Si en el primer artículo de Barcelona Capital nos referíamos a la Barcelona New Economy Week (Bnew) como un proyecto de ciudad, un acontecimiento que organiza conferencias en espacios emblemáticos en pro de la recuperación económica, en este segundo hablamos de una de las principales instituciones de Barcelona, con una larga trayectoria histórica y referente en Europa. La Fira de Barcelona es un motor económico de la ciudad, una herramienta para dinamizar los sectores considerados estratégicos y que hay que impulsar para que generen un entorno económico favorable a medio y largo plazo.
Los salones que organiza la Fira están pensados para generar oportunidades de mercado y nueva economía. "Detrás de cada uno de ellos hay una razón estratégica de largo recorrido, una voluntad de transformar o impulsar un sector para que sea puntero en nuestro país". Lo explica Pau Relat, presidente del consejo de administración de la Fira desde diciembre de 2018. Esta es su principal misión.
En un contexto de normalidad, la Fira genera un impacto económico de 5.000 millones de euros anuales y 35.000 puestos de trabajo directos e indirectos
La trayectoria de Relat va ligada al mundo de la empresa, es un presidente con un alto conocimiento del mundo institucional y del tejido empresarial catalán. Fue también presidente de la fundación Femcat. Él, y todo el equipo al que representa, trabajan intensamente este nuevo curso para recuperarse del fuerte golpe que les ha causado la pandemia. Están decididos a dar un fuerte impulso a la Fira para que también se beneficie la ciudad.
Impacto económico de presente y futuro
Barcelona es una ciudad preparada para acoger grandes congresos, por su capacidad y buena oferta en el sector de la hostelería. A pesar de todo, el objetivo de la Fira no es únicamente llenar hoteles o restaurantes. Su director general, Constantí Serrallonga, lo deja muy claro: "Llenar plazas hoteleras tiene un impacto inducido porque crea actividad económica".
Según un estudio elaborado por la Universitat de Barcelona, la Fira, en un contexto de normalidad, genera un impacto económico de 5.000 millones de euros anuales y 35.000 puestos de trabajo directos e indirectos. "Un auténtico motor económico que queremos que revierta en la ciudadanía, genere impacto social y orgullo de ciudad", recalca Serrallonga, persona que conoce muy bien la ciudad por su trayectoria, especialmente en el mundo público. Fue el gerente municipal del Ayuntamiento de Barcelona durante el mandato de Xavier Trias (2011-2014), consejero delegado de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) en la época del alcalde Clos, así como director-gerente del Hospital General de Manresa, entre otras responsabilidades.
La Fira es un agente dinamizador de la economía, al servicio del poder económico de la ciudad y de su proyección internacional. Por eso, su principal objetivo es detectar los sectores estratégicos clave y posicionarlos en el mercado ferial para que generen una demanda lo suficientemente sólida.
La marca Barcelona
Los expertos calculan que en 2050, el 75% de la población mundial vivirá en grandes metrópolis, grandes regiones metropolitanas interconectadas, donde será clave gestionar una movilidad sostenible de emisiones cero, construyendo barrios autosuficientes y con una mixtura de usos. Los recintos feriales también tendrán que tener su papel. Según sus responsables, se pronostica un 2023 absolutamente normal, año en el que el dinamismo de la Fira se recuperará al 100%.
Barcelona es una ciudad con una larga tradición ferial. En 1888, se construye el primer recinto ferial en el parque de la Ciutadella con motivo de la Exposición Universal. En aquella época ya se recibieron un total de 400.000 visitantes procedentes de todo el mundo. Fue la primera de las dos exposiciones universales que se celebraron en la ciudad. Con la segunda, la de 1929, la Fira se traslada a las nuevas instalaciones de Montjuïc. Es en 1932 cuando se constituye oficialmente la sociedad Fira Internacional de Barcelona, declarada de utilidad pública.
En 2029, la Fira celebrará su centenario y no quiere que pase en vano. No es extraño pensar que en un futuro le gustaría organizar una nueva exposición universal, adaptada a los nuevos tiempos, con criterios de sostenibilidad y de innovación.
El Barça, los grandes acontecimientos en la ciudad, el buen clima, la buena gastronomía y un liderazgo público alineado con los intereses de la sociedad civil hacían el cóctel perfecto para atraer a nuevos congresos y oportunidades
La ciudad tiene un activo muy potente que hay que aprovechar y valorar más. Josep Lluís Bonet, presidente del consejo de la Fira durante un largo periodo, desde 2004 y hasta 2018, consideraba los salones "piezas clave" para que las pymes, el principal tejido económico del país, lograran su salida al mercado internacional. La institución es también una buena palanca para la internacionalización de nuestras empresas gracias a la buena reputación que todavía mantiene la marca Barcelona.
