Cristóbal Colón, una filosofía artesanal de la vida buena

El fundador de La Fageda es un ejemplo excepcional de cómo la dedicación al bien común puede transformar no solo la vida de los otros, sino también la propia

Cristóbal Colón, fundador de La Fageda | EP Cristóbal Colón, fundador de La Fageda | EP

Hace unos años, leí una entrevista fascinante sobre un hombre con un nombre que evoca imágenes de conquistadores y aventuras, pero que había decidido hacer de su camino una exploración completamente diferente. Cristóbal Colón, un empresario que fundó una fábrica de yogures en la Garrotxa adaptada para dar un espacio laboral y social a personas con diversidad funcional, me cautivó inmediatamente. En su entrevista, Colón revelaba que su nombre había sido una broma de su padre, un recordatorio constante del legado histórico que llevaba, que le había traído muchos problemas en el pasado. Por este mismo motivo, había elegido llamar a su hijo Juan, para dejar atrás las connotaciones de su identidad histórica y no hacerle pasar el mismo martirio. A raíz de esta entrevista me interesé más en el personaje, su trayectoria, los valores detrás de su idea que ha cambiado la vida de tantas personas. Cuando profundicé en su vida, descubrí que Cristóbal Colón no era solo un empresario; era un ejemplo excepcional de cómo la dedicación al bien común puede transformar no solo la vida de los demás, sino también la propia.

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Una de sus declaraciones más impactantes fue: “A mí no me interesa tener una buena vida, sino una vida buena”. Esta afirmación sintetiza su visión del mundo y su aproximación a la vida, que se transmite en sus yogures y su filosofía empresarial.

De Zaragoza a La Fageda d’en Jordà

Cristóbal Colón nació en Zaragoza en el seno de una familia humilde. Tras la muerte prematura de su padre, Colón comenzó a trabajar como sastre, un trabajo que le permitió desarrollar un profundo respeto por la artesanía, la paciencia y el orgullo de hacer las cosas bien. Esta experiencia no solo fue fundamental en su vida profesional, sino que forjó su carácter y su percepción de la vida y sus elementos.

Colón: “A mí no me interesa tener una buena vida, sino una vida buena”

Durante los años que pasó como sastre, Colón se sumergió en las ideas del comunismo y las tesis marxistas, implicándose activamente en diversas plataformas políticas. Este compromiso lo llevó a ser encarcelado en varias ocasiones, una experiencia que, en lugar de desanimarlo, enriqueció su comprensión de la injusticia social y la necesidad de cambio. Cuando comenzó a trabajar en una prisión, su experiencia con el sistema penitenciario fue reveladora y lo motivó a buscar nuevas vías de impacto social. En su búsqueda de conocimientos y experiencias nuevas, Colón comenzó a trabajar en lo que en aquel momento se llamaba “manicomio”. Esta experiencia fue crucial para él, ya que allí conoció a Carme Jordà, con quien se casó. Además de este punto de inflexión en su vida personal y sentimental, Colón descubrió que las condiciones en los manicomios no eran tan diferentes de las prisiones, especialmente en lo que respecta a la privación de libertad y la manera en que se trataba a los pacientes. Estas revelaciones fueron un duro golpe, pero también una fuente de inspiración para su futuro trabajo y la misión que quería llevar a cabo a lo largo de su vida. En ese período, Colón decidió estudiar Psicología en la universidad, con el objetivo de comprender mejor las complejidades de la mente humana y las condiciones de vida de las personas con trastornos mentales. Aunque comenzó con buenas intenciones, pronto se dio cuenta de que la carrera académica no era su camino definitivo. Su pasión por la naturaleza y su enamoramiento de los paisajes de la Garrotxa lo condujeron a una nueva dirección.

Con un deseo de combinar su visión social con su pasión por la naturaleza, Colón decidió fundar una empresa de yogures artesanales. Consciente de su falta de formación empresarial, afrontó el reto con una actitud humilde y decidida, apoyándose en lo que le recordaba uno de sus filósofos preferidos: “sabe muy bien lo que no sabe”. Esta conciencia de su propio conocimiento limitado y su disposición a aprender fue clave para su éxito. Así nació La Fageda, una empresa con una misión doble: promover la “vida buena” y devolver la ilusión a las personas que, hasta ahora, habían sido apartadas de la sociedad por sus diversidades y discapacidades.

