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El éxito no es solitario: romper el mito de la empresa heroica

En un mundo global y complejo, las empresas catalanas deben apostar por ecosistemas colaborativos para ser relevantes y sostenibles

    La junta de CataloniaBio & HealthTech | EP
    La junta de CataloniaBio & HealthTech | EP
    Jordi Marin | VIA Empresa
    Experto en transformación digital e innovación
    Barcelona
    27 de Abril de 2025

    Vivimos tiempos de incertidumbre, inmersos en una disrupción tecnológica constante, impactados por los cambios geopolíticos y la emergencia climática, que a su vez generan nuevas demandas sociales. Todo ello está redefiniendo cómo compiten las empresas y cómo se transforman los territorios —tal como ya analizamos en un artículo anterior. Ante este escenario, hay una idea clave que debería guiar cualquier estrategia —sea de gobierno, de país o empresarial—: ninguna organización puede avanzar sola. Necesitamos tejer redes, colaborar y construir ecosistemas capaces de afrontar los grandes retos actuales y competir con garantías.

     

    Catalunya dispone de un tejido empresarial rico y diverso, con un peso muy destacado de las pymes, que vertebran territorio, talento e innovación. Pero, a su vez, son estructuras con limitaciones evidentes a la hora de escalar, acceder a nuevos mercados o integrar tecnologías disruptivas. Es aquí donde entra en juego una de las palancas más poderosas —y, paradójicamente, más infrautilizadas— de nuestro entorno: la colaboración. Entre empresas, entre sectores y, especialmente, entre el sector público y el privado. En un mundo donde la competencia es global y las cadenas de valor cada vez más complejas, colaborar no es una cuestión de generosidad, sino de inteligencia estratégica.

    El clúster CataloniaBio & HealthTech, con más de 200 empresas, ha demostrado cómo la cooperación puede convertir un sector fragmentado en un hub internacional de referencia. Lo mismo sucede con el clúster Modacc, que ha ayudado a pequeñas empresas de moda catalana a internacionalizarse a través de misiones comerciales compartidas y servicios comunes. Y esto no es sólo retórica: según un informe de Acció, las empresas que participan activamente en clústeres tienen un crecimiento medio de facturación un 15% superior a aquellas que operan de forma individual.

     

    Ninguna organización puede avanzar sola. Necesitamos tejer redes, colaborar y construir ecosistemas capaces de afrontar los grandes retos actuales y competir con garantías

    Estas iniciativas no sólo aportan volumen y visibilidad, sino también capacidad de innovación, acceso a nuevos recursos y una mirada colectiva que permite identificar oportunidades inalcanzables de manera individual.

    Por otra parte, la colaboración público-privada debería ser la norma, no la excepción. Pero demasiado a menudo, todavía se vive con recelo en nuestro país, como si el sector público y el privado fueran ámbitos antagónicos. Nada más lejos de la realidad.

    El proyecto del Barcelona Supercomputing Center, con el MareNostrum5, es un ejemplo paradigmático de cómo la colaboración institucional, académica y empresarial, con vocación internacional y apuesta científica, puede situarnos en el mapa global de la computación avanzada y la inteligencia artificial.

    El Barcelona Supercomputing Center (BSC) es un centro de excelencia en computación de alto rendimiento (HPC) | Cedida
    El Barcelona Supercomputing Center (BSC) es un centro de excelencia en computación de alto rendimiento (HPC) | Cedida

    También hay experiencias inspiradoras a escala local, como las áreas de innovación urbana de Barcelona —como el proyecto de Ca l’Alier— que reúnen ayuntamiento, empresas, universidades y ciudadanía para repensar el modelo de ciudad con soluciones basadas en datos, sostenibilidad y tecnología aplicada.

    Las empresas que participan activamente en clústeres tienen un crecimiento medio de facturación un 15% superior a aquellas que operan de forma individual

    Según datos de Acció, el 52% de las pymes catalanas tienen dificultades para innovar por falta de recursos, colaboradores o alianzas. Y según el Barcelona & Catalonia Startup Hub, más del 65% de las startups que han crecido exponencialmente mantienen vínculos fuertes con universidades o grandes empresas. Y aún más relevante: el 70% de las innovaciones disruptivas en Europa en los últimos 10 años han surgido de colaboraciones entre empresas, gobiernos e instituciones académicas (según el European Innovation Scoreboard).

    La lección es clara: no innovaremos sólo invirtiendo más dinero, sino tejiendo más alianzas. No hay que esperar a tenerlo todo, sino saber con quién conectar y cómo crear redes, espacios de colaboración y ecosistemas vivos.

    Colaborar es multiplicar. Los datos y los ejemplos lo demuestran. Pero hace falta voluntad, confianza y una visión compartida. Catalunya tiene la capacidad, el talento y los activos para convertirse en un referente en colaboración e innovación sistémica. Pero para hacerlo, hay que apostar por espacios de conexión real, proyectos con impacto compartido y una gobernanza colaborativa que supere las lógicas de compartimentos estancos.

    Catalunya tiene la capacidad, el talento y los activos para convertirse en un referente en colaboración e innovación sistémica

    Colaborar no es una estrategia puntual. Es una condición estructural para ser competitivos hoy y mañana. Y este es un reto que nos interpela a todos: empresas, administración, instituciones del conocimiento y sociedad.