"La campaña de Nadal es muy importante por el mundo del cava, puesto que todavía tiene un consumo muy estacional y, sobre todo, de celebración", explica a VIAempresa Josep Lluís Bonet, presidente de Freixenet . De hecho, difícilmente se puede considerar que llega la Navidad hasta que no descubrimos las burbujas de Freixenet a la televisión, un acontecimiento que tiene lugar este martes. El argumento publicitario iniciado el 1972 y que ya es un emblema inseparable de la marca. "Cuando el 2007 lo quisimos cambiar, la gente no nos dejó", confiesa con orgullo Bonet.
La Navidad, por supuesto, es un momento decisivo del año por Freixenet, pero su presidente advierte que "cuando estás en el proceso de internacionalización, todo el año estás vendiendo más que si sólo te dedicas a esperar aquí la campaña de Nadal". El resultado es un grupo empresarial que factura por encima de los 530 millones de euros y tiene casi 2.000 trabajadores (1.200 en Sant Sadurní d'Anoia). Josep Lluís Bonet, que atiende VIAempresa después de realizar un repaso a la trayectoria de su empresa en una conferencia al Instituto Químico de Sarriá, dice que "somos una multinacional de bolsillo, con 70 empresas a tres continentes, la mayoría filiales comerciales que nos dan presencia en el mundo".
100 años de protagonismo
Este año Freixenet llega a los 100 años de vida y lo hace con una valoración muy positiva por parte de su presidente: "hemos pasado muchas vicisitudes, algunas muy difíciles, pero se han superado y gracias a esto Freixenet es líder en el mundo de su sector". Un liderazgo basado en buena parte gracias a ser "una empresa protagonista de la internacionalización del cava", dice Bonet.
Cien años de una empresa familiar que en la última mitad de siglo ha acelerado su trayectoria hasta vender 175 millones de botellas anuales y convertirse en la tercera empresa mundial de vinos y la primera española en exportación de bebidas. "A Freixenet hacemos cosas mal, pero hemos acertado mucho el modelo", resume Bonet.
Los orígenes
Los abuelos de Josep luciera Bonet, Pedro Ferrer y Dolors Sala, fundaron Freixenet el 1914 siguiendo el impulso otras familias del Penedès un golpe superada la crisis de la fil·loxera. "Mi abuelo era un empresario de raza. Fue el primero que hizo unas cavas utilizando el hierro y montó una red comercial en todo España", recuerda con orgullo el actual presidente de Freixenet. Incluso, cuando se abolió la ley seca en los Estados Unidos, Pedro Ferrer fue a Nueva Jersey a montar una bodega. "Él podía marchar a vender y mi abuela le aguantaba el negocio", explica Bonet.
La Guerra Civil, pero, se interpuso en los designios de la empresa. Pedro Ferrer y su primogénito fueron asesinados el 1936 "para ser empresario e hijo de empresario", lamenta amargamente el actual presidente. Freixenet fue col·lectivitzat hasta que el 1939 la Generalitat devuelve las empresas a sus propietarios. Había llegado el momento que las mujeres de la familia cogieran las riendas.
El crecimiento
Freixenet empezó a ser una marca reconocida, y el 1941 aparecía uno de sus productos insignia: el Carta Nevada. Dolors Sala condujo a buen puerto la idea de su marido de hacer una cosa nueva y exclusiva , con la botella esmerilada.
"Los años de la autarquía fueron muy difíciles hasta que llega la primera transición socioeconómica, que no política", recuerda Bonet. Con la primera apertura económica del régimen franquista, y ya bajo la batuta de Josep Ferrer Sala, hijo pequeño de los fundadores, tío del actual presidente y figura clave de la expansión de la empresa; el objetivo era "salir adelante y abrirse en el mundo el máximo posible". Un proceso que Josep Lluís Bonet vivió desde primera fila. "Mi abuela me hacía ir al despacho por las tardes mientras estudiaba la carrera", recuerda.
