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Empresarios, emprendedores ... ¡Gracias! (Ondernemers, bedankt)

Los trámites para crear una empresa, la buena fe de la Administración y la confianza en el empresario forjan una sociedad diferente en que la emprendeduría no se improvisa

Hotel Princeville de Breda, pleno de emprendedores teletreballant| F. López
Hotel Princeville de Breda, pleno de emprendedores teletreballant| F. López
Breda (Nederland)
20 de Mayo de 2020
Act. 26 de Junio de 2020

Así empieza un anuncio que desde hace unas semanas inunda, en horario de máxima audiencia, algunos de los canales televisión holandeses. "Empresarios, gracias. Gracias por ser. Gracias para no cerrar, para dar vida al barrio, por mantener la economía de país, por permitirnos seguir teniendo de comer mientras estamos en casa, gracias para ayudarnos a seguir adelante. Empresarios, siempre os estaremos agradecidos".

 

 

Este tipo de anuncio no es casual, ni fruto del Covid-19. Tampoco busca limpiar ninguna imagen de los empresarios neerlandeses, como podrían pensar algunos. Es simplemente el resultado de una cultura de país, una cultura que tiene por la emprendeduría y el empresario un enorme respeto. Hace casi tres años me trasladé a vivir a los Países Bajos. Fue fruto de una decisión muy meditada que vendía de lejos. La idea de dar una educación y una formación más internacional a nuestra hija fue el detonante que ayudó a hacer realidad este cambio. Aunque ya conocía el país de mis años de juventud, bien es verdad que he descubierto un país que tiene grabado en su ADN la palabra emprender. Ser emprendedor, ser empresario, ser autónomo está muy bien visto.

 

"En los Países Bajos ser emprendedor, ser empresario, ser autónomo está muy bien visto"

De entrada, los trámites para crear una empresa son muy sencillos y rápidos. Todo se hace vía internet, a través de la cámara de comercio (KvK) que sería el equivalente al registro mercantil, pero con un ADN más empresarial que funcionario. La inscripción se acaba con la visita en persona en la misma cámara para confirmar la identidad de los socios o del autónomo, comprobar que toda la documentación está en regla y pagar los 50 euros por el registro. A partir de este momento, la empresa puede empezar a trabajar.

La obtención del número de IVA, que podría corresponder con el CIF español, se hace de manera automática entre la cámara y Hacienda, quien envía, al domicilio fiscal, la documentación que confirma tu número CIF. Ni colas, ni papeles, ni formularios complicados, ni visitas a diferentes organismos oficiales, ni nada que se asemeje al laberinto de la Administración española. Donde más se nota esta diferencia es en el trato de los organismos oficiales a la hora de prestar la máxima ayuda en todos los aspectos prácticos, como llenar correctamente los documentos, responder a todas las preguntas que necesitamos formular o solucionar todas las dudas que podamos plantear. Es este concepto de administración friendly, que Oriol Amat menciona a menudo en sus conferencias y que en España brilla por su ausencia.

La KvK, a pesar de ser un organismo estatal, tiene un papel muy importante y activo en el fomento de la emprendeduría, organizando encuentros, cursos, formaciones sobre aspectos claves por cualquier emprendedor. También los ayuntamientos cuentan con una plantilla especialmente pensada para atender cualquier petición y generar sinergias entre los empresarios locales. Esta plantilla suele estar formada por personas con una experiencia en la empresa privada. Un empresario, sea de la talla que sea, se considera un activo importante por la economía neerlandesa y es por eso que la Administración está pensada para facilitar al máximo los trámites con ella y que el empresario se pueda centrar en su negocio.

" Un empresario, sea de la talla que sea, se considera un activo importante por la economía neerlandesa"

De siempre los Países Bajos han sido un país de comerciantes, de navegantes, de exploradores que puede explicar este culto al empresario. Es bueno recordar que la ciudad de Nueva York tiene sus orígenes como plaza comercial fundada por colonos de la República Holandesa en el 1624, lo que hoy sería el Bajo Manhattan y que se denominó New Amsterdam en 1626. También tenemos que recordar que la primera burbuja especulativa fue la burbuja del tulipán, que a punto estuvo de arruinar el país y que se ha solucionado condonando una parte importante de la deuda que los holandeses habían acumulado. Esta visión internacional explica también porque el CIF (Btw) de un empresario neerlandés internacional desde los inicios, sin ninguna necesidad de hacer una petición especial para poder exportar como pasa en España. Esta necesidad de exportar se ve en la misma estructura de las empresas, en la formación del personal y la facilidad para hablar idiomas. Desde el momento de nacer, consideran el mundo como su mercado. Los empresarios neerlandeses no exportan. Venden a diferentes mercados. A menudo he intentado explicar en empresas españolas y catalanas que he asesorado esta falta de visión global cuando hablaban de exportar en países de la UE, como Francia, en Bélgica, en Alemania, Países Bajos, esperando siempre ayudas y otros favores administrativos. Vender a la Unión Europea no es exportar. Es vender a un mercado nacional de 29 países.

