La semana pasada hablábamos desde Marlex sobre los pilares básicos de las metodologías Agile. Pero una cosa es la teoría, y otra muy diferente es ponerlo en práctica. ¿Cómo lo podemos hacer para aplicar todas estas ideas en nuestro día a día? ¿Para qué proyectos o equipos tiene sentido hacerlo? Aquí queremos dar respuesta a estas preguntas a través de diferentes ideas clave de implementación. Manos a la obra:
- Equipos de entre 4 y 8 personas. Si el equipo lo integran más personas y no tenemos experiencia en Agile, la operativa puede ser compleja de coordinar. A más personas, más potenciales dudas e inercias que todos juntos arrastramos de antiguos esquemas de colaboración. Si somos tres personas o menos, probablemente destinamos más tiempo a aprender las nuevas metodologías que a sacar un provecho real. Vale más esperar a una oportunidad donde nos sea útil de verdad aplicar estas técnicas.
- Proyectos colaborativos: tareas interrelacionadas e interdependientes. Los proyectos donde las metodologías Agile pueden aportar más valor son aquellas en las que el adelanto del trabajo de unos miembros del equipo depende del trabajo que hayan hecho o estén haciendo otros miembros. Si el proyecto lo pueden conducir de manera autónoma cada uno de los profesionales del equipo, y el resto de personas no necesitan saber en qué están trabajando los compañeros/se o como lo están haciendo en todo el proceso, entonces no hace falta que nos rompamos la cabeza aplicando metodologías Agile sin sentido. En cambio, sí que nos es útil cuando el proyecto necesita poner en común los adelantos de cada persona para desarrollar nuevas soluciones y llegar a un objetivo común. Si el progreso de unos puede influir en el desarrollo de las tareas de otros, los valores Agile pueden ayudar y mucho a mejorar esta coordinación y hacerla más eficiente.
- Personas abiertas al cambio y generosas. Los valores Agile como la colaboración, la transparencia, la eficiencia o la no-jerarquía pueden chocar mucho con las formas tradicionales de funcionar dentro de una empresa. Hay que dejar de lado los títulos y estatus de poder, puesto que en un proyecto Agile no hay un jefe o un responsable general. Hay una alta autorresponsabilidad y una clara división y especialización de roles, sin que ninguno tenga el control absoluto.
- Haz una prueba con un proyecto concreto. Antes de implementar las metodologías Agile en todo un departamento de la empresa sin tenerlo claro, puede ser idóneo probarlo con un proyecto en concreto. Sin impactar todas las dinámicas de golpe. Puede ser un proyecto donde estén involucradas varias áreas de la empresa, o un equipo multidisciplinario, por ejemplo, para configurar una propuesta de colaboración innovadora para un cliente donde hacen falta las ideas y energía de engranajes diferentes de la empresa (equipo técnico o de producto, marketing, compras, ventas, IT…).
- No quieras correr: explica bien el cómo y el por qué de las metodologías Agile. Es fundamental el papel de acompañamiento de figura del Scrum Master para evitar devolver a las antiguas formas de organización y reducir una herramienta de valor por el equipo en un pequeño teatro. Entre otras cosas, se tiene que asegurar que se respeten los roles; que los antiguos "jefes" no impongan sus maneras de hacer al equipo de desarrollo; que el panel de control (la pizarra Scrum) sea de utilidad para el equipo y para compartir información; y que se respete la operatividad de las reuniones: que no se conviertan en charlas interminables donde no se llega a ninguna decisión.
En definitiva, las metodologías Agile son buenas en la medida que aportan valor a los equipos a la hora de coordinarse. Hay que saber cuál es el momento y proyecto oportuno para aplicar estas técnicas, y hacerlo de forma valiente para que no acabe siendo un obstáculo, sino una solución.
La primera parte de este tema vinculado con las metodologías Agile es este artículo, 'Metodologías Agile: ¡se ha acabado la jerarquía!'