Durante las últimas semanas se ha hecho viral por las redes sociales un vídeo donde se veían demoliciones controladas de rascacielos residenciales en algún lugar de China. La imagen, espectacular y adictiva, es la mejor representación gráfica de lo que está a punto de suceder con el gigante de la construcción de aquel país, la corporación Evergrande. A pesar de ser una empresa gigantesca, antes de la gran crisis que está sufriendo no era especialmente conocida por el gran público aquí, en Catalunya; si a caso, por el equipo de fútbol que lleva su nombre y que hace no mucho, en 2015, jugó contra el Barça en el marco de un campeonato del mundo de clubes (para los curiosos, los azulgrana vencieron por tres a cero con hat-trick de Luisito Suárez).
El caso es que Evergrande es el gran constructor de vivienda residencial en China y ahora todo el planeta sabe que está a punto de caer. Pero lo cierto es que es mucho más que una compañía inmobiliaria, porque se trata de un gran conglomerado que llega a un buen puñado de sectores muy diferentes. Todo empezó en 1996, cuando la empresa fue fundada en Guangzhou partiendo desde cero y con la idea de desarrollar promociones inmobiliarias con una estrategia muy clara de "zonas reducidas, precios bajos, costes bajos". El éxito fue inmediato y en un tiempo récord empezaron a fluir los millones hacia la firma acabada de crear, hasta el punto de captar 80 millones de renminbis (nombre oficial del iuan chino) en una fase muy inicial. Con el cambio de siglo, la compañía se fue enfocando de manera gradual hacia las viviendas de alta calidad, lo que aumentó el prestigio de la firma. El siguiente paso fue la integración total, es decir, unificar todas las fases del proyecto inmobiliario bajo su paraguas, para poner en manos del público pisos completamente acabados, incluyendo la decoración. Pero en 2006 todavía era una compañía local de Guangzhou y fue, precisamente, en este momento cuando se decidieron a dar el gran salto adelante y lanzarse al mercado nacional, mediante el inicio de las operaciones en 20 grandes ciudades del país, entre las que estaban Shanghai, Tianjin, Wuhan y Chengdu (por ponerlo en contexto, solo estas cuatro capitales totalizan más de 36 millones de habitantes, con unas áreas metropolitanas que superan los 55 millones). El movimiento estratégico llamó la atención de los inversores internacionales hacia Evergrande, que pusieron primero los ojos y después el dinero. Firmas como Deutsche Bank, Merril Lynch y Temasek entraron en el capital de la constructora, que ya se había colado en el grupo de las 20 promotoras inmobiliarias más grandes del país.
En el año 2009, llegó otro paso clave en la historia de la empresa, porque empezó a cotizar en la bolsa de Hong Kong. En realidad, solo salió una pequeña parte del capital (alrededor del 15%) porque los accionistas tradicionales retuvieron la mayor parte. Mientras tanto, su crecimiento seguía imparable hasta el punto de asaltar el primer lugar por valor total de mercado de entre las empresas inmobiliarias chinas y de ser líder también en todos los parámetros de negocio: reserva de suelo, viviendas en construcción, ventas y beneficios. La barrera simbólica de los 100.000 millones de iuans (12.000 millones de euros) en ventas la traspasó en 2013, con todos los indicadores relevantes del negocio creciendo a ritmos del 30% anual y justo cuando la cotización en bolsa empezaba a estabilizarse, reduciendo las turbulencias de los primeros años en el mercado.
Una revalorización del 500%
La era de la diversificación para Evergrande empezó en 2015, mientras se convertía en el primer operador mundial del mercado inmobiliario y una de las 500 empresas más importantes del mundo. Unos ingredientes muy llamativos que sirvieron para que a partir de 2017 la cotización en bolsa se disparara, pasando de estar por debajo de los cinco dólares de Hong Kong (recordemos que la firma cotiza en aquel mercado) de enero de 2017 a los 30 dólares de octubre de aquel mismo año, una revalorización escandalosa del 500% en menos de un año.
El mundo occidental mira la crisis de Evergrande con expectación y nervios, temiendo que se pueda generar un tsunami parecido al de Lehman Brothers de 2008, con una ola expansiva que afecte a toda la economía mundial
El siguiente plan trianual de la empresa (2018-2020) tenía por título "Un nuevo Evergrande, una nueva estrategia y un nuevo proyecto" y se basaba en la voluntad de combinar volumen y eficiencia, con unos parámetros que pasado el tiempo sorprenden mucho: deuda baja, palanqueo bajo, costes bajos y ventas altas. Justo a la inversa de lo que han hecho en realidad. Con la opacidad habitual de todo aquello relativo a los intereses chinos, se ha ido sabiendo que la caída de la demanda de viviendas había afectado de manera grave a Evergrande, pero las informaciones sobre la crisis de la empresa van llegando en cuentagotas al mundo occidental, que lo mira con expectación y nervios, temiendo que se pueda generar un tsunami parecido al de Lehman Brothers de 2008, con una ola expansiva que afecte a toda la economía mundial. Parece que una de la causas del ahogo financiero de la compañía es la limitación de las ventas de pisos con cobro por avanzado, una medida de los reguladores chinos en un intento de reducir los niveles de deuda del país.
