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Dentro del laberinto de Grifols

La firma tiene dos comodines que tendrá que conseguir poner en juego antes del primer gran obstáculo que llegará en 2025

Interior de las oficinas corporativas de Grifols | Grifols
Interior de las oficinas corporativas de Grifols | Grifols
Barcelona
10 de Mayo de 2023
Act. 10 de Mayo de 2023

El pasado mes de octubre explicamos la situación de la empresa catalana Grifols, que ante la presión de los fondos de inversión para reducir deuda, se vio obligada a sustituir a su presidente, Víctor Grífols Roura, para dar paso a Steven Francis Mayer, un financiero duro proveniente, precisamente, del ámbito de los fondos de inversión y que ya tenía silla en el consejo. La voluntad firme de Mayer de sacar las tijeras para recortar todo gasto superfluo quedó abortado repentinamente cuando el pasado mes de febrero se anunció que plegaba por causas poco claras. Este movimiento propició la subida al máximo escalón de la compañía de Thomas Glanzmann, un hombre de la casa muy cercano a los Grifols y, sobre todo, a Tomás Dagá Gelabert el influyente asesor e ideólogo de la familia. Tres meses después de ese movimiento sorprendente han llegado los resultados trimestrales, que sin ser especialmente brillantes, fueron recibidos por los mercados con una fuerte subida de hasta el 9,5%. Poco antes de la presentación de resultados se había conocido que Glanzmann asumirá todos los poderes ejecutivos en detrimento de Víctor Grífols Deu y Raimon Grífols Roura.

A primera vista, los resultados muestran un crecimiento de la facturación bastante relevante (18%, hasta superar los 1.500 millones de euros), pero debajo de todo, en la línea final, hay unas pérdidas de 108 millones de euros (en el negocio ordinario, 26 millones de beneficios), por lo que no parece que la reacción del mercado sea demasiado proporcional a los hechos. Eso sí, la empresa se guarda dos balas de plata que pueden ser decisivas para superar sus obstáculos en el horizonte. ¿Cuáles son esos obstáculos? Claramente, los vencimientos de deuda que llegarán en los próximos años y que sin cambios de peso en la situación de la compañía serán muy difíciles de afrontar y salir vivos. Los vencimientos son los siguientes:

  • Año 2025: 2.000 millones de euros.
  • Año 2027: 4.100 millones de euros.
  • Año 2028: 2.100 millones de euros.
     

Los gestores de Grifols tienen dos años para prepararse para parar el primer (y más decisivo) de los golpes

Por tanto, los gestores de Grifols tienen dos años para prepararse para parar el primer (y más decisivo) de los golpes. Para ello tienen dos comodines que tendrán que conseguir poner en juego antes del primer gran obstáculo que, como hemos visto, llegará en 2025. Estos dos elementos (o balas de plata, como nos hemos referido antes) son:

  • La venta de la participación a la empresa china Shanghai RAAS por un precio que, como mínimo, se aproxime a lo que pagaron por adquirirla (unos 1.900 millones de euros).
     
  • La salida al mercado de Xembify, un fármaco contra leucemia linfocítica crónica que actualmente está en fase clínica III y que se espera que solo en los Estados Unidos recaude 1.000 millones de dólares.
     

La primera de las dos operaciones podría ser cercana en el tiempo, si hacemos caso de la frase que aparecía en la presentación de cifras de esta semana, donde se decía literalmente que “la compañía mantenía su compromiso de llevar a cabo una operación corporativa de desapalancamiento antes de finales de 2023”. Precisamente esta frase pudo ser el motivo de euforia del mercado, dado la importancia de una operación que podría reportar más de 1.000 millones de ingresos para la firma catalana. El peso de la empresa china en las cuentas de Grifols -en el sentido de la deuda asumida por comprarla- es una buena muestra de unos tiempos pasados donde la borrachera compradora sin control acabó llevando a la empresa a la situación límite que vive hoy en día. Se puede considerar un grave error de gestión la existencia para determinados directivos clave de incentivos vinculados a la compra de compañías, porque el resultado es este: la espiral de compras sin freno.

Los ingresos esperados -que hay que ver si se acaban haciendo realidad- permitirían reducir deuda y continuar con el proceso de desapalancamiento, que actualmente muestra un ratio sobre ebitda de siete veces, cuando a mediados del año 2022 estaba a nueve. El objetivo estratégico de la empresa es acercarse a cuatro (2024), una cifra mágica que permitiría tener acceso a refinanciar los vencimientos futuros. El pasivo total del grupo asciende a unos 13.000 millones de euros, repartido en 2.000 millones a corto y 11.000 a largo plazo.

El pasivo total del grupo es de unos 13.000 millones de euros, repartido en 2.000 millones a corto y 11.000 a largo plazo

Mientras, y por lo que pueda ocurrir, la familia Grífols está haciendo caja liquidando algunas de sus inversiones patrimoniales. En este sentido, en la actualidad están intentando vender el hotel Hesperia Presidente, ubicado en la Avenida Diagonal de Barcelona, por el que pagaron 125 millones de euros en verano de 2021. Difícilmente ahora podrán sacar mucho más de 50 millones.

A la vista de todo ello, queda claro que Grifols tiene año y medio para conseguir los recursos necesarios para salvar al primer match-ball, aquel que indicábamos de los 2.000 millones de vencimientos a finales del 2025. En este período se juega la viabilidad de la empresa, que si logra superar los problemas de deuda, fácilmente podría volver a la senda de los beneficios cuantiosos porque su negocio es de gran calidad.