Lo peor que se puede hacer es tener un consejo de administración de amigos. Lo segundo peor es no tener consejo de administración. Cada vez conviene prestar más atención al consejo de administración ya que, además de la fuente de ventaja competitiva en unos mercados cada vez más globalizados y con creciente aumento del ritmo de cambio, ha de hacer frente a una creciente responsabilidad jurídica de sus integrantes.
La mayoría de los consejos son pasivos y opacos. Muchos son "jarrones" decorativos formados por "si señores" que se limitan a "dar prestigio" o cumplir formalismos en lugar de aportar ventaja competitiva. Sus miembros no tienen los conocimientos adecuados o no dedican tiempo suficiente. Muchas veces como máximo lo que hacen es controlar lo ya hecho, o se limitan sólo a cumplir con los formalismos legales.
Para ser fuente de ventaja competitiva, el consejo ha de orientarse más al futuro que al pasado; ha de estar profesionalizado en sus integrantes y funcionamiento. Ha de diseñarse para ayudar a las necesidades de la empresa. Ha de aportar objetividad y nuevas ideas; ha de poner a prueba las asunciones y los puntos fuertes y débiles; ha de poner sobre la mesa las cuestiones difíciles.
Para ser fuente de ventaja competitiva, el consejo ha de orientarse más al futuro que al pasado
Los consejeros no son asesores, toman decisiones y asumen responsabilidades. Pueden ser responsables, incluso por omisión en el deber de vigilancia de un ordenado empresario, por la responsabilidad penal de la sociedad; además de ser civilmente responsables de forma solidaria e ilimitada por los perjuicios que causen a sus socios en el desarrollo de su responsabilidad social. Deben ejercer efectivamente el cargo, informándose y vigilando la sociedad; y actuar con lealtad en la sociedad con la diligencia de un fiel representante. Para ello deben disponer con tiempo de la información necesaria en cantidad y calidad.
Las principales escusas de la empresa familiar para no tener consejo son: ya tenemos asesores, secretismo, no tenemos dimensión suficiente, sus miembros asuman demasiada responsabilidad legal, no entenderían el negocio, pérdida de control e inseguridad.
Ilustración y texto extraídos del libro “Empresa Familiar con Humor”, editorial Profit, de JL Martin y Jordi Tarragona. Derechos de autor cedidos a Manos Unidas.