Si alguien pregunta a la empresa familiar Embutidos Salgot cómo se definen, la respuesta es muy clara y sencilla: "Somos una pyme del Montseny dedicada a la elaboración tradicional de embutidos catalanes". Así lo afirma su director, Valeri Salgot, tercera generación de una compañía que ha conseguido mantenerse en pie a lo largo de sus casi 90 años gracias a su apuesta para ser los primeros en todo. "Innovar está dentro de nuestro ADN", defiende con firmeza, "una de las razones de ser de la empresa es la diferenciación; y si quieres diferenciarte, es imprescindible innovar".
Sus longanizas con el distintivo de la IGP de Vic, los llardons, los nuevos llaminets o la clásica catalana de 1928 -uno de los productos servidos al menú de la Exposición Internacional de Barcelona el 1929- son algunos de los productos destacados de la compañía. Son embutidos curados, cocidos y frescos como los que hace cualquier otro productor o elaborador, el que permite a Salgot enaltecer que han mantenido el espíritu y filosofía original: "Mi abuelo quería elaborar a pequeña escala productos ligados en el territorio y mantener las tradiciones y los oficios que se habían sido desarrollando en la zona". Y así lo han hecho y seguirán haciendo.
La pequeña pero ambiciosa charcutería de Aiguafreda
La pequeña empresa nace el 1928 con la charcutería que Antoni Salgot abrió en la Plaza Mayor de Aiguafreda (Vallès Oriental) después de formarse con varios maestros de la Cerdaña. Quizás fue por la influencia de aprender con los mejores, o quizás nació como líder nato, pero desde el primer momento dejó muy claro que la innovación era uno de los ejes estructurales del negocio: bien pronto adquirió las primeras cámaras frigoríficas automáticas en los Estados Unidos para mejorar los procesos de elaboración y conservación y contribuyó a la introducción en Cataluña de la raza inglesa de cerdos Large-White.
Después de la inversión tecnológica y estratégica, llegan los tiempos difíciles. "La actividad se desarrolló antes y durante la guerra civil, eran tiempos difíciles y donde lo más importando era alimentar la gente, por eso se centró a hacer de proveedor", relata con un tono épico su nieto. Durante los 60 y con la incorporación de la segunda generación con Pere Salgot es cuando el negocio coge empujón, "toma una estructura más empresarial, se organizan los sistemas productivos y se vende en todo Cataluña y en Madrid". Pere Salgot es, además, el cofundador de la Denominación de Origen Morcilla Catalana, promotor de la IGP Longaniza de Vic e impulsor de la Federación de Industrias de la Carne, de la cual es presidente más tarde.
La siguiente generación, con Valeri Salgot al frente, sigue la línea que ya se había empezado a dibujar. "A partir de los 80 se había cogido una orientación estratégica hacia la calidad y nosotros seguimos trabajando a mejorar a escala organolèptica, gastronómica, ambiental... Todo ya traía hacia la apuesta que hemos hecho en estos últimos años, la granja de cerdo ecológica donde tenemos calidad ambiental, sostenibilidad y productos con compromiso", relata el gerente, que deja claro que la charcutería donde nació el negocio ahora se mantiene como obrador.
La diferencia del producto selecto
Aquel pequeño proyecto emprendedor que empezó con cuatro trabajadores y que tenía que desplazarse en carro hasta la estación de tren para ir en Barcelona y repartir en capazos, ahora es una empresa de 72 profesionales y una facturación anual de 10,5 millones de euros. El 75% del cerca de un millón de kilos de producción se vende en Cataluña, un 23% al Arco mediterráneo y Madrid, y sólo un 2% en Europa. En cuanto a las tiendas, su presencia a los comercios especializados y a las grandes superficies está bastante equilibrado, pero Salgot tiene muy claro que su producto sobre todo encaja "con quien busca placer".
Siguiendo esta filosofía, pretenden potenciar la imagen de producto de calidad y gurmet a través de la gama de embutidos Ecosalgot que se producen con los cerdos del Ecogranja. "Nosotros estamos al pie de la Plana de Vic, una de las zonas más malogradas por los purines, por eso buscamos una alternativa en la masificación de cerdos con la ganadería ecológica para demostrar que se puede hacer con energías renovables, dentro de un parque natural y de manera sostenible", detalla Salgot sobre el nuevo sistema de cría de animales. Este 2016 la gama representa sólo un 5% de la producción, pero la compañía quiere que su peso crezca poco a poco.
La llegada de la crisis y el crecimiento de las marcas propias de cada supermercado son los factores que empujaron la compañía a decidirse por esta apuesta. "Uno de los crecimientos más importantes del sector agroalimentario ha venido por las marcas blancas", señala, "nosotros podíamos elegir por las economías de escalera y hacer cada morcilla tres céntimos más trueque, pero lo descartamos y decidimos diferenciarnos con una elaboración premium y al mismo tiempo sana y responsable".
