"Pero, ¿esto es un trabajo?". Los turistas digitales, miembros de generaciones anteriores a la entrada al día a día de las tecnologías como entornos comunicativos y de socialización, a menudo no llegan a entender las nuevas posibilidades que los entornos 2.0 – no digamos los 3.0 – ofrecen ya no solo en el apartado relacional, sino en la actividad económica. La creación de contenidos digitales, una de las industrias con el crecimiento más meteórico del mundo – su facturación sigue la tendencia de doblarse cada dos años – están todavía fuera del universo de sentido de boomers y gen x, los grupos imaginarios aspirantes a categorías sociológicas de los nacidos antes de 1985.
La reticencia de los más mayores a acercarse a la industria del contenido es uno de los diversos temas tratados en la cuenta de TikTok de BertaAroca, una de las creadoras en catalán más exitosas de las redes sociales. Aroca, encargada también del espacio a la plataforma de Adolescents.cat, es una de las participantes al debate entre creadores de contenidos celebrado a la jornada de inauguración de la Setmana del Talent. El evento, organizado por el Clúster Audiovisual de Catalunya, reúne a representantes de todos los ámbitos del contenido digital – y potenciales creadores e inversores – para divulgar sobre el sector y fortalecerlo con nuevos acuerdos y colaboraciones. La tiktoker comparte una mesa titulada Creadors de Plataforma: Reptes, perills i oportunitats; moderada por AlbertLloreta con PolMallafré, editor de vídeo más conocido a las redes como Mockudrames; y Paula Carreras, periodista y una de las cuatro integrantes del podcast Gent de Merda, ahora parte de la parrilla de Radio Primavera Sound.
Mallafré: "Las plataformas se están haciendo muy ricas a expensas de nuestros contenidos – de buen rollo, pero paga"
"En el mundo hay unos 50 millones de creadores, de los cuales solo 2 millones están profesionalizados", apunta Lloreta. Los datos apuntan a un mercado expansivo pero inestable, todavía sin el músculo para sostener las necesidades materiales de la inmensa mayoría de sus productores. La – proverbial – relación entre trabajador y empresa, además, es líquida como mínimo. Como apunta el moderador, cerca del 80 % de los creadores de contenido obtienen la mayoría de sus ingresos de marcas y patrocinios. Hay, sin embargo, un capital que extrae el trabajo de los creadores. "Las plataformas se están haciendo muy ricas a expensas de nuestros contenidos", afirma Mallafré, que opina que tendrían que ser los entornos mismos – Twitch o TikTok – quién ofrecieran el sustent de los productores de su propuesta de valor. "De buen rollo, pero paga", espeta el creador.
"Solo paga Youtube, y poco", afirma Aroca, que considera "vergonzosa" la situación de los creadores a la red donde ella opera, TikTok. Carreras, por su parte, experimenta actualmente una relación diferente. La inclusión de Gent de Merda en RPS le ofrece unos ingresos – no el total, por lo cual no se considera profesionalizada – y la dependencia de las marcas es menor. Antes, pero, el mantenimiento del podcast llegó a tambalear por la necesidad de financiación de partners del sector privado. "Enviamos mails muy ridículos a marcas catalanas para ver si querían poner dinero" hasta llegar al patrocinio de la Fundación Puntcat, que Carreras considera esencial por la supervivencia del programa. "Es una lástima que los creadores tengan que buscarse la vida", lamenta Mallafré.
Según Lloreta, esta dificultad de encontrar ingresos estables – y todavía más de sistematizarlos – es síntoma de un mercado "todavía en construcción". No hay todavía, cómo afirma el moderador de la tabla, un sistema de marcas "que quieran poner dinero" en la creación de contenidos. El reto, además, es global. "La ausencia de patrocinios es un problema estructural" que se aplica a los creadores de todos los territorios y lenguas, especialmente los que todavía operan en comunidades más reducidas. "Estamos remando y todavía no sabemos hacia donde", añade Mallafré, que considera que "todavía se están estableciendo las normas" de la industria.
La atención es material
Las relaciones entre el trabajador y la empresa en la industria de la creación de contenidos son complicadas de tipificar – y, así, difíciles de regular – aunque su carácter laboral está más que constatado. Carreras, periodista de profesión, señala cómo el perfil y el volumen de las tareas que prepara para el podcast no han sido, a menudo, diferentes de su día a día al puesto de trabajo formal. "Hay una preparación, documentación, ideas, obligaciones" – una dedicación periodística completo. Una experiencia similar a la de Aroca, que gestiona el espacio de TikTok de Adolescents, con rutinas creativas similares a la de su cuenta personal.
Los límites laborales de un trabajo con horarios y relaciones tan difusas como la creación de contenidos se hacen, así, difíciles de establecer. Aroca, en este sentido, reconoce una "relación tóxica con la dedicación" a los contenidos. "Como vives en las redes estás pendiente constantemente, y acabas para no diferenciar el tiempo de ocio del de trabajo". Mallafré observa una tendencia similar en su trabajo, relacionada, afirma, con que "no tiene la sensación de hacer algo tan sacrificado". El editor asegura no haberse dado cuenta de la dedicación que exige la creación de contenidos hasta que no se planteó hacer vacaciones.