" Vender a la Unión Europea no es exportar. Es vender a un mercado nacional de 29 países"

El otro aspecto que demuestra este respeto por el empresario lo encontramos en el aspecto fiscal. Sencillo, directo, sin trampas, sin dobles interpretaciones que dejen la puerta abierta a sanciones aleatorias. Aquí, es la Administración quién tiene que demostrar tu mala fe en un error de tu declaración y sólo lo hará si tiene sospechas fundadas de esta mala fe.

En mi primera declaración de ventas a la UE, incorporé, sin haber hecho ninguna verificación previa, una empresa que no tenía NIF intracomunitario. Al cabo de una semana recibí una carta de Hacienda, notificando el error y pidiendo la rectificación. En este momento me di cuenta del error y respondí enviando copia de la factura. Unos días después recibí una llamada de Hacienda para aclarar el tema. Después de dar las explicaciones pertinentes, me dijeron que no había que hacer ninguna declaración complementaria y que hiciera la rectificación en la próxima declaración o dentro del año fiscal. Pregunté si esto comportaría una penalización, dejando el funcionario muy sorprendido. Ninguna multa, porque entendían que era fruto de un error. Esta facilidad y tranquilidad a la hora de gestionar cualquier tema fiscal es un elemento más en este apoyo en el mundo empresarial. Un concepto de confianza y de transparencia que no existe en ninguna administración catalana ni española, más centradas a buscar el error, el castigo y la multa. Es evidente que esta confianza por parte de Hacienda no es casual. Se debe al hecho que el fraude fiscal, la picaresca, los trabajos sin facturas, pedir ayudas sin necesitarlas, son comportamientos que están muy mal vistos por la misma sociedad. La misma Hacienda friendly con el empresario que juega limpio, puede ser terriblemente sancionadora si descubre fraude, mala fe o mala praxis. No es que aquí paguemos más impuestos que en Catalunya. La diferencia es que los pagamos.

Otro aspecto que en España genera enormes problemas de tesorería y que ha hecho cerrar muchas empresas es el impago por parte de la administración del IVA negativo. He conocido muchas empresas que evitaban solicitar este IVA por miedo a inspecciones. En los Países Bajos, el IVA no se compensa. O se paga cuando es positivo o Hacienda lo devuelve a la empresa si es negativo. Este pago de Hacienda es automático, sin ningún trámite, sin ninguna solicitud especial, y se hace unos quince días después de presentar la declaración. De este modo, el Estado quiere que el empresario no tenga problemas de tesorería por un IVA que ha avanzado, un hecho que este país exportador puede explicar esta facilidad a la hora de recuperar el IVA pagado y que representa una inyección de dinero en las cuentas de las empresas.

"No es que aquí pagamos más impuestos que en Catalunya. La diferencia es que los pagamos"

También es importante recordar que los plazos para pagar las facturas oscila entre el 14 y los 21 días. Un tema que trae de corcoll al amigo Antoni Cañete de Pimec y su plataforma de morosidad en sus batallas perdidas con la Administración. No existen pólizas de descuento, ni pagarés, ni cheques, ni cabe otro instrumento que favorece el alargamiento de los plazos de pago. Un empresario holandés no entendería por qué tiene que cobrar a 120 días un trabajo entregado hoy.

Existen muy otros factores que convierten los Países Bajos en un país de emprendedores que el Gobierno consiente, cuida y favorece al máximo. Puede ser el hecho que la sociedad no acepta las puertas giratorias. Que los bancos no quieren ningún político en sus consejos de administración por miedo a perder credibilidad, independencia, fuerza y clientes. Que las asociaciones de empresarios sólo se financian con recursos propios de los asociados y patrocinadores, garantizando el mantenimiento, su independencia y así poder ser un contrapoder potente a la hora de enfrentarse con contundencia a las decisiones del Gobierno o de exigir reformas efectivas como las que se han articulado con la crisis de la Covid-19. O porque muchos de los políticos han trabajado al sector privado o han tenido empresa y saben el que es pagar nóminas. O porque el sistema político holandés impide tener mayorías absolutas monocolor, obligando siempre al compromiso y al consenso entre partidos, pudiendo explicar este "amor" al empresario.