Años atrás, desde el sector público, se apostaba fuerte por la internacionalización. El alcalde Maragall puso a Barcelona en el mundo gracias a la organización de los Juegos; esta sensibilidad internacional se mantuvo tanto con los alcaldes Clos, Hereu y Trias. Eran años de gran éxito de la marca Barcelona. El Barça, los grandes acontecimientos en la ciudad, el buen clima, la buena gastronomía y un liderazgo público alineado con los intereses de la sociedad civil hacían el cóctel perfecto para atraer nuevos congresos y oportunidades.
Una gobernanza público-privada
La Fira ha sido siempre un agente de consenso y de colaboración público-privada entre instituciones y empresas. El consejo de administración está formado por empresarios, con un primer ejecutivo como director general. Este es un modelo de éxito y de gestión privada bajo un paraguas público. Un modelo que ya se contrastó durante la organización de los Juegos Olímpicos del 92 y que también se ha replicado en otros agentes económicos, como por ejemplo Turisme de Barcelona.
En el año 2000, la Generalitat de Catalunya se incorpora a los órganos de gobierno con el Ayuntamiento de Barcelona y la Cambra de Comerç de Barcelona. El consejo general lo preside la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y también están presentes, con dos vicepresidencias, la Generalitat y la Cambra. El consejo de administración lo forman empresarios y empresarias como Mar Alarcón, Luis Conde, Agustín Cordón, Pedro Fontana, Helena Guardans, Miquel Martí y Manel Vallet.
Las ferias estratégicas
Cuando todo el mundo piensa en congresos o salones, a todos nos viene a la cabeza el Mobile World Congress. Un gran congreso que ha supuesto una cuarta parte de los ingresos que se generan con la organización de ferias, la joya de la corona de la Barcelona capital mundial del móvil. Afortunadamente, sin embargo, la Fira, como nuestra economía catalana, diversifica y no lo fía todo a unos cuantos congresos.
Hoy presenta un extensa oferta para dar respuesta a los sectores más estratégicos e innovadores, como el Integrated Systems Europe (ISE), el Smart City Expo o el propio Mobile; los más tradicionales y con peso importante en nuestra economía, Alimentaria, Hostelco; los industriales con Hispack, Expoquimia o Equiplast; y, finalmente, ferias orientadas al gran público como los salones del automóvil, el Caravaning, el Saló Nàutic, o los salones del Ensenyament para jóvenes y el de la Infància para los más pequeños.
Un listado de congresos, algunos considerados emblemáticos, que ya forman parte de la historia ferial de la ciudad. La oferta de salones, además, abarca todas las edades, generando un vínculo emocional del visitante con la misma Fira desde muy pequeños.
"Tenemos que interactuar más con la ciudad", asegura Serrallonga cuando piensa en el concepto "fuera feria" que se aplica en ciudades como Milà
Y es que su recinto ferial, con la avenida Maria Cristina y el recinto Gran Via Fira 2, a caballo entre Barcelona y l'Hospitalet de Llobregat, es uno de los espacios más grandes y modernos de Europa, donde se conectan hasta ocho pabellones. Un ágora bien conectada con el centro de la ciudad, con el puerto y el aeropuerto, equipada con las máximas prestaciones y con una buena infraestructura hotelera en l'Hospitalet.
La oferta es inmejorable. Tanto es así que este recinto quiere seguir creciendo con la construcción de un edificio de dos plantas de 60.000 metros cuadrados, pensados para consolidar la Fira como primer recinto de referencia en Europa. La avenida Maria Cristina no resta exenta de ello, con el MNAC, las cuatro columnas y las fuentes de Montjuïc presidiendo todo el espacio ferial, se quiere convertir en un área de cultura y deporte central en Barcelona.
El "fuera feria"
Con todo esto, la Fira quiere seguir innovando en su modelo de ferias, en cómo la ciudadanía puede sentirse más implicada en los congresos. "Tenemos que interactuar más con la ciudad", asegura Serrallonga cuando piensa en el concepto "fuera feria"parecido al que aplican otras ciudades como Milán, con la organización de la Feria del Mueble en la que participan espacios concretos.
Para hacerlo posible, hace falta la implicación y la colaboración de las administraciones locales, de los agentes económicos y sociales. Es un modelo que habrá que explorar a fondo, especialmente en salones que pueden proyectar los activos que tenemos en sectores clave de nuestra economía, como Alimentaria o Automobile.
Avenidas, calles o espacios emblemáticos de Barcelona pueden exponer coches, organizar catas gastronómicas o celebrar conferencias, como ya inició la fundación Mobile World Capital con la Barcelona Mobile Week,con conferencias y charlas en diferentes barrios. El "fuera feria" también acontece una manera de generar responsabilidad social con Barcelona y su región metropolitana.
En definitiva, la Fira, más que un recinto ferial, es un agente clave para que la economía de nuestro país funcione, una ventana al mundo tanto para proyectar nuestro talento como para atraer nuevos sectores de futuro. Cuando debatimos que ahora es el momento de repensar la ciudad, fijémonos en la misión de esta institución, los sectores que toca y su modelo de gobernanza. Posiblemente, la Fira tiene la respuesta al modelo de progreso económico y social que tendría que tener la Barcelona del futuro.