de otros tiempos -ahora rondan los 700.000 euros-, pero continúa siendo una marca rentable.