Estudiar la emprendeduría

Ser un país emprendedor no se improvisa. Se enseña desde la escuela, desde pequeños. Una de las cosas que te sorprenden cuando vieos aquí es ver la cantidad de jóvenes que trabajan fuera del horario escolar. A partir de los 14 años pueden trabajar y a partir de los 16 pueden tener su propia cuenta bancaria. De este modo, aprenden a gestionar su propio dinero. Muchos de ellos, chicos y chicas, trabajan en supermercados, reponiendo mercancía, descargando camiones, o cobrando en las cajas. Otros hacen de canguros o trabajan en tiendas los fines de semana. Trabajar o no es independiente del estatus social y económico de los padres. A la mínima que puedan, trabajarán para pagarse sus caprichos o el carné de conducir, o el viaje con los amigos. Este contacto con la realidad laboral desde jóvenes fomenta una sociedad muy activa donde el esfuerzo es un valor importante, donde el éxito es admirado y copiado, sin envidia malsana, donde equivocarse y cerrar un negocio no se considera un fracaso y donde el compromiso y la confianza son claves en la relación personal y profesional.

El respeto que la sociedad tiene por el emprendedor o empresario que corre un riesgo no es gratuita y es el resultado de una imagen justa que una mayoría de empresarios cuidan mucho. Pagar salarios justos, no obligar a trabajar más horas que las estipuladas por contrato, facilitar la conciliación laboral con teletrabajo, valorar el esfuerzo, incentivar los resultados, son elementos que evitan el sentimiento de envidia que a menudo envenena las relaciones profesionales. Un empresario de éxito no se esconde. Es a menudo un referente para aquellos que empiezan. Del mismo modo que Amancio Ortega es el empresario más odiado por una gran mayoría de españoles, aquí sería admirado, copiado y aplaudirían sus donaciones. Aquí no tenemos Amancio Ortega, pero lo sabemos todo de John de Mol, multimillonario holandés, creador de los conocidos programas de televisión como The Voice (La Voz) y Big Brother (Grande Hermano) y que no tiene ningún problema al hablar de su éxito o enseñar donde vive en televisión.

A pesar de todo este entorno que a cualquier catalán le puede parece idílico, la sociedad y el mundo empresarial holandés es altamente competitivo, muy rápido y complicado para quien no es capaz de subir al tren. No todo son flores y violas, al contrario. Pero tu éxito depende de ti. Los empresarios no mantienen reuniones largas, van directamente al grano sin darle vueltas, ni pierden ni hacen perder el tiempo si no hay nada de interés mutuo, dicen el que piensan sin tapujos, sea positivo o negativo. Toda una manera de hacer negocios que a menudo choca con muchos catalanes y españoles poco acostumbrados a tanta franqueza que a menudo se confunde con arrogancia. Todos tenemos el carácter de Johann Cruyff en la memoria. Directo, transparente y sin complejos.

Hace años escribía que España y Catalunya eran países que no se estiman a sus empresarios, ni los emprendedores, por mucho que los mensajes oficiales digan contrario. La falta de apoyo económico en esta crisis sanitaria lo ha confirmado y no es sólo una cuestión de recursos. Todas las promesas hechas durante todos estos años han sido un brindis al sol de programa electoral. Y es una pena. El progreso, la ciencia, los puestos de trabajo, la riqueza de una sociedad, de un país, no se entiende sin su tejido empresarial que está formado en un 95% por pymes y autónomos. Lo han entendido en los Países Bajos, en Alemania y en todos aquellos que tienen una economía fuerte.

Un país como Catalunya, a menudo positivamente envidiado por los holandeses, con su potencial y el capital emprendedor, sería imparable si tiene la voluntad real de crear un entorno como el que existe en los Países Bajos. Pero, para que esto pase, tendrá que dejar de idolatrar los políticos y de ponerlos en todas partes. Tendrá que fortalecer la sociedad civil independientemente de quien gobierne y sobre todo tenemos que enseñar a nuestros niños la responsabilidad personal y colectiva que ser emprendedor, tener éxito, ganar dinero con su esfuerzo, con sus ideas y su capacidad de liderar, no es ninguna vergüenza, ni te convierte en un amo explotador.

Y esto, si empezamos hoy, quizás lo tendremos a la próxima generación.