Carreras: "No sé si sindicarnos es la mejor opción, pero es una buena opción. Cuando hay red se pueden multiplicar los efectos"
La hiperpresencia en los entornos en red donde operan los contenidos se convierte, así, más una necesidad del propio oficio que una autoimposició de los creadores. "Son las plataformas las que sufren una adicción, no los profesionales", asegura Lloreta, considerando la atención cómo la primera moneda de cambio de la industria. Una atención, además, con efectos económicos claros, en cuanto que una parada en la producción de contenidos continuada puede expulsar un creador de los algoritmos de su plataforma, y tener un efecto negativo importante sobre su visibilidad – y, esto, en un mundo donde el dinero lo ponen los anunciantes, significa una bajada de ingresos. Además de la dedicación al contenido en sí, como avisa Aroca, el creador está obligado a una absoluta contemporaneidad, en cuanto que conservar la visibilidad quiere decir conocer y navegar las últimas tendencias globales, que cambian al día – si no varias veces en una jornada.
El reclamo de los creadores va, pues, en el sentido de la estabilidad – la necesidad, vuelve Mallafré con el asentimiento de sus contertulios, de un regreso por parte de las plataformas. "Los creadores estamos llevando constando tráfico a las redes", exhorta. El tamaño de Twitch, dependiente de Amazon, o Youtube, propiedad de Google, hace difícil, sin embargo, ya no solo sostener un conflicto, laboral sino proponer unas normas nuevas. Además, la ausencia de contratos laborales como tal entre creador y plataforma dificulta, cómo apunta Lloreta, la organización de los trabajadores. "Hay lógicas y dinámicas que hacen difícil la independencia de las plataformas", afirma. Estas lógicas son las que, pese a su utilidad, limitan las posibilidades de una acción colectiva tradicional en los entornos de contenidos digitales. La organización, sin embargo, no puede hacer daño, cómo razona Carreras. "No sé si sindicarnos es la mejor opción, pero es una buena opción. Cuando hay red se pueden multiplicar los efectos".
Salvar el catalán
"Que el castellano te haga llegar a más gente es una falacia", afirma Aroca. El desarrollo de la creación de contenidos en catalán es, en contra de un discurso intuitivo pero fallido, más operativo que pasar al castellano a la hora de establecer comunidades estables – y, por lo tanto, ingresos estables. "El catalán es un hack", afirma Lloreta, que no ve un problema, de hecho, ni entre los creadores ni en el público, sino en la carencia de interés comercial por parte del ecosistema empresarial del país. El problema se intensifica, además, cuando a la situación de diglosia que sufre la lengua hacia el castellano se suma la competición global otras "lenguas medianas". "Nunca ha sido más fácil distribuir un producto fuera de su territorio", añade el moderador, posando el ejemplo del crecimiento de la producción de cine y series surcoreanas extremadamente exitoses.
Aroca: "Que el castellano te haga llegar a más gente es una falacia"
Las ventajas competitivas que propone la creación de contenidos en catalán son, pues, la organicidad y el estado embrionario del mercado. Mientras que el castellano "ya tiene cubiertos todos los nichos", afirma Aroca, los gaps de la industria catalana permiten construir comunidades con más facilitado que si se pasa al castellano. Además, la naturalidad del discurso, algo especialmente relevante para muchos creadores, se coarta si se renuncia a la lengua. "Si hablamos en catalán entre nosotros, sería rarísimo hacer el podcast en castellano", razona Carreras, que considera la elección del catalán una con "componente político". "Sin una idea de país ni se nos habría pasado por la cabeza hacer el podcast", añade. La creadora de Gent de Merda, en este sentido, considera que, si bien no es "responsabilidad de los creadores salvar el catalán", su tarea es necesaria. El hecho que la creación de contenidos digitales sea un factor clave para la expansión de la lengua en las nuevas redes, cómo coinciden los ponientes, hace que las administraciones públicas del país, en especial la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals, sí que tengan cierta responsabilidad hacia el ecosistema – una obligación que, como afirma Mallafré, no están cumpliendo. "Por parte de la Corpo no tengo nada de fe en el futuro", lamenta, argumentando que, a pesar de que los medios públicos del país saben que tienen un problema en el acceso a este tipo de mercados y a los públicos que mueven, son incapaces de encontrar una solución satisfactoria.
A menudo, como afirman los componentes de la tabla redonda, la salida por parte de los medios tradicionales del país ha sido fichar el talento digital directamente – algo que los asimila a las rutinas tradicionales y, a veces, limita su presencia en otras plataformas. El camino, pero, pasa más para asegurar la supervivencia de la industria fuera de los medios que para atraer sus elementos. "Hace falta una línea de subvenciones a los contenidos en catalán, que con el mínimo intervencionismo posible las instituciones aporten recursos", afirma Carreras, que, de hecho, considera importando demostrar que "hay vida" fuera de los entornos mediáticos tradicionales. Lloreta, coincidiendo con la apreciación, pide un cambio de rumbo del sistema mediático público. "La Corpo debe entender – concluye – que es más efectivo invertir recursos en los entornos digitales que llevarse el talento".