En aquel momento el consumo centroeuropeo tendía hacia el modelo biológico y sostenible, motivo por el cual creyeron que era el mejor momento para sumarse y dejar que la corriente los ayudara. Por eso, además de fomentar la ganadería ecológica, permiten hacer visitas a la granja para mostrar total transparencia. Las instalaciones, situadas en una antigua cantera, preservan el medio ambiente con elementos como una planta de compostaje de estiércoles, una caldera de biomasa o placas solares, entre otros sistemas. "Todo es el resultado de innovar desde una pyme. A pesar de las dificultades, también se puede innovar si se tiene un equipo sensibilizado y preparado", defiende, y subraya con orgullo que fueron los primeros a trasladar este tipo de cría al sector porcino.
Salgot recuerda que, a la hora de emprender la aventura, sólo hay dos granjas ecológicas en Cataluña: "Esto hacía bastante inviable que pudiéramos disponer de materia primera orgánica para desarrollar una línea regular. Entonces buscamos líneas alternativas de financiación y nuevo conocimiento". A partir de aquí han encadenado colaboraciones con Acción, el Ministerio de Economía y Competitividad y el ámbito universitario y de investigación, como también varios proyectos con el CDTI para obtener un conocimiento más cuidadoso y nuevas prácticas que los permitan desarrollar cada vez productos de más calidad y más funcionales para la salud del consumidor. A pesar de las ayudas, Salgot afirma que el 50% de la investigación lo asume la compañía. "Todo se reinverteix", concluye.
Un negocio con valor social
Siguiendo el alma atrevida de Antoni Salgot, la tercera y cuarta generación de esta empresa familiar ya piensan a ampliar el equipo de R D durante el 2016 y a hacer extensivo el modelo a otros segmentos como las bebidas o los frutos secos como estrategia de diversificación por los próximos cuatro años. También prevén focalizar esfuerzos en la exportación en Europa.
Pero la compañía mira más allá de las cifras de negocio y valora su actividad desde un punto de vista social: "Gracias a la innovación hemos generado ocupación, hemos incorporado parados de larga duración y personas con discapacidad física. Estas pequeñas cosas te motivan a seguir adelante". En este sentido, reconoce que el precio de un embutido Salgot puede ser más elevado que lo otras marcas, pero defiende que "la sostenibilidad, el compromiso y la salud" lo justifican.
Sus longanizas con el distintivo de la IGP de Vic, los llardons, los nuevos llaminets o la clásica catalana de 1928 -uno de los productos servidos al menú de la Exposición Internacional de Barcelona el 1929- son algunos de los productos destacados de la compañía. Son embutidos curados, cocidos y frescos como los que hace cualquier otro productor o elaborador, el que permite a Salgot enaltecer que han mantenido el espíritu y filosofía original: "Mi abuelo quería elaborar a pequeña escala productos ligados en el territorio y mantener las tradiciones y los oficios que se habían sido desarrollando en la zona". Y así lo han hecho y seguirán haciendo.
La pequeña pero ambiciosa charcutería de Aiguafreda
La pequeña empresa nace el 1928 con la charcutería que Antoni Salgot abrió en la Plaza Mayor de Aiguafreda (Vallès Oriental) después de formarse con varios maestros de la Cerdaña. Quizás fue por la influencia de aprender con los mejores, o quizás nació como líder nato, pero desde el primer momento dejó muy claro que la innovación era uno de los ejes estructurales del negocio: bien pronto adquirió las primeras cámaras frigoríficas automáticas en los Estados Unidos para mejorar los procesos de elaboración y conservación y contribuyó a la introducción en Cataluña de la raza inglesa de cerdos Large-White.
Después de la inversión tecnológica y estratégica, llegan los tiempos difíciles. "La actividad se desarrolló antes y durante la guerra civil, eran tiempos difíciles y donde lo más importando era alimentar la gente, por eso se centró a hacer de proveedor", relata con un tono épico su nieto. Durante los 60 y con la incorporación de la segunda generación con Pere Salgot es cuando el negocio coge empujón, "toma una estructura más empresarial, se organizan los sistemas productivos y se vende en todo Cataluña y en Madrid". Pere Salgot es, además, el cofundador de la Denominación de Origen Morcilla Catalana, promotor de la IGP Longaniza de Vic e impulsor de la Federación de Industrias de la Carne, de la cual es presidente más tarde.
