La historia del GrupoCarinsa tiene sus orígenes en el IQS de Barcelona. Antoni Martínez era el secretario de la universidad y su hijo, Alberto Martínez, acabó estudiando ingeniería química. Estos conocimientos fueron fundamentales para acabar fundando el 1993 una empresa dedicada al mundo de los olores a través de la fabricación de aromas y fragancias por la alimentación, la cosmética y los detergentes.
30 años después, Carinsa factura más de 50 millones de euros, tiene presencia en unos sesenta países y sus aromas hechos en Sant Quirze del Vallès se encuentran en productos de todo el mundo. "Sabemos hacer aromas, gustos, fragancias, olores... En definitiva, emociones", resumen. Hoy, podemos encontrar su fragancia desde un yogur de fresa hasta un detergente para la ropa. Pero han ido mucho más allá.
Del fracaso al éxito
"Mi padre siempre fue muy emprendedor y tenía claro que quería ser empresario. Era un técnico con visión empresarial. Y lo consiguió a los 40 años", explica Vanesa Martínez, que junto con su hermana Denia asumieron la gestión de Carinsa cuando su padre murió de forma repentina el 2005. El 1993, la empresa donde trabajaba Alberto Martínez entró en concurso de acreedores y se le plantearon dos escenarios: fichar por otra compañía del sector o "lanzarse a la aventura empresarial".
"Con su mujer, Isabel Chamorro, deciden hipotecar el piso y lanzarse a la aventura. Era su sueño y su proyecto", recuerda Vanesa. Así nace Creaciones Aromáticas Industriales: "Tenía muy claro de que iba el sector y vio que había un nicho muy claro". Aquel nicho era trabajar con los líderes locales de cada país de ámbitos cómo la alimentación, la cosmética o la detergencia.
Haciendo frente a las multinacionales
Cuando esta presentó concurso de acreedor, el 1993, decidió con su mujer, Isabel Chamorro (1953), hipotecar la casa y tirarse al mundo empresarial. De este modo, el 27 de octubre de 1993, Alberto Martínez funda Creaciones Aromáticas Industriales CARINSA, acompañado por un pequeño grupo de socios. La estrategia empresarial fue hacer aromas por alimentación animal y humana y fragancias por cosmética y detergència a los líderes locales de cada sector. La agilidad del servicio de Carinsa lo hizo pasar por ante multinacionales.
Esta apuesta les permitió con solo un año de vida tener ventas internacionales. "Entonces, el sector estaba dominado por multinacionales. Y nosotros teníamos mucha más agilidad, en dos o tres semanas podíamos hacer un producto a la medida de cada cliente", explica Denia.
La tecnología y la innovación como bandera
"Somos una empresa tecnológica", sentencia Vanesa Martínez, que recalca que disponen de más de una veintena de patentes. Un chicle que evita que quién lo mastica transmita un virus, un chicle que cambia de sabor o una gominola saciante son solo tres ejemplos.
Una filosofía que se une con la voluntad de trabajar conjuntamente con los clientes para conseguir los mejores productos. Carinsa va mucho más allá de los aromas. "Si trabajábamos con una empresa de chicles, teníamos claro que teníamos que hacer el mejor chicle", enfatiza Vanesa. Lo mismo con los yogures, la mortadela o cualquiera otro alimento. "Mi padre no hablaba del aroma de la mortadela, sino de hacer la mejor mortadela, cómo poderla mejorar", añade.
Martínez: "No vendemos producto, sino que hacemos transferencia tecnológica"
Esto era posible gracias a un trabajo abierto con el cliente y un trabajo de innovación constante en la empresa, que les ha valido reconocimientos internacionales. "Siempre pensamos qué podemos aportar de valor añadido en cada sector y cómo ayudamos a hacer nuestro cliente más competitivo. Ponemos el consumidor de nuestro cliente en el centro", recalca Denia. La vocación es clara: "No vendemos producto, sino que hacemos transferencia tecnológica".
De la comida al perfume
A pesar de que la industria alimentaria fue la primera donde entraron, actualmente Carinsa comprende un abanico anchísimo y se centra en el desarrollo, producción y comercialización de aromas, ingredientes funcionales y aditivos para alimentación humana y animal, y fragancias para la industria de la detergencia y perfumería, y productos de cosmética y ambientación. Desde un embutido a un ambientador pueden tener su sello.
Incluso el grupo cuenta con la empresa Paymsa, especializada en preparados tecnológicos para la industria cárnica y platos preparados y precocinados. Todo ello convierte el Grupo Carinsa en la única empresa de todo el mundo que aborde todos estos ámbitos de los aromas.
Martínez: "Somos muchas pequeñas Carinsas"
Pero cómo es posible ser tan innovador en sectores tan diferentes? De entrada, teniendo los mejores profesionales de cada ámbito y aromistas reconocidos. Por ejemplo, si trabajan en un chicle, contratan el mejor maestro confitero. Y todo ello con una forma de funcionar cómo si fueran pequeños negocios independientes: "Somos muchas pequeñas Carinsas".
Una de las últimas apuestas, por ejemplo, ha sido el sector vegano y ya trabajan con un experto para elaborar las mejores hamburguesas veganas. "Cada año incorporamos nuevos sectores", apuntan. Además, cuentan con un tipo de planta piloto donde pueden llevar a la práctica sus creaciones y dónde reproducen las industrias con quienes trabajan.
Eliminar los microplàstics
Son muchas las innovaciones que han salido desde los laboratorios de Carinsa en Sant Quirze . Una de las últimas es una encapsulación de productos en el detergente para la ropa que permite eliminar microplásticos del agua. La tecnología baso es la encapsulación, una solución con la cual han sido pioneros y que permite añadir productos con una función en otro producto.
"Hemos creado encapsulaciones de ingredientes por la cosmética, por ejemplo para regenerar el cabello o la piel. Y ahora estamos tramitando una patente de una crema que imita los efectos de bótox", detalla Denia, que insiste: "Ninguno empresa de nuestra competencia lo está haciendo". Carinsa dedica el 20% de su facturación a la innovación.
Mucho más allá de los olores
Otro ejemplo de innovación es un proyecto que llevaron a una empresa de Marruecos dedicada a la bechamel para reducir el consumo energético de la planta. "También lo presentamos a los mayores fabricantes de toda Europa, pero no se interesaron. Cuando subió tanto el coste de la energía, todos les llamaron", apunta Denia. Proyectos que demuestran que Carinsa ha ido mucho más allá de las aromas para convertirse en un socio tecnológico de primer orden. O también ayudan sus clientes a exportar.
Ahora, también trabajan por la creación de nuevas proteínas vegetales más sostenibles, el uso de la tecnología 3D para fabricar alimentos o el estudio de nuevos probiòtics funcionales por la vacunación. O una fragancia de ambientador de coche que ayude a no dormirse y evitar accidentes.
Más de 3.000 ingredientes
Para poder crear aromas para cualquier producto, Carinsa trabaja con más de 3.000 materias primeras, muchas de ellas de origen natural. "No nos aburrimos, tenemos miles de proyectos y cada día pensamos de nuevos", comentan Denia y Vanesa.
Este es el espíritu que ha impulsado Carinsa hasta la cima de las fragancias y los aromas de todo el mundo, convirtiéndose en un grupo tecnológico que día a día reflexiona sobre cómo revolucionar cualquier sector en unos sesenta países de cuatro continentes.