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En sus inicios, La Fageda era una pequeña manufactura artesanal de yogures, pero con el tiempo evolucionó hasta convertirse en “un proyecto social con estructura empresarial”. Hoy, La Fageda no solo produce yogures, bífidus, mermeladas, helados y postres, sino que también ofrece una vida buena a más de 500 personas, un 70% de las cuales tiene algún tipo de discapacidad intelectual. Esta inclusión no se limita solo al área productiva; el Ámbito Social de La Fageda proporciona apoyo a las personas en situación de vulnerabilidad con la ayuda de profesionales en trabajo social, psicología y educación social. Así, el proyecto va más allá de las cifras, creando un impacto real y positivo en la vida de las personas involucradas.

40 años después

La facturació de La Fageda és d'uns 30 milions d'euros | La Fageda
El Ámbito Social de La Fageda proporciona apoyo a las personas en situación de vulnerabilidad | La Fageda

Colón observa con un orgullo genuino la idea que concibió con su esposa y la manera en que ha evolucionado a lo largo de los años. Cuando habla de sus trabajadores, advierte que a menudo los estigmatizamos por ignorancia, una situación que atribuye en gran parte a la falta de formación filosófica. Colón, profundo admirador de Platón, Sócrates y Jesucristo, cree firmemente que “el sentido de la vida es una vida con sentido”. Esta perspectiva filosófica no solo guía su vida personal, sino que también impregna su visión empresarial y su enfoque social. La huella de Cristóbal Colón no se limita al sector empresarial. Gracias al equilibrio entre su filosofía personal y su impacto social, ha conseguido convertirse en uno de los empresarios más relevantes de nuestra sociedad, y transmitir su filosofía de la artesanía a muchas personas. Si bien no le gusta mucho aparecer en público ni conceder entrevistas, su capacidad para combinar éxito empresarial con un profundo compromiso social es un testimonio del poder que tiene una visión clara y un deseo genuino de hacer el bien.

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La historia de Cristóbal Colón es un ejemplo inspirador de cómo se puede transformar una vida llena de dificultades y experiencias diversas en un proyecto que beneficia a toda una comunidad. Su vida y su trabajo nos recuerdan que la verdadera riqueza no se mide solo en términos materiales, sino en el impacto positivo que podemos tener en la vida de los demás y en la manera en que vivimos con propósito. La Fageda es, en este sentido, mucho más que una empresa: es una manifestación concreta del poder de la filosofía aplicada a la vida cotidiana y a la economía social.

Un buen trabajo para una vida buena

En una sociedad que a menudo valora los éxitos individuales sobre los colectivos, Cristóbal Colón nos ofrece una perspectiva que nos devuelve a los valores de la filosofía, la moral y la ética. Su vida ilustra la importancia de la ética en los negocios y del compromiso con el bien común. Su historia es un recordatorio de que el auténtico éxito no se mide solo en términos de beneficio económico, sino en el impacto positivo que podemos tener sobre el mundo que nos rodea. Su labor con La Fageda no solo ha creado puestos de trabajo y generado riqueza, sino que ha proporcionado una sensación de dignidad y autoestima a muchas personas que, de otra manera, podrían haber sido olvidadas. Un equilibrio difícil de lograr, pero esencial para establecer una filosofía empresarial que va más allá de los resultados económicos.

Colón nos recuerda que el verdadero éxito se encuentra en el valor que aportamos a los demás y en cómo vivimos con una intención clara y un propósito profundo

Su historia nos anima a mirar más allá de lo que es inmediatamente visible y a considerar el verdadero valor de nuestras acciones y decisiones. Colón nos recuerda que el verdadero éxito se encuentra en el valor que aportamos a los demás y en cómo vivimos con una intención clara y un propósito profundo. Con una visión orientada no solo a crear riqueza sino a promover el bien común, Colón nos enseña que el camino hacia una vida buena puede ser tan variado como la vida misma.

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