20 empresas generan el 80% de las emisiones de CO2 del país. En cambio hay otros que se esfuerzan para recortar al máximo sus emisiones. La conciencia por el medio ambiente ya ha arraigado bastante en la sociedad porque las compañías también sean partícipes de los esfuerzos para luchar contra el cambio climático. Las acciones para reducir el impacto ecológico son infinitas y los beneficios van más allá de salvar el planeta, también elevan productividad y reducen costes. Mediante tecnología –que estos días se presenta al Smart City WorldCongress - o, simplemente, plantando árboles, compañías como Bodegas Torres, LC Papel, Caixabank o Eurofred son ejemplos de empresas desenganchadas del dióxido de carbono.
La normativa no es suficientemente estricta en temas de emisiones, por eso la sostenibilidad es, normalmente, una apuesta personal del management de las empresas
Desde la Generalitat hace años que se tomó conciencia del papel de las empresas en la lucha contra el efecto invernadero. La Oficina Catalana del Cambio Climático es un ejemplo. Este órgano propone un Programa de Acuerdos Voluntarios por la reducción de gases con efecto de invernadero por aquellas empresas que buscan un compromiso voluntario para reducir sus emisiones, más allá del que obliga la normativa, ofreciendo un marco técnico e institucional. Caixabank, El Hayedo, Frutos de ponente, Mango, Seat y más de 150 organizaciones, tanto emprendidas (70%) como entidades públicas (19%) u organizaciones sin afán de lucro (11%) se han adscrito. Y todas llevan a cabo acciones para disminuir o compensar el CO2 que envían a la atmósfera.
La verdad es, pero, que los compromisos con el medio ambiente desde esta perspectiva se enmarcan más bien en el compromiso personal que no en ningún tipo de regulación. Ejemplo de esto son las direcciones de Bodegas Torres y LC Papel, que a título personal han empujado sus compañías a –intentar- tener un impacto ambiental nulo.
La sostenibilidad como palanca de negocio
La estrategia de la papelera LC Papel es antigua y profunda. La industria con sede en Besalú y Sarrià de Ter empezó como una "obsesión" de la dirección de la empresa hacia los años 90. La empresa genera su propia electricidad desde el 1993, "inicialmente vía central de cogeneración y recientemente mediante caldera de biomasa", explican desde la empresa. A este inicio se añadieron otras muchas acciones concretas, como por ejemplo "modificación del diseño de la maquinaria de fabricación para disminuir el consumo eléctrico de las diversas etapas del proceso, y reaprofitar el vapor de la cogeneración por el secado del papel". Esto ha hecho que el consumo haya pasado de 3.100 kWh/t, un consumo "típico utilizando ingeniería estándar del sector", hasta 1.100 kWh/t. También se ha efectuado un "redisseny del packaging para conseguir mayor densidad y mayor aprovechamiento de espacio, minimizando la necesidad de transporte" y se ha apostado para impulsar un parque fotovoltaico de 3MW junto a la fábrica y la instalación de cargadores de coche eléctrico "que han motivado a varios trabajadores a hacer el cambio a eléctrico", explican desde la compañía.
LC Papel produce su electricidad desde el 1993, cuenta con una caldera de biomasa y ahora levanta un parque fotovoltaico
LC Papel fundó, junto con otras empresas garrotxines, una iniciativa llamada Locomotora Energética de la Garrotxa que tiene el objetivo de hacer acción conjunta y divulgar en términos de reducción de emisiones de CO2.
Bodegas Torres sin gases
La bodega Bodegas Torres es otro ejemplo de compañía en que la dirección ha apostado muy fuerte para reducir el impacto ambiental de la empresa. Sobre todo porque el cambio climático afecta de manera directa el sector agrario. Desde la puesta en marcha de un programa concreto el 2008, Bodegas Torres ha invertido más de 12 millones de euros en actuaciones relacionadas con la lucha contra el cambio climático y ha reducido sus emisiones de CO2 por botella en un 15,6% hasta 2016.
La empresa quiere reducir un 30% las emisiones de CO2 de sus productos de cara al 2020 mediante proyectos de reducción de gases, energía renovable, huella hídrica, movilidad y edificación sostenible, biodiversidad, gestión de residuos e I+D. Además de un plan para que los proveedores reduzcan las emisiones, Torres ha instalado una caldera de biomasa, apuesta por el transporte eco-eficiente –con una flota de vehículos eléctricos y híbridos-, ha reducido el peso de las botellas, efectuado un plan de eficiencia energética a las tinas, almacenes, edificios y bodegas, reforestación e instalando placas solares y fotovoltaicas.
La planta fotovoltaica de Bodegas Torres todavía encuentra trabas burocráticas, mientras en Chile y California no ha encontrado problemas
Estas placas, precisamente, representan un dolor de cabeza por el presidente de Bodegas Torres, Miguel A. Torres, quien lamenta las dificultades y trabas legales y burocráticas a las cuales se enfrentan los empresarios que deciden instalar placas fotovoltaicas de autoconsum. Esta empresa invirtió casi medio millón de euros a la bodega de Pacs del Penedès en una instalación de autoconsum el 2016, pero las diversas interpretaciones de la ley hacen que siga pendiente de conexión después de un año de iniciar los trámites administrativos. Esta situación contrasta con la situación en Chile y California, donde la empresa no ha tenido dificultades para alcanzarse de energía con placas.
Compensación, la tercera vía
Si bien no en todas las actividades empresariales es posible o viable ser 100% sostenible y tener un impacto nulo en el medio ambiente, la alternativa por qué optan otras compañías como Eurofred es compensar sus emisiones de CO2. El gigante catalán en lo referente al canal horeca, es la primera empresa del Estado español al calcular y compensar todas sus emisiones.
Eurofred y CaixaBank son compañías que compensan sus emisions de CO2 plantando árboles
Para compensar las 632 toneladas de CO2 que la compañía emitió el 2015 se plantaron 16.000 árboles en una zona calcinada en Alicante. Estos árboles que se añaden a los 16.000 que la empresa plantó un año antes en Montserrat, en una área de 30.000 m2, devastada por incendios forestales, para compensar las 500 tonelades de CO2 que la empresa produjo el 2014. Una tarea que, además, dio ocupación a trabajadores de la zona en riesgo de exclusión social.
Otra empresa que compensa su producción de dióxido de carbono es CaixaBank, que generó el año pasado 22.949 toneladas de CO2. El banco tiene como objetivo acontecer de cara a finales del año 2018 en la primera entidad financiera carbon neutral. Para lograr la neutralidad de las emisiones y compensarlas, el grupo ha empezado acciones como por ejemplo levantar una planta de biomasa para producir energía y también se ha apuntado a la replantació de zonas forestales improductivas en Burgos. Estas acciones, de momento, compensan alrededor del 60% del total calculado. Para lograr la totalidad, la empresa dirigida por Gonzalo Gortázar tiene como compromiso que el 100% de su consumo eléctrico provenga de energías renovables.