25
de Julio
de
2016
Act.
26
de Julio
de
2016
En medio de las Ramblas, medio escondida en una esquina, la Casa Beethoven hace más de 130 años que acerca la música a los barceloneses y visitantes. Un vistoso cartel luminoso y el nombre del compositor alemán son el reclamo que hace girar los ojos hacia una diminuta tienda con un bonito escaparate de madera de aire modernista. A su interior, un largo azulejo y una estantería llena de libros de música y partituras nos da la bienvenida y nos invita a hacer un viaje en el tiempo. Más adentro, un piano convive con las vitrinas llenas de objetos de regalo de temática musical, los vinilos y los CD's. Y al fondo, algunos instrumentos esperan que un nuevo propietario los venga a buscar para darlos vida. Un póster de Beethoven preside el espacio y nos recuerda que esta es su casa y la de todos los amantes de la música, el lenguaje más universal.

La tienda abrió oficialmente en 1880, con el nombre de Casa Guàrdia. Entonces, las tiendas de partituras formaban parte habitual del paisaje comercial de la ciudad. "En aquella época había muchas, porque si querías sentir música en casa, te lo tenías que hacer tú mismo", explica Jaume Doncos, el actual responsable. El nombre de Casa Beethoven le pusieron sus antepasados: "Era un nombre más comercial". El tío de su padre, Lluís Jordà, se hizo cargo del negocio a partir del 1915 y la tienda pasó a su sobrino Jaume Doncos, que es el padre del actual propietario, que también se llama Jaume y que está al pie del cañón desde el 1978.
Guerras, crisis y nuevas tecnologías
La historia de la Casa Beethoven es una historia de resistencia: "Hemos resistido las guerras, y sobre todo, la llegada de las nuevas tecnologías, que siempre han sido perjudiciales para nosotros". Los Doncos lo saben bastante bien. Hacia los años veinte, la aparición de sistemas de grabación del sonido ya pusieron en riesgo el negocio de las partituras, que entonces representaba el 100% de los productos que ofrecía la Casa Beethoven. "Pero nosotros aguantamos. Esto era un negocio familiar y trabajando mucho y con esfuerzo, conseguimos resistir".
Entonces llegó a la Guerra Civil, otro momento crítico con efectos singulares para esta tienda musical de las Ramblas: "La música es un lenguaje universal y esto hace que tengamos muchos productos de importación. Durante la Guerra Civil importábamos partituras tanto del Reino Unido cómo de Alemania, y esto estaba mal ver por los dos bandos. Las teníamos que comprar a escondidas, casi cómo si fuera droga".
Y ya en pleno siglo XXI, una nueva revolución amenaza el negocio. Internet facilita las descargas ilegales de partituras, y gigantes comerciales de venta online como Amazon se hacen suyo gran parte del mercado. Por no mencionar la crisis económica, que como todo el mundo, también ha causado estragos en el negocio musical. "Nuestro volumen de negocio ha bajado entre un 60-70% respecto a hace 10 años", explica Jaume Doncos, que lamenta que las administraciones no sean capaz de combatir la piratería de forma más rotunda.
Para hacer frente, la tienda ha diversificado la oferta, añadiendo a sus espectaculares fondos de 80.000 partituras, una selección de objetos de regalo de temática musical, instrumentos y discos. Y también han abierto una tienda online. "Y si antes trabajábamos 50 horas en la semana, ahoratrabajamos 60", remarca.
La transformación del barrio
Hoy, pero, el negocio tiene que resistir ante otra gran amenaza: la transformación del barrio donde se ubica desde hace 136 años. Testigos privilegiados de los cambios que ha vivido uno de los ejes principales de la ciudad de Barcelona a lo largo de más de un siglo, hoy desde la Casa Beethoven observan con tristeza la desaparición de los comercios locales con más tradición y también de los vecinos de toda la vida. "Además de competir con la crisis, tenemos que luchar contra la bajada de categoría del barrio, ahora aquí todo son turistas y tiendas de souvenirs. Tenemos suerte de tener turistas, pero la gente de Barcelona ya no baja", señala Doncos.

"En nuestra zona puedes ver que los negocios de casa han desaparecido todos", añade, enumerando tiendas como la Montserratina o el Musical Emporium, que han tenido que cerrar afectados por el aumento de los alquileres, prácticamente impagables para pequeños comerciantes. En el caso de Casa Beethoven, que ocupan los bajos de un edificio de propiedad municipal, renegociaron hace un tiempo los precios del alquiler y esto los ha permitido mantener la tienda abierta. "Es cierto que el Ayuntamiento ha protegido algunas tiendas pero sólo a escala física, en nuestro caso han protegido la fachada, el tablero y el estante de madera, pero no el negocio. Esto se podría convertir en una hamburguesería", advierte.
Con cerca de 40 años de experiencia en el negocio, Doncos reconoce que no es demasiado optimista ante el futuro de la Casa Beethoven: "Los que ya tenemos 55 años intentamos llegar al final y después, ya veremos". Hay relevo a la vista? "Hay sobrinos que sepodrían dedicar, pero mi hija, por ejemplo, ya es veterinaria. Ser autónomo no es tan bueno, vivos en una inestabilidad que no vale la pena".

