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Ferrer, de un puesto de pescado en el mercado de Vic en 1924 a líderes catalanes

Julià Ferrer y Manela Farga compraban el pescado en Barcelona en los años 20 del siglo pasado y lo transportaban en tren hasta Vic para venderlo en el mercado

Mònica y Juli Ferrer, cuarta generación de Frigorífics Ferrer | Cedida
Mònica y Juli Ferrer, cuarta generación de Frigorífics Ferrer | Cedida
Bernat Bella
Periodista
13 de Enero de 2025
Act. 13 de Enero de 2025

De vender pescado fresco en un puesto en el mercado de Vic en 1924 a líderes en venta y distribución de pescado fresco y congelado para la hostelería y la restauración con 150 millones de euros de facturación en 2024. Es la historia resumida de Frigorífics Ferrer, una empresa familiar que se ha convertido en un referente del producto del mar a lo largo de su siglo de vida con el servicio, la calidad y la ambición como pilares.

 

"Hay un valor troncal que se ha mantenido: trabajar mucho por el negocio, estar siempre. Como nos lo han explicado en casa, tenemos que estar ahí", explican Juli Ferrer, CEO, y Mònica Ferrer, directora de Marketing, cuarta generación de Frigorífics Ferrer.  

El pescado, en tren desde Barcelona

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Transporte en carruajes del pescado hasta el mercado de Vic | Cedida

La historia se remonta a los años 20 del siglo pasado. Julià Ferrer y Manela Farga tomaron el relevo de una pescadería en Vic y dieron un impulso al negocio. Compraban el pescado en Barcelona y llegaba a la capital de Osona en tren. Desde la estación hasta el mercado lo llevaban en carruajes.

"En los años 20 no había congeladores ni neveras y era un gran reto para nuestro bisabuelo", rememoran. Rápidamente, se convirtieron en referentes, ya que no era habitual disponer de pescado fresco cada día en una tierra tan alejada del mar: "El comercio de pescado fresco en Vic no era nada fácil".

Pocos años después de abrir, se expandieron a mercados semanales y abrieron una tienda en el centro del pueblo, Ca la Manela, que se mantuvo durante siete décadas.

Ferrer: "Fue visionario al invertir en producto congelado"

Fue en los años 50, con la segunda generación al mando, cuando el negocio dio un salto adelante. Fèlix Ferrer abrió un pequeño almacén de congelados y de hielo, que le permitía almacenar producto y distribuirlo por la comarca: "Fueron pioneros en generar una red de distribución en Osona". 

 

Se pusieron en circulación los primeros coches y se comenzó a abastecer restaurantes y otros negocios creando pequeñas rutas comarcales: "El negocio creció mucho, no había mucha competencia". Además, también pusieron en marcha una fábrica de generación de bloques de hielo.

Así es como el mundo del congelado entró en Ferrer: "Fue visionario al invertir en producto congelado y abrió las puertas del Ferrer actual".

La ambición por el crecimiento

La empresa no para de crecer, con inversiones para abrir nuevos almacenes y ampliando la red de distribución. "Apuestas valientes" que han permitido la expansión de Ferrer y que la cuarta generación reivindica como el ADN de la compañía: "Ha sido el eje central de la familia para crecer. Siempre pensando en cómo hacerlo mejor e invertir más, todas las generaciones. No conformarnos. Sin esto, no habríamos llegado a donde estamos". 

Uno de los momentos importantes para Ferrer llegó en los años 80, cuando Frigo eligió a la empresa catalana como distribuidora exclusiva en Osona y Ripollès. La clave era la red de distribución que tenía Ferrer. Hoy en día, siguen siendo uno de los principales concesionarios de la marca de helados. 

Ferrer: "Nos consideramos pescateros"

La ambición y la inversión constante han permitido a Ferrer continuar su crecimiento y consolidarse en el liderazgo del pescado fresco y congelado en Catalunya, en los ámbitos de restauración y grandes superficies, donde también están presentes con su propia marca. Si en los años 20 el producto llegaba en tren de Barcelona, ahora van a lonjas de todo el mundo a buscar el producto.

Y destaca la apuesta por su calidad: "Hemos apostado por volver a los orígenes, en la compra, para asegurarnos en la compra y la calidad, somos referentes". "Tenemos el pescado y los productos del mar en l’ADN desde hace muchos años, nos da una fiabilidad y una confianza de saber lo que hacemos. Somos especialistas en pescado", añaden.

Hoy en día, el catálogo de Ferrer también cuenta con otros productos de alimentación congelados, aunque el producto del mar representa dos tercios de las ventas. "Nos consideramos pescateros", reiteran.

La fuerza de la marca

Una apuesta que ha mantenido siempre Ferrer ha sido la marca. A diferencia de otros distribuidores, la empresa ha estado presente en las grandes superficies con su marca propia. "Viene mucho de los inicios, de tener una fábrica donde elaborábamos, transportábamos y envasábamos. Solo lo hacíamos nosotros y teníamos más valor", reivindica. Para poner en valor este trabajo, apostaban por su marca propia para diferenciar su producto.

"Nuestra marca nos ha ayudado a explicar nuestra manera de hacer, la calidad del producto. A través de Ferrer, explicamos cómo nos gusta hacer las cosas. Nos da estabilidad e independencia", añade. 

Todo esto ha consolidado el crecimiento de Ferrer, que también se ha expandido ahora por Valencia y Madrid. De hecho, ahora tienen un "plan de crecimiento agresivo" para aumentar su presencia en estos territorios, como ya lo hicieron en Cataluña, con una flota de distribución de más de 150 vehículos. 

La clave del éxito

La Mònica y Juli reivindican que siempre han ido un paso por delante y han hecho apuestas cruciales. Como ocurrió con los congelados en los años 50, también fueron pioneros en trazabilidad, nuevas tecnologías o sellos de calidad que los han diferenciado del resto y les ha permitido servir a grandes grupos.

El futuro lo tienen claro: más inversión para crecer más. Pero con el reto de encontrar el equilibrio entre una empresa familiar y una gran empresa: "Una empresa pequeña siempre puede ser más próxima. Pero nosotros apostamos por el talento humano en nuestro equipo y que esté en contacto directo con el cliente". 

Todo esto para continuar expandiendo Ferrer, que en los últimos diez años ha pasado de 60 a 150 millones de facturación. Pero con la filosofía clara que les otorga los cien años de historia: "Continuamos siendo pescateros".