Convertir una caja de cava en una lámpara de mesa con glamour es un ejemplo de cómo todo puede tener una segunda vida. Y confeccionar una chaqueta con impresión 3D, muestra de como nuestra ropa está en fase de cambio. Todo ello es el que se denomina ecodisseny, un concepto de moda y que no es más que el resultado de una conciencia cada vez más fuerte respecto a la sostenibilidad. Una filosofía que profesan las diseñadoras de Ciclus y ZER, creadoras de estos inventos futuristas -o no tanto- que quieren deslumbrar la Design Week Barcelona como lo han hecho en varios premios internacionales.
"La sostenibilidad no es sólo materiales y medios de producción, es una forma de pensar cíclica que implica también minimizar costes de energía, transporte, agua... Tiene que ver con la reducción de todo para reducir el impacto en el entorno, también tóxicos, tintas y otros químicos", explica la fundadora y CEO de Ciclus , Tati Guimarãse, creadora de Cavallum, proyecto galardonado a lospremios Global Innovation Report de Londres o los IDEA de Brasil. Esta lámpara está hecho de cartón, madera certificada de repoblación controlada y cordeles de algodón natural, así como todo el necesario para montar una fuente de iluminación. Materiales que preservan al máximo las tres R: reducir, reutilizar y reciclar.
Las emociones como oportunidad de negocio
La clave de Guimarãse para enamorar con sus ideas es atacar las emociones. "Hace más de 20 años que me dedico a esto y creé el primer estudio internacional qe trabaja la sostenibilidad ligada en la parte emocional. Queremos emocionar a través del diseño", explica. Porque si una cosa tiene clara, es que cuanto más valor afectivo tiene un producto, más queremos que dure. Por eso el estudio trabaja esencialmente con proyectos personalizados que los permitan, afirma la fundadora, "conectar con las experiencias de los usuarios y entender para quienes están destinados".
Es una nueva oferta al mercado del diseño, pero que cada vez tiene más demanda. Calcula que entre un 5% y un 10% de los compradores se han vuelto más selectivos a la hora de comprar y que los proveedores ya empiezan a temer la nueva tendencia: "Hay preocupación porque los clientes cada vez preguntan más. Si hay una exigencia del consumidor,habrá la necesidad de cambio en la industria. Se está haciendo lentamente, pero ya vemos como hay personas que buscan algodón orgánico o se preocupan por la procedencia y la producción del que compran". De hecho, en Cataluña ya hay 391 empresas que ofrecen soluciones de economía circular y precisamente la gestión de sus residuos, que representa el 75% de la facturación, es donde hay el foco principal. El total del grueso de su actividad responsable representa el 2% del PIB catalán.
A la moda en 3D
Mientras que Guimarãse utiliza sólo la impresión 3D para elaborar prototipos, el Ane Castro y Núria Acosta han conseguido traer a las pasarelas prendas de ropa con esta tecnología. La descubrieron en Holanda, donde hicieron las prácticas universitarias y donde adquirieron la base comprender su funcionamiento.
Estas dos catalanas son ahora la cara visible de la colección Conect3D, formada por 10 diseños, de la firma ZER. Un proyecto que este mes de enero ha sido galardonado a la novena edición del Samsung Ego Innovation Project por la unión de la técnica más puntera con la sostenibilidad.
Elaboran diseños desde cero y complementos que imprimen sobre materiales convencionales como neopreno para piezas exteriores. Su materia primera es un hilo llamado Filaflex creado por la empresa valenciana Recreus, el que potencia su objetivo de trabajar la economía de proximidad. "Hay pocos materiales al mercado y optamos por este por su elasticidad. Es plástico, pero a final no deja de tener una composición similar al poliéster. Eso sí, no genera residuos como los tejidos de siempre", explica Castro. Y es que una pieza de 'moda rápida' produce más de 400% emisiones de carbono. "Es un fasto fashion donde no quieren entrar", añade.
Posiblemente, según Acerca, el hàndicap principal es la medida de la máquina: "Sólo se puede imprimir en medida DIN A4, el que nos obliga a hacer patrones digitalmente y dividirlos en piezas diferentes porquequepan a los platos y después juntarlas". De aquí que insistan a decir que, por mucha tecnología puntera que utilicen, continúa siendo un proceso artesanal. "No producimos en una hora ni es imprimir y ya está. Podemos tardar entre 12 horas y varios días y no hacemos más que unir innovación y tradición", añade Castro.
ZER es una más de las empresas que se ha lanzado al mercado. En el último año, las colecciones de moda impresas han aumentado un 29%. A un ritmo del 25% anual, según datos de C!Print, se espera que para el 2025 su peso a la industria textil ya sea del 50%.
Hacer atractiva la sostenibilidad
Alrededor de la sostenibilidad hay negocio y está claro. Tanto para los estudios de diseño con la creación de nuevo mobiliario y decoración o herramientas más funcionales, como para los quién pueden idear la ropa del futuro. El que no lo acaba de impulsar, según Acerca, "es que tiene una estética muy hippies". "Cuando se piensa en innovación y tecnología no se piensa en sostenibilidad, cuando realmente todas las marcas tendrían que apostar por este valor. Y un diseñador tiene que saber como se produce, donde y cómo se vende", insiste. Una opinión que comparte la creadora del estudio Ciclus, Guimarãse, quien menciona el cuero líquido como un nuevo material responsable –no necesita animales- pero que no acaba de ser tan atractivo como el convencional.
Acosta: "Cuando se piensa en innovación y tecnología no se piensa en sostenibilidad, cuando realmente todas las marcas tendrían que apostar por este valor"
Un golpe se supere este mantra, la técnica evolucionará sin ningún impedimento. "Aparecerán más proveedores, se crearán máquinas más rápidas, platos más grandes, se generalizará el 3D y otros medios de producción y materiales...", apunta la cofundadora de ZER. Y hará que producir no sea tan costoso ni que se tengan que restringir a piezas contadas y a un precio elevado, pensado precisamente para quien prioriza la calidad.
A pesar de que la lógica puerta a pensar que todo es cuestión de tiempo, Guimarãse añade una nueva variable: la inversión en investigación. "Aquí no se invierte como se tendría que hacer. En los Estados Unidos tienen la mentalidad de hacerlo porque están más conectados con los negocios y saben que es la tendencia futura. También los nórdicos están más avanzados, pero porque apuestan por unos valores más éticos", comenta. Por el contrario, los latinos apenas nos estamos poniendo ahora las pilas, por el que augura que el auge de la sostenibilidad todavía tardará a llegar.