La relación de Bonet con su tío era cada vez más fluida, y Josep Ferrer se mostraba receptivo a sus propuestas. "Le proponía cosas tremendas, y se la jugó apostando por el Carta Nevada y situándome como director comercial". El resultado fue "una revolución de la marca-envase, del mecanismo de distribución y de la presencia a los medios de comunicación. Somos al año 1972 y ve la luz la primero burbuja Freixenet. "La hicimos bailar, ponerla con gente significativa de todo el mundo, y se ha hecho un símbolo consolidado socialmente", recuerda Bonet.
Internacionalización, el gran salto
"El año 1973 acompañé el tío a una reunión de xampanyistes , y uno le dijo que nunca exportaríamos ni una botella de cava ", recuerda un Bonet que reconoce que en 60 habían montado un departamento de comercio exterior que "casi era un departamento de contabilidad".
Las expectativas negativas, pero, se demostraron sin fundamento cuando el 1974 Freixenet lanza el Cordón Negro. "Tenía detrás una revolución técnica que hace que ahora el vino español sea lo mejor del mundo: el depósito de acero inoxidable", explica Bonet. A su entender, "la innovación no es sólo de producto y procesos, también tiene que ser de marketing y organización empresarial".
Siguiendo esta línea los Estados Unidos fueron el primero gran éxito de Freixenet . "Vimos que encajábamos en el gap entre el champán francés y los vinos australianos", apunta el actual presidente de la compañía. Y resalta el esfuerzo para cambiar el sistema de distribución hacia una red de 60 distribuidores en todos los Estados Unidos. "Pasamos de cero a 12 millones de botellas en cinco años", sentencia. A este éxito contribuyó cruzar el Atlántico antes de la política de fortalecimiento de la peseta, que perjudicó las empresas que fueron detrás. "Esto atrasó 15 años la internacionalización española", asegura Josep Lluís Bonet.
Una crisis sin efectos por Freixenet
"La crisis ha sido gorda, pero no nos ha afectado tanto como el resto gracias a la internacionalización", explica Bonet. "Si eres en 140 países te afecta menos, y ahora tenemos el 85% de las ventas a la exportación", amplía. Eso sí, por el presidente de Freixenet "la internacionalización tiene que ser de calidad, con marca".
La Navidad, por supuesto, es un momento decisivo del año por Freixenet, pero su presidente advierte que "cuando estás en el proceso de internacionalización, todo el año estás vendiendo más que si sólo te dedicas a esperar aquí la campaña de Nadal". El resultado es un grupo empresarial que factura por encima de los 530 millones de euros y tiene casi 2.000 trabajadores (1.200 en Sant Sadurní d'Anoia). Josep Lluís Bonet, que atiende VIAempresa después de realizar un repaso a la trayectoria de su empresa en una conferencia al Instituto Químico de Sarriá, dice que "somos una multinacional de bolsillo, con 70 empresas a tres continentes, la mayoría filiales comerciales que nos dan presencia en el mundo".
100 años de protagonismo
Este año Freixenet llega a los 100 años de vida y lo hace con una valoración muy positiva por parte de su presidente: "hemos pasado muchas vicisitudes, algunas muy difíciles, pero se han superado y gracias a esto Freixenet es líder en el mundo de su sector". Un liderazgo basado en buena parte gracias a ser "una empresa protagonista de la internacionalización del cava", dice Bonet.
Cien años de una empresa familiar que en la última mitad de siglo ha acelerado su trayectoria hasta vender 175 millones de botellas anuales y convertirse en la tercera empresa mundial de vinos y la primera española en exportación de bebidas. "A Freixenet hacemos cosas mal, pero hemos acertado mucho el modelo", resume Bonet.