Valeri Salgot, tercera generación al frente de la compañía. Cedida |
La siguiente generación, con Valeri Salgot al frente, sigue la línea que ya se había empezado a dibujar. "A partir de los 80 se había cogido una orientación estratégica hacia la calidad y nosotros seguimos trabajando a mejorar a escala organolèptica, gastronómica, ambiental... Todo ya traía hacia la apuesta que hemos hecho en estos últimos años, la granja de cerdo ecológica donde tenemos calidad ambiental, sostenibilidad y productos con compromiso", relata el gerente, que deja claro que la charcutería donde nació el negocio ahora se mantiene como obrador.
La diferencia del producto selecto
Aquel pequeño proyecto emprendedor que empezó con cuatro trabajadores y que tenía que desplazarse en carro hasta la estación de tren para ir en Barcelona y repartir en capazos, ahora es una empresa de 72 profesionales y una facturación anual de 10,5 millones de euros. El 75% del cerca de un millón de kilos de producción se vende en Cataluña, un 23% al Arco mediterráneo y Madrid, y sólo un 2% en Europa. En cuanto a las tiendas, su presencia a los comercios especializados y a las grandes superficies está bastante equilibrado, pero Salgot tiene muy claro que su producto sobre todo encaja "con quien busca placer".
Siguiendo esta filosofía, pretenden potenciar la imagen de producto de calidad y gurmet a través de la gama de embutidos Ecosalgot que se producen con los cerdos del Ecogranja. "Nosotros estamos al pie de la Plana de Vic, una de las zonas más malogradas por los purines, por eso buscamos una alternativa en la masificación de cerdos con la ganadería ecológica para demostrar que se puede hacer con energías renovables, dentro de un parque natural y de manera sostenible", detalla Salgot sobre el nuevo sistema de cría de animales. Este 2016 la gama representa sólo un 5% de la producción, pero la compañía quiere que su peso crezca poco a poco.
La llegada de la crisis y el crecimiento de las marcas propias de cada supermercado son los factores que empujaron la compañía a decidirse por esta apuesta. "Uno de los crecimientos más importantes del sector agroalimentario ha venido por las marcas blancas", señala, "nosotros podíamos elegir por las economías de escalera y hacer cada morcilla tres céntimos más trueque, pero lo descartamos y decidimos diferenciarnos con una elaboración premium y al mismo tiempo sana y responsable".
El ecogranja quiere optimizar los recursos y cuidar los animales de manera sostenible. Cedida |
En aquel momento el consumo centroeuropeo tendía hacia el modelo biológico y sostenible, motivo por el cual creyeron que era el mejor momento para sumarse y dejar que la corriente los ayudara. Por eso, además de fomentar la ganadería ecológica, permiten hacer visitas a la granja para mostrar total transparencia. Las instalaciones, situadas en una antigua cantera, preservan el medio ambiente con elementos como una planta de compostaje de estiércoles, una caldera de biomasa o placas solares, entre otros sistemas. "Todo es el resultado de innovar desde una pyme. A pesar de las dificultades, también se puede innovar si se tiene un equipo sensibilizado y preparado", defiende, y subraya con orgullo que fueron los primeros a trasladar este tipo de cría al sector porcino.
Salgot recuerda que, a la hora de emprender la aventura, sólo hay dos granjas ecológicas en Cataluña: "Esto hacía bastante inviable que pudiéramos disponer de materia primera orgánica para desarrollar una línea regular. Entonces buscamos líneas alternativas de financiación y nuevo conocimiento". A partir de aquí han encadenado colaboraciones con Acción, el Ministerio de Economía y Competitividad y el ámbito universitario y de investigación, como también varios proyectos con el CDTI para obtener un conocimiento más cuidadoso y nuevas prácticas que los permitan desarrollar cada vez productos de más calidad y más funcionales para la salud del consumidor. A pesar de las ayudas, Salgot afirma que el 50% de la investigación lo asume la compañía. "Todo se reinverteix", concluye.
Un negocio con valor social
Siguiendo el alma atrevida de Antoni Salgot, la tercera y cuarta generación de esta empresa familiar ya piensan a ampliar el equipo de R D durante el 2016 y a hacer extensivo el modelo a otros segmentos como las bebidas o los frutos secos como estrategia de diversificación por los próximos cuatro años. También prevén focalizar esfuerzos en la exportación en Europa.
Pero la compañía mira más allá de las cifras de negocio y valora su actividad desde un punto de vista social: "Gracias a la innovación hemos generado ocupación, hemos incorporado parados de larga duración y personas con discapacidad física. Estas pequeñas cosas te motivan a seguir adelante". En este sentido, reconoce que el precio de un embutido Salgot puede ser más elevado que lo otras marcas, pero defiende que "la sostenibilidad, el compromiso y la salud" lo justifican.
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