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Carta de la Fundació Planes Corts: Joan Planes, de Estamariu al mundo y del mundo a Estamariu

Un visionario, un creador, una mente de una lucidez casi sobrenatural, capaz de leer la vida y el mundo con una precisión escalofriante

Joan Planes paseando por Estamariu | Cedida
Joan Planes paseando por Estamariu | Cedida
Estamariu
24 de Enero de 2025
Act. 24 de Enero de 2025

Carta escrita por Montserrat Ferrer, directora de la Fundació Planes Corts, como reconocimiento a la trayectoria personal y profesional de Joan Planes, fallecido el 23 de enero de 2025.

 

Joan Planes era el pequeño de los ocho hermanos de cal Sovei, una casa modesta de Estamariu, en el Alt Urgell: la vida en el campo le conformó una manera de ver el mundo como un todo, con ritmos, matices y complejidad, cíclico y lineal a la vez.

Estudió unos años en el seminario de la Seu, casi por imposición del sanguíneo obispo Iglesias, a quien se encontró paseando junto al Segre cuando iba con su padre hacia la Seu. Armado con un formidable bagaje humanístico, bajó a estudiar ingeniería en Barcelona: el mundo de la mecánica le había fascinado desde pequeño, cuando se subía al roc de Sossiva a ver cómo pasaban los coches, como hormiguitas, por el fondo del valle. Siempre decía que en el pueblo había vivido en la época de los romanos, y que el salto a la modernidad había sido vertiginoso.

 

La trayectoria en el mundo de la empresa fue fulgurante: comenzó en 1969 en un modesto taller mecánico en el Poblenou, lleno de pulgas y chatarra. Desde allí construyó, paso a paso, Fluidra, la primera empresa del sector de la piscina del mundo, una multinacional con 7.000 trabajadores, presente en 50 países, que salió a bolsa en 2007 y ahora está en el IBEX 35. Fue capaz, incluso, de protagonizar un proceso de sucesión entre generaciones insólito y modélico, que se estudia en todas las escuelas de negocio.

Los que lo conocimos sabemos que con un Joan Planes en cada pueblo, en cada valle, el Pirineo sería un lugar aún más fabuloso donde vivir

Hasta aquí la historia de éxito, que es ejemplar, pero que no termina aquí. Pero Joan supo ir mucho más allá. Era un verdadero filántropo, una palabra que nos parece de otra época. Un visionario, un creador, una mente de una lucidez casi sobrenatural, capaz de leer la vida y el mundo con una precisión escalofriante. Gran gestor de equipos, los últimos años los dedicó a las causas más nobles: como la transformación radical de la Orquestra Simfònica del Vallès y la Fundació Òpera de Catalunya. Hace dos años, desde la Fundació Planes Corts diseñó un proyecto innovador de desarrollo rural, fundamentado en el uso racional de los recursos propios y en el emprendimiento local, desde Estamariu como polo experimental y hacia el mundo rural de montaña. Los que lo conocimos sabemos que con un Joan Planes en cada pueblo, en cada valle, el Pirineo sería un lugar aún más fabuloso donde vivir.