A día de hoy, el fútbol se ha convertido en uno de los mayores negocios del mundo capitalista en el que, la mayoría de las veces, priman los intereses económicos. Los clubes se comportan como empresas y tienen que generar ingresos millonarios para afrontar sus desmesurados gastos, y que su sistema financiero no colapse. Buena prueba de ello es el fútbol inglés, donde los equipos modestos, sobretodo en la Premier League (su primera división), parecen ser una excepción.
Pese a ello, el fútbol británico sigue convervando cierto romanticismo. Como cuenta Andy Mitten, el aficionado inglés tiene un importante sentido de pertenencia. Mientras la gente de Manchester crece animando a uno de los dos gigantes de la ciudad, los residentes en el pequeño pueblo de Cheltenham no saben otra cosa que no sea apoyar al Cheltenham Town FC. De ese sentimiento, nace el protagonista de la historia de hoy, el Forest Green Rovers. No está cerca ni de tener los títulos, ni el número de aficionados y, por supuesto, tampoco los ídolos de grandes equipos. Sin embargo, si tiene una peculiar historia que, a día de hoy, debería ser ejemplo para muchos.
Situémonos
Al oeste de Inglaterra, cerca de la frontera con Gales, encontramos la ciudad de Nailsworth, perteneciente al condado de Gloucestershire. Con una población inferior a los 6.000 habitantes, y donde el rugby es una religión, la urbe británica puede alardear de tener el equipo de fútbol más verde del planeta, el Forest Green Rovers FC.
Vince: “El fútbol necesita reverdecerse, pero ni más ni menos que cualquier otro deporte o industria”
Este equipo inglés nació en 1880, de la mano de E.J.H Peach, quien bautizó a la institución bajo el nombre que hoy todos conocemos. Después de naufragar durante más de cien años entre todas las categorías del fútbol amateur inglés, en agosto de 2010, el entonces presidente de la institución, Trevor Horsley, reveló que el club se encontraba en una gran crisis financiera y que no podía hacerse cargo de las deudas.
Fue entonces cuando apareció Dale Vince, un multimillonario amante de la naturaleza y fundador de Ecotricity, una exitosa sociedad de electricidad que abastece a más de 150.000 clientes en el Reino Unido mediante aerogeneradores y emplea a más de 300 personas, para no solo llevar a cabo una gran inyección económica, sino para cambiar, también, la filosofía del club de manera radical. “El fútbol necesita reverdecerse, pero ni más ni menos que cualquier otro deporte o industria”, decía Vince
El progreso
Los cambios iban sucediendose paulatinamente, pero no por ello dejaban de sorprender. En 2011, Vince decretó que estaba totalmente prohibida la venta de carnes rojas en el club por razones de salud y de ética. Lo que hizo que el club saliera en todas los medios y portadas nacionales.
“A medida que hacíamos cambios en FGR les explicamos a nuestros fans qué estábamos haciendo y por qué. No solo los toleran, están justo detrás de nosotros volviéndose ecológicos”, cuenta el multimillonario propietario.
Cómo podéis imaginar, ahí no quedó la cosa. El 30 de octubre de 2015, la institución se proclamó como el primer club 100% vegano, lo cual llevó a la decisión de sustituir las hamburguesas de carne que se vendían en el estadio por equivalentes de origen vegetal. Aunque esto provocó un cierto enfado en una parte de los aficionados, Vince explica que el disgusto duró poco: "Vinieron, lo probaron y les encantó. Por ese entonces, nuestra asistencia se cuadriplicó y nuestras ventas de alimentos se multiplicaron por cinco”.
Su estadio, The Fully Charged New Lawn, cuenta con paneles solares que le suministran un porcentaje de la iluminación (ayudando al club a generar el 10% de la electricidad necesaria que consume el estadio) y los programas de los partidos son impresos en papel reciclado, además, la pintura de las butacas se elabora sin químicos contaminantes y desde hace poco utilizan un autobús eléctrico para trasladarse a los partidos. Por si todo esto pareciera poco, Vince creó una asociación de desarrollo sostenible en el futbol.
Un año después, en 2016, se aprobó la joya de la corona: un nuevo estadio que sustituya al actual. Éste estará construido en casi su totalidad por madera, y contará con innovaciones ecológicas que lo hagan 100% autosustentable. Será el centro de EcoPark, una zona verde donde florecerán cerca de 500 árboles. También tendrá capacidad para 5.000 personas, aunque fácilmente ampliable al doble en función de las necesidades deportivas.
