A finales del siglo XIX, después de unas décadas de esplendor, la agricultura europea entra en una profunda crisis. La globalización del capitalismo provoca la avalancha e invasión de productos de las tierras de ultramar hacia la metrópoli a unos precios más bajos que arruinan a los campesinos. Por si esto no fuera suficiente, la aparición de la plaga de la filoxera, que inexorablemente hace desaparecer prácticamente la totalidad de la viña, lo termina de rematar.
La comarca del Alt Urgell lo resiente un poco más tarde -a partir del año 1890-, dado que la agricultura era de autoconsumo y, por lo tanto, la caída de precios no la afectaba directamente. Sin embargo, cuando llega la filoxera y causa estragos en la viña, la situación cambia porque el vino sí que se comercializaba y proveía de una renta complementaria a los campesinos. Y es que, aunque nos parezca inverosímil, la viña estaba muy presente en el paisaje de las comarcas pirenaicas.
A finales del siglo XIX, la plaga de la filoxera hizo desaparecer prácticamente la totalidad de la viña
La respuesta a la crisis se manifestó de diferentes maneras en todas partes. En el sur de Catalunya se hizo con la implantación de cepas americanas inmunes a la plaga, acompañada del asociacionismo e industrialización del vino con la creación de las cooperativas vitivinícolas promovidas por la Mancomunidad. En cambio, en las comarcas de montaña, como el Alt Urgell, se produce una reconversión del modelo agrario preexistente, sustituyendo la viña que, junto con el cultivo de cereales, los pastos y la comercialización de leche y sus derivados -mantequilla y quesos, principalmente- transforman así una comarca vitivinícola en una comarca lechera que, a la larga, representaría un cambio radical con generación de riqueza en el territorio vigente, aún, hoy en día.
La herramienta para hacerlo fue una cooperativa ganadera, la primera lechera del Estado, por parte de un grupo de campesinos del Pirineo -sin duda revolucionarios en su época- liderados por JosepZulueta. Se constituyó en el año 1915 como Cooperativa Lletera de la Seu d'Urgell, que al fusionarse en 1935 con la Cooperativa Lletera de Bellver pasaría a denominarse definitivamente Cooperativa Lletera del Cadí. Como la leche se estropeaba de inmediato si no se consumía al instante, se optó por su transformación en mantequillas y quesos, que a su vez eran más fáciles de transportar y se comercializaban con gran aceptación en los mercados urbanos y especialmente en Barcelona.
Pero el embrión del proyecto de la cooperativa Cadí se encuentra 25 años antes de su constitución, cuando Josep Zulueta veraneaba en Puigcerdà, aprovechando que se presentaba a las elecciones como candidato a diputado en el Alt Urgell. Entonces recorrió intensamente todos los pueblos y aldeas de los Pirineos, y se dio cuenta de la profunda crisis que la plaga de la filoxera había provocado en el territorio donde, por otro lado, había un atraso y un gran olvido gubernamental, y la miseria era el pan de cada día. A pesar del intento, no gana al diputado conservador oponente; el caciquismo es el patrón imperante en la sociedad y muy especialmente en las zonas rurales. Pero el trabajo de campo, el conocimiento adquirido, el diagnóstico y la posterior reflexión le permitieron trabajar y elaborar una propuesta para reconvertir el sector agrario, apostando por la ganadería y los lácteos. La experiencia que adquiere en sus propias granjas, le ayuda a dar ejemplo de la factibilidad y viabilidad de sus ideas. Es así como convence a otros ganaderos de la zona y va configurando, poco a poco pero sin pausas, esta transformación culminando con la creación de la cooperativa.
El modelo cooperativo planteado es interclasista y adaptado a la cultura del territorio con incorporación de grandes y pequeños propietarios -la mayoría serán pequeños- que se organizan y funcionan bajo el principio "un hombre, un voto" y la obligatoriedad de aportar toda la producción a la cooperativa que transforma y comercializa los productos de forma conjunta. Las ideas que complementaban el proyecto, con el objetivo de dar una vida digna a los habitantes, iban más allá e implicaban, entre otras cosas, una mejora sustancial de las carreteras para facilitar el transporte de personas y mercancías.
Ciertamente, Zulueta, nacido en Barcelona en 1858 y fallecido en la misma ciudad en 1925, es un personaje polifacético e inquieto que participa intensamente en la política en la etapa de la Restauración borbónica siendo de forma recurrente diputado en Madrid por el partido judicial de Vilafranca del Penedès a lo largo de una veintena de años, formando parte de partidos republicanos y reformistas. Esta posición y las relaciones que mantiene a todos los niveles ayudan, sin duda, a la materialización del proyecto.
La cooperativa se ha ido adaptando a los cambios del entorno, pero manteniéndose fiel a su razón de ser: "Mantener vivo el territorio de las comarcas pirenaicas del Alt Urgell y la Cerdanya, a través de continuar con la tradición agrícola y ganadera de producción láctea que ha sido la base de la vertebración económica, social y medioambiental de estas tierras desde hace más de 100 años". A este objetivo principal se le debe sumar la vocación de legado, es decir, dejar mejor el territorio y garantizar oportunidades para las generaciones futuras. A esto ahora lo llamaríamos sostenibilidad con las tres patas necesarias: social, ambiental y económica.
Las cifras de la cooperativa hablan por sí solas y ponen de manifiesto su dimensión e impacto en el territorio. Está formada por 65 granjas que producen anualmente 62 millones de litros de leche (170.000 litros que se recogen diariamente en la casa de los campesinos 365 días al año tanto si hace frío como calor) y tiene una extensión de cultivos y pastos de 25.000 hectáreas con una facturación total de leche y derivados de 52 millones de euros. Las exportaciones suponen un 25% de la cifra de negocio y un 65% son al mercado francés; todo un mérito penetrar y consolidarse en el país del queso. Con más de 130 puestos de trabajo directos, un centenar de indirectos y un montón de proveedores y empresas vinculadas el impacto de la cooperativa, es más que relevante en unos territorios donde el tejido industrial -en este caso agroalimentario- en general, tiene un peso marginal.
La cooperativa está formada por 65 granjas que producen anualmente 62 millones de litros de leche
Los ganaderos promotores de la cooperativa, capitaneados por Zulueta fueron unos emprendedores que se anticiparon a su tiempo y no se quedaron parados lamiéndose las heridas derivadas de las crisis sobrevenidas. Los tiempos cambiaban y ellos debían cambiar y adaptarse. De nada servía lamentarse y añorar el pasado.
Hace unos cuantos años, el doctor Spencer Johnson publicó un best-seller del management y la gestión del cambio titulado ¿Quién se ha llevado mi queso? A diferencia de los ratones del relato que se mantienen en su laberinto buscando un queso que ya no existe y no dedican su tiempo a buscar uno nuevo, los pioneros de la cooperativa Cadí rápidamente cambiaron, y ellos sí que, de forma literal y literaria, encontraron su nuevo queso con adaptación e innovación constante. Tomen nota las escuelas de negocios especialistas en el método del caso; aquí tienen uno de éxito que cien años después aún perdura.