Los orígenes
Los abuelos de Josep luciera Bonet, Pedro Ferrer y Dolors Sala, fundaron Freixenet el 1914 siguiendo el impulso otras familias del Penedès un golpe superada la crisis de la fil·loxera. "Mi abuelo era un empresario de raza. Fue el primero que hizo unas cavas utilizando el hierro y montó una red comercial en todo España", recuerda con orgullo el actual presidente de Freixenet. Incluso, cuando se abolió la ley seca en los Estados Unidos, Pedro Ferrer fue a Nueva Jersey a montar una bodega. "Él podía marchar a vender y mi abuela le aguantaba el negocio", explica Bonet.
La Guerra Civil, pero, se interpuso en los designios de la empresa. Pedro Ferrer y su primogénito fueron asesinados el 1936 "para ser empresario e hijo de empresario", lamenta amargamente el actual presidente. Freixenet fue col·lectivitzat hasta que el 1939 la Generalitat devuelve las empresas a sus propietarios. Había llegado el momento que las mujeres de la familia cogieran las riendas.
El crecimiento
Freixenet empezó a ser una marca reconocida, y el 1941 aparecía uno de sus productos insignia: el Carta Nevada. Dolors Sala condujo a buen puerto la idea de su marido de hacer una cosa nueva y exclusiva , con la botella esmerilada.
"Los años de la autarquía fueron muy difíciles hasta que llega la primera transición socioeconómica, que no política", recuerda Bonet. Con la primera apertura económica del régimen franquista, y ya bajo la batuta de Josep Ferrer Sala, hijo pequeño de los fundadores, tío del actual presidente y figura clave de la expansión de la empresa; el objetivo era "salir adelante y abrirse en el mundo el máximo posible". Un proceso que Josep Lluís Bonet vivió desde primera fila. "Mi abuela me hacía ir al despacho por las tardes mientras estudiaba la carrera", recuerda.
La relación de Bonet con su tío era cada vez más fluida, y Josep Ferrer se mostraba receptivo a sus propuestas. "Le proponía cosas tremendas, y se la jugó apostando por el Carta Nevada y situándome como director comercial". El resultado fue "una revolución de la marca-envase, del mecanismo de distribución y de la presencia a los medios de comunicación. Somos al año 1972 y ve la luz la primero burbuja Freixenet. "La hicimos bailar, ponerla con gente significativa de todo el mundo, y se ha hecho un símbolo consolidado socialmente", recuerda Bonet.
Internacionalización, el gran salto
"El año 1973 acompañé el tío a una reunión de xampanyistes , y uno le dijo que nunca exportaríamos ni una botella de cava ", recuerda un Bonet que reconoce que en 60 habían montado un departamento de comercio exterior que "casi era un departamento de contabilidad".
Las expectativas negativas, pero, se demostraron sin fundamento cuando el 1974 Freixenet lanza el Cordón Negro. "Tenía detrás una revolución técnica que hace que ahora el vino español sea lo mejor del mundo: el depósito de acero inoxidable", explica Bonet. A su entender, "la innovación no es sólo de producto y procesos, también tiene que ser de marketing y organización empresarial".
Siguiendo esta línea los Estados Unidos fueron el primero gran éxito de Freixenet . "Vimos que encajábamos en el gap entre el champán francés y los vinos australianos", apunta el actual presidente de la compañía. Y resalta el esfuerzo para cambiar el sistema de distribución hacia una red de 60 distribuidores en todos los Estados Unidos. "Pasamos de cero a 12 millones de botellas en cinco años", sentencia. A este éxito contribuyó cruzar el Atlántico antes de la política de fortalecimiento de la peseta, que perjudicó las empresas que fueron detrás. "Esto atrasó 15 años la internacionalización española", asegura Josep Lluís Bonet.
Una crisis sin efectos por Freixenet
"La crisis ha sido gorda, pero no nos ha afectado tanto como el resto gracias a la internacionalización", explica Bonet. "Si eres en 140 países te afecta menos, y ahora tenemos el 85% de las ventas a la exportación", amplía. Eso sí, por el presidente de Freixenet "la internacionalización tiene que ser de calidad, con marca".
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