El ambicioso plan diseñado por la arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid cuenta con una capacidad para 5.000 espectadores y será la pieza central de un parque empresarial de tecnología verde de 40 hectáreas. Tiene un valor aproximado de 110 millones de euros y, por ende, será financiado por Ecotricity, la empresa de su presidente Dale Vince.
A su vez, cabe destacar que cuando los Diablos Verdes (ese es su apodo) no utilicen el recinto, éste se podrá adaptar para otros usos públicos. Además, desde ZHA aseguran que, en caso de necesitarlo en un futuro, solo harían falta un par de pequeñas obras para ampliar el aforo hasta 10.000 espectadores sin necesidad alguna de demoler lo ya construido ni talar alguno de los quinientos árboles que se plantarán a su alrededor ni los casi dos kilómetros de setos.
En este sentido, el estadio puede presumir de una cisterna que acumula agua de lluvia para asegurar una parte del riego de un césped íntegramente ecológico, que es alimentado por energía solar, y para el cual los jardineros no utilizan ningún tipo de pesticidas y/o materiales ajenos al pasto. Además, el campo se mantiene en condiciones perfectas gracias al Mow-bot, una podadora eléctrica dirigida por GPS.
Más allá del terreno de juego
Asimismo, el Forest también les ofrece a sus hinchas la posibilidad de recargar sus vehículos eléctricos en las afueras del The New Lawn. Lo más llamativo es que el club compensa a los fanáticos que viajan a los partidos en medios de transporte eléctricos bajando de forma considerable los precios en las entradas.
Pero esto no es todo. Uno de sus últimos cambios fue la indumentaria deportiva que utilizan los jugadores dentro de la cancha, ya que al ser un club vegano no puede usar ningún tipo de lienzo de origen animal. Si se adoptó la tela de bambú en 2019 para su camiseta, esta temporada decidió lanzar una hecha de un tejido a base de residuos de café molido y botellas de agua recicladas con el fin de generar cada vez menos impacto negativo en el planeta.
Vince: “Ser ecológico como club de fútbol es fácil. Lo hemos demostrado”
Tampoco podía faltar el papel femenino en un club con tintes tan progresistas. Hannah Dingley se convirtió a principio de temporada en la primera mujer al mando de una academia en el fútbol inglés. Con 35 años, licencia UEFA como entrenadora y experiencia en Leicester o Notingham Forest, coordina todas las categorías inferiores del club, trabaja codo con codo con el entrenador y con la dirección deportiva y está al mando del desarrollo de una sección femenina que el club espera tener más pronto que tarde.
El gran trabajo fue dando sus frutos y el efecto ecológico (y mediático) fue inmediato. El club pasó de desconocido a convertirse en una institución pionera en el sector que atraía a miles de fans nuevos sin importar su geografía. Así, se convirtió en uno de los 92 clubes profesionales de Inglaterra y hoy ya mira a la segunda división inglesa. Los más atrevidos, incluso, sueñan con codearse pronto que los mejores.
Medidas reconocidas globalmente
Su cambio estructural fue reconocido por grandes organismos no gubernamentales. En 2015 se convierte en la primera entidad completamente vegana y es, para la FIFA, el club más ecológico del mundo. En 2018 se convirtió en el primer club del mundo libre de emisiones de gases de efecto invernadero, lo que le valió para ser el ganador del ‘Green Heart Hero’ Sustainability in Sport Award por delante del Manchester City y Lords Cricket Ground.
Com explica Vince, la huella de carbono residual es pequeña y la compensan utilizando un esquema certificado por la ONU, organización que les premió con el Momentum for Change, galardón que reconoce las acciones contra el cambio climático.
Peculiar, único y sencillo. Forest Green Rovers. El último reducto del fútbol romántico. Un proyecto viable por el interés del propietario patrocinador, que explica que “cuando empezamos este viaje nos dijeron que los temas medioambientales no tenían cabida en el fútbol y que los aficionados no estarían interesados. Hemos demostrado que esto no es así”. “Ser ecológico como club de fútbol es fácil. Lo hemos demostrado”, añade. ¿Por qué no exigir, pues, al club de nuestra alma que sea sostenible?