De a China a los Estados Unidos, pasando por Japón, Australia, Corea del Sur, Rumanía, Países Bajos o Noruega. La marca catalana de ropa infantil Cóndor, fundada en 1898, es hoy en día un referente mundial que viste niños de todo el mundo. Con una facturación de 18 millones de euros el 2019, son presentes en más de sesenta países y toda la fabricación se hace en Catalunya. El que empezó cómo un pequeño taller de confección de calcetines, es hoy una empresa internacional con más de 200 trabajadores.
Su historia empieza a finales del siglo XIX, cuando la familia Ribera de Arenys de Mar fundó un taller para tejer calcetines con casi una veintena de trabajadoras y ya bajo la denominación de Cóndor. La empresa vive un crecimiento constante y va pasando de generación en generación y se traslada en una nave más grande en el mismo pueblo. Pero todo se empieza a torcer en 1971.
Situación de "vida o muerto"
"Se quema una parte importante de la nave y se sufrió mucho. La empresa empieza a tener bastantes problemas económicos", explica Roser Ramos, actual directora general de Cóndor, que añade: "En 1975 estaba en una situación de vida o muerte". Y en este momento crucial, apareció Manuel Valls, de la Corporació Empresarial Valls de Igualada y propietario, entre otros, de Punto Blanco.
La marca se mantiene y Valls dedica todos los esfuerzos a reflotar la empresa. La renueva y pone gente de su confianza para reposicionarla en el sector de calcetines infantiles. Cinco años de trabajo para conseguir mantener viva una marca histórica que hoy tiene más de 120 años.
Explosión de la marca
Hasta los años 90, Cóndor se dedicaba a elaborar calcetines para niños y bebés. Pero a partir de entonces, hizo un salto adelante. Se decidió comprar nueva maquinaria y se empezó a fabricar complementos infantiles cómo gorros, guantes o bufandas de punto. Y más adelante chaquetas y todo tipo de ropa cómo leotardos.
"Hacemos un muy buen producto. De muchísima calidad y no hay prácticamente nadie que haga nada similar, quizás hay dos marcas en el mundo", destaca Roser Ramos. Una de las claves es que disponen de máquinas específicas y que son muy exclusivas. Además, en su cartera hay más de 70 colores cada temporada, un hecho muy apreciado.
De Arenys de Mar al mundo
La calidad y su vocación artesanal ha permitido a Cóndor convertirse en uno de los referentes en el mundo. A pesar de que antes ya habían tenido alguna experiencia, la exportación de forma más profesionalizada empieza hace unos 17 años, con la creación de un departamento específico. "Antes era difícil y siempre se esperaba más que te vinieran a buscar", reconoce Ramos.
Con el nuevo departamento empezaron a ir a ferias internacionales y descubrieron que sus artículos eran muy apreciados en los cinco continentes. Hasta día de hoy, que son presentes en 64 países. "Cuanto más exportas, más sabes y más aprendes", añade la directora general. Hoy la ropa Cóndor se puede encontrar en tiendas de toda Europa, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Latinoamérica... Y en China, que es el principal mercado después de España, con un 10% del total de la facturación. De hecho, el 40% de todas las ventas provienen de la exportación.
Hecho en Catalunya
Y todo ello hecho desde su fábrica de Arenys de Mar, una planta de producción vertical de 10.000 metros cuadrados donde cubren toda la cadena productiva. Además, disponen de una nave de más de 4.000 metros cuadrados a Arenys de Munt de producto acabado y un almacén para la materia primera a Sant Pol de Mar.
"Todo el mundo nos decía por qué no íbamos a China si era más barato", recuerda Roser Ramos. Y de hecho, ella misma hizo visitas al país asiático para conocer de primera mano algunas fábricas. "Volví con la conclusión que no podían hacer lo que nosotros hacíamos. A pesar de que somos industriales, tenemos un talante muy artesanal y allá hacen grandes cantidades".
Roser Ramos: "Estamos orgullosos de estar aquí, a Arenys, de ser catalanes y de dar mucho trabajo"
"Nos aporta mucho. Estamos orgullosos de estar aquí, en Arenys, de ser catalanes y de dar mucho trabajo". Además, a raíz de la pandemia, también ha supuesto un valor añadido. Poder controlar la fábrica y las producciones, poder decidir cuando parar la cadena o retomarla de manera independiente, ha sido una gran ventaja. Además, actualmente los barcos de mercancías desde Asia pueden tardar tres meses, el que supone una previsión de demandas que en los tiempos actuales supone un gran riesgo.
Y mientras muchas empresas catalanas han apostado por la deslocalización, Cóndor ha hecho el camino inverso y son ellos los que venden a los chinos. "Aprecian mucho nuestro producto. A la primera feria que fuimos a Shanghai tuvimos mucho éxito", recuerda Ramos. De hecho, recibieron interés de muchos distribuidores: "Nos volvimos un poco locos. Pero escogimos bien y despacio hemos llegado dónde somos ahora, a consolidar la marca". Incluso ya los quieren copiar: "Quiere decir que lo haces bien".
También tienen mucha salida en Estados Unidos, donde su distribuidor tiene incluso una tienda propia con artículos de Cóndor en Leakwood (Nueva Jersey).
El paso en las tiendas propias
Tradicionalmente, Cóndor vendía a través de tiendas multimarcas y grandes almacenes. Pero hace unos quince años decidieron ir más allá y empezar a abrir tiendas propias. El motivo es que las tiendas multimarca han ido desapareciendo y cada vez hay menos. Y decidieron vender directamente a los clientes. Por ahora, tienen once tiendas en el Estado, con un Outlet en Arenys de Mar. Y también disponen de una tienda online, actualmente por Europa, puesto que en otros continentes, son los distribuidores los que se encargan.
Roser Ramos: "Más que comprar calcetines, compran Condor"
Todo ello forma una marca catalana con más de 120 años de historia reconocida en todo el mundo. "Más que comprar calcetines, compran Cóndor, porque son fans y lo ven diferente", resume Roser Ramos. Un ejemplo son sus más de 130.000 seguidores de Instagram, desde donde llegan a los cinco continentes.