En marzo de 2021, o sea, pocos meses antes del comienzo del gran colapso, la empresa hacía un comunicado valorando los resultados del ejercicio anterior, 2020, donde afirmaba literalmente que "los grandes resultados obtenidos y la reducción muy significativa del volumen de los pasivos revela que la estrategia de Evergrande relativa a alto crecimiento, control de la escala y reducción de pasivos ha sido aplicada con éxito. Todo ello indica que ya está aquí el Nuevo Evergrande".
La deuda total de Evergrande puede situarse por encima de los 250.000 millones de euros, una cifra monstruosa que equivale al 2% del PIB de China, el 18% del español o todo el de Catalunya
Esta declaración pública parece ahora una broma, cuando solo medio año después prensa económica como el Financial Times se refiere a la constructora china como "la empresa más endeudada del mundo" y hace una metáfora del sector inmobiliario hablando de "deuda a la altura de un rascacielos" (towering debt). Según las cifras que recoge la mayoría de prensa especializada, la deuda total de Evergrande puede situarse por encima de los 250.000 millones de euros, una cifra monstruosa que equivale al 2% del PIB de China o, por ponerlo en contexto, el 18% del PIB de España o todo el de Catalunya.
La doctrina china: sin rescate
La situación de la empresa va más allá del caso típico de una corporación que ve como la demanda cae cuando se ha endeudado fuertemente en previsión de una demanda creciente, porque lo que denunciaba la semana pasada el Financial Times es la contaminación de las cuentas por operaciones irregulares, es decir, el uso del dinero que va entrando a la compañía para tapar otros agujeros y no para su propósito original. En concreto, la cabecera británica explica que Evergrande usó miles de millones de dólares captados a través de productos de ahorro de inversores minoristas para cubrir agujeros de solvencia de la compañía y también para pagar los rendimientos a otros inversores que habían llegado antes. Vaya, lo que se conoce como pirámide.
La salpicadura de productos financieros que ha estado haciendo la empresa china es monumental, porque conforme pasan los días se va sabiendo que, además de los inversores profesionales y los minoristas, también había comercializado inversiones entre compradores de pisos y trabajadores de la misma compañía. Se calcula que hay unos 80.000 inversores que son titulares de unos 6.200 millones de dólares en productos de ahorro. La reacción de los mercados ante la crisis se ha podido comprobar viendo la caída a plomo de la cotización de las acciones, que ha provocado que el valor global de Evergrande haya pasado de los 41.000 millones de dólares a solo 3.700. De momento, la crisis se ha manifestado en el impago de cupones de algunas series de deuda, pero hay el consenso de que esto solo es el comienzo, y más teniendo en cuenta que parece que la doctrina china, en estos casos, consiste en no rescatar empresas. En todo caso, poco a poco iremos saliendo de dudas y veremos cómo se gestiona esta situación y hasta dónde llegan los daños colaterales.
Evergrande también tiene intereses en los sectores del automóvil, de los medios, de las tecnologías, de los parques temáticos, de la salud y servicios para la gente mayor, de las bebidas y alimentos, y un puñado más
Volviendo a lo que habíamos comentado de buen comienzo sobre la diversidad de sectores en que opera Evergrande, resulta interesante poner la lupa para comprobar cómo esta empresa ha ido extendiendo sus tentáculos mientras la coyuntura le era favorable. Además del negocio medular, el inmobiliario y los servicios anejos, también tiene intereses en el sector del automóvil, a través de New Energy Auto, que prevé fabricar un millón de vehículos anuales antes de 2025; en el sector de los medios, a través de la compañía de streaming Hengten Network; en el sector de las tecnologías, por medio de FCB; en el de los parques temáticos, a través de Fairyland; en el de la salud y servicios para la gente mayor, con Evergrande Health; en el de las bebidas y alimentos (agua, aceite, nutrición, etc.), mediante la firma Spring; y un puñado más de negocios, entre los cuales se incluye el club de fútbol que hemos mencionado antes.
A fecha de hoy, y a expensas de cómo evolucione la crisis que parece inminente, el máximo accionista del conglomerado es el cantonés Hui Ka Yan (Xu Jiayin, en chino), fundador de la empresa, con un dominio acaparador sobre el resto de accionistas, dado que controla el 70% del capital. Por detrás de otros accionistas chinos -que en ningún caso llegan al 7% del capital- encontramos los sospechosos habituales: los fondos de inversión Vanguard, BlackRock, el soberano de Noruega, etc. Algunos de estos inversores están doblemente expuestos a la crisis de la empresa, dado que son accionistas relevantes y, además, tenedores de grandes cantidades de deuda.
Hace falta suponer que durante las próximas semanas los medios económicos de medio mundo seguirán aportando nuevos datos a la crisis y que no tarde en producirse el desenlace, en un sentido u otro. Habrá que estar atentos.