Una investigación del académico Shai Danziger (Columbia Business School) demostraba que los jueces israelíes eran mucho más benévolos en sus juicios después de la hora de comer. El profesor del Oxford Martin School, Carl Benedikt Frey, recuperaba esta curiosidad a la jornada El futuro del trabajo, organizado porlaAsociación Catalana de Universidades Públicas (ACUP), para hacer patente una obviedad. "Los trabajadores humanos no somos infal·libles; tenemos muchos prejuicios y situaciones que nos condicionan". La reflexión sirve para intentar dar respuesta a la gran pregunta de la década próxima: los robots acabarán con nuestros trabajos? Será también este uno de los temas del Mobile World Congress (MWC) de este año, puesto que uno de los MWC Tours & Experiences mostrará como tecnologías como el blockchain, la inteligencia artificial, la robótica y/u otras tecnologías disruptives están incidiendo en las empresas actuales.
Benedikt se ve "incapaz de predecir el futuro", pero apunta a varias tendencias. "El punto de partida es que, en las últimas décadas, el coste de los ordenadores ha disminuido de forma increíble y, por el contrario, cada vez son capaces de hacer más cosas". Un repaso cronológico superficial nos muestra como, en 20, las computadoras se encargaban de los trabajos automatizados y, en la actualidad, la aplicación de datos y el desarrollo de la inteligencia artificial están permitiendo crear modelos capaces de aprender y realizar tareas como traducciones y diagnósticos médicos.
El experto apunta que, en un futuro próximo, las máquinas podrán desarrollar las tareas mecánicas y aquellas que se puedan aprender en base de parámetros y certezas. Qué riesgo supone esto por el futuro del mercado laboral? "El que nos tenemos que preguntar es que no hacen las máquinas, y nuestra ventaja competitiva está en tres ámbitos: creatividad, inteligencia social y manipulación", indica.
Ponemos cifras. Según los datos presentados por Benedikt, en la actualidad, el 7% de los lugares de trabajo no requieren cabeza de las tres habilidades citadas anteriormente, por el que es este nicho de trabajadores el que está en peligro. A pesar de representar un alto porcentaje de la población, el académico ve en esta situación una oportunidad. "En un periodo de 20 años tendremos la opción de deshacernos de estos trabajos y dedicarnos a tareas realmente productivas. La productividad no es que un taxista haga un trayecto mucho más rápido, sino que deje el taxi y se dedique a trabajos con más valor añadido".
De hecho, Benedikt pide una nueva perspectiva en el análisis sobre el papel de los robots en el mercado laboral. "La pregunta que nos tenemos que hacer no es si nos dejarán sin trabajo, sino qué nuevas profesiones aparecerán gracias al desarrollo tecnológico".
Benedikt: "La productividad no es que un taxista haga un trayecto mucho más rápido, sino que deje el taxi y se dedique a trabajos con más valor añadido"
En este sentido, el experto diferencia entre las perspectivas de la población con estudios superiores y los menos calificados. "Los trabajos que desaparecerán son los que cada vez tienen peores remuneraciones; en cambio, los titulados no sufren tanto por la robotització y automatización del trabajo". De hecho, Benedikt apunta al esencial papel que tienen que jugar las universidades para adaptar sus programas a la próxima realidad. "Hay que formar estudiantes de acuerdo con la creatividad, el debate, la reflexión y la resolución de problemas".
Las profesiones del futuro: salud e I+D
La directora del McKinsey Global Institute, Susan Lund, comparte la visión de Benedikt, a pesar de que duda sobre la capacidad de los robots de llegar a sustituir totalmente a algunos trabajadores. "Las tecnologías y la inteligencia artificial acabarán con los procesos rutinarios y con parte de los trabajos cognitivos, pero esto puede querer decir que los empleados simplemente se concentrarán en las partes de su trabajo que no se pueden automatizar y que, por lo tanto, tienen más valor", apunta.
A la especialización, Lundsuma la aparición de nuevas profesiones, más especializadas y, según su visión, marcadas por tres macrotendències: la demografía, el cambio climático y el mismo desarrollo tecnológico.
"En el ámbito demográfico, la población no para de crecer, especialmente en zonas como la África, y todos estos nuevos habitantes tendrán la perspectiva de poder trabajar, y tenemos que ser capaces de formarlos y crear su marco de ocupación. A la vez, en zonas envejecidas, como Europa, crecerán inevitablemente la ocupación en el sector salud", apunta. La experta tampoco duda del gran impacto que tendrá el cambio climático en el mercado laboral y el papel que tendrá la evolución tecnológica para revertir sus efectos. "El calentamiento global es, en parte, consecuencia del desarrollo técnico de los últimos siglos, y su resolución también vendrá por la creación de nuevas tecnologías, por el que los campos de investigación e innovación serán también un foco de crecimiento laboral en el futuro".
Lund: "En zonas envejecidas como Europa crecerán inevitablemente la ocupación en el sector salud"
Finalmente, el mismo desarrollo tecnológico, marcado por la "mecanización, la aparición de robots colaborativos, la inteligencia artificial y los Smart Production Systems, que, por un lado, ya están generando puestos de trabajo por su creación, pero que, a la vez, ponen en riesgo los puestos de trabajo de parte de la población".
El papel del ocio
Además de saber si los robots acabarán con nuestro trabajo, la otra gran pregunta a hacerse es, realmente nos importa? Benedikt se sorprende el ver como todos los debates sobre la evolución tecnológica en el mercado laboral se hacen desde la perspectiva de la amenaza, y nunca desde la oportunidad de mejorar la calidad de vida de las personas. "Desde el año 1900, los salarios han crecido un 800%, pero el tiempo destinado al ocio sólo lo ha hecho un 10%; es un crecimiento ínfimo y, al final, el tiempo libre es consumo y desarrollo".
El investigador indica que la automatización de los trabajos puede ser "la oportunidad para tener la vida que deseamos, trabajando sólo unos meses en el año", pero es pesimista respecto al éxito de este enfoque. "El que vemos es que, por mucho que tengamos la opción, priorizamos los ingresos que generamos al nivel de vida que tenemos. Queremos más dinero para pagar las cosas que hacemos al pocos tiempos de ocio de que disponemos".