De momento, pero, la Casa Beethoven sigue abierta y, como el primer día, continúa siendo un punto de encuentro por los forofos a la música. Cada sábado, y desde hace muchos años, un grupo de gente se reúne alrededor del piano que hay en la tienda, del mismo modo que en su momento lo hicieron personajes ilustres como Albéniz o Granados. Y continúan pasando por allá estudiantes de música que, quien sabe si algún día se convertirán en intérpretes tan reconocidos como Joaquim Aragall o Montserrat Caballé, que también fueron clientes habituales de la casa.
La tienda abrió oficialmente en 1880, con el nombre de Casa Guàrdia. Entonces, las tiendas de partituras formaban parte habitual del paisaje comercial de la ciudad. "En aquella época había muchas, porque si querías sentir música en casa, te lo tenías que hacer tú mismo", explica Jaume Doncos, el actual responsable. El nombre de Casa Beethoven le pusieron sus antepasados: "Era un nombre más comercial". El tío de su padre, Lluís Jordà, se hizo cargo del negocio a partir del 1915 y la tienda pasó a su sobrino Jaume Doncos, que es el padre del actual propietario, que también se llama Jaume y que está al pie del cañón desde el 1978.
Guerras, crisis y nuevas tecnologías
La historia de la Casa Beethoven es una historia de resistencia: "Hemos resistido las guerras, y sobre todo, la llegada de las nuevas tecnologías, que siempre han sido perjudiciales para nosotros". Los Doncos lo saben bastante bien. Hacia los años veinte, la aparición de sistemas de grabación del sonido ya pusieron en riesgo el negocio de las partituras, que entonces representaba el 100% de los productos que ofrecía la Casa Beethoven. "Pero nosotros aguantamos. Esto era un negocio familiar y trabajando mucho y con esfuerzo, conseguimos resistir".
Entonces llegó a la Guerra Civil, otro momento crítico con efectos singulares para esta tienda musical de las Ramblas: "La música es un lenguaje universal y esto hace que tengamos muchos productos de importación. Durante la Guerra Civil importábamos partituras tanto del Reino Unido cómo de Alemania, y esto estaba mal ver por los dos bandos. Las teníamos que comprar a escondidas, casi cómo si fuera droga".
Y ya en pleno siglo XXI, una nueva revolución amenaza el negocio. Internet facilita las descargas ilegales de partituras, y gigantes comerciales de venta online como Amazon se hacen suyo gran parte del mercado. Por no mencionar la crisis económica, que como todo el mundo, también ha causado estragos en el negocio musical. "Nuestro volumen de negocio ha bajado entre un 60-70% respecto a hace 10 años", explica Jaume Doncos, que lamenta que las administraciones no sean capaz de combatir la piratería de forma más rotunda.
Para hacer frente, la tienda ha diversificado la oferta, añadiendo a sus espectaculares fondos de 80.000 partituras, una selección de objetos de regalo de temática musical, instrumentos y discos. Y también han abierto una tienda online. "Y si antes trabajábamos 50 horas en la semana, ahoratrabajamos 60", remarca.
La transformación del barrio
Hoy, pero, el negocio tiene que resistir ante otra gran amenaza: la transformación del barrio donde se ubica desde hace 136 años. Testigos privilegiados de los cambios que ha vivido uno de los ejes principales de la ciudad de Barcelona a lo largo de más de un siglo, hoy desde la Casa Beethoven observan con tristeza la desaparición de los comercios locales con más tradición y también de los vecinos de toda la vida. "Además de competir con la crisis, tenemos que luchar contra la bajada de categoría del barrio, ahora aquí todo son turistas y tiendas de souvenirs. Tenemos suerte de tener turistas, pero la gente de Barcelona ya no baja", señala Doncos.
"En nuestra zona puedes ver que los negocios de casa han desaparecido todos", añade, enumerando tiendas como la Montserratina o el Musical Emporium, que han tenido que cerrar afectados por el aumento de los alquileres, prácticamente impagables para pequeños comerciantes. En el caso de Casa Beethoven, que ocupan los bajos de un edificio de propiedad municipal, renegociaron hace un tiempo los precios del alquiler y esto los ha permitido mantener la tienda abierta. "Es cierto que el Ayuntamiento ha protegido algunas tiendas pero sólo a escala física, en nuestro caso han protegido la fachada, el tablero y el estante de madera, pero no el negocio. Esto se podría convertir en una hamburguesería", advierte.
Con cerca de 40 años de experiencia en el negocio, Doncos reconoce que no es demasiado optimista ante el futuro de la Casa Beethoven: "Los que ya tenemos 55 años intentamos llegar al final y después, ya veremos". Hay relevo a la vista? "Hay sobrinos que sepodrían dedicar, pero mi hija, por ejemplo, ya es veterinaria. Ser autónomo no es tan bueno, vivos en una inestabilidad que no vale la pena".
De momento, pero, la Casa Beethoven sigue abierta y, como el primer día, continúa siendo un punto de encuentro por los forofos a la música. Cada sábado, y desde hace muchos años, un grupo de gente se reúne alrededor del piano que hay en la tienda, del mismo modo que en su momento lo hicieron personajes ilustres como Albéniz o Granados. Y continúan pasando por allá estudiantes de música que, quien sabe si algún día se convertirán en intérpretes tan reconocidos como Joaquim Aragall o Montserrat Caballé, que también fueron clientes habituales de la casa.