Al mediodía de este viernes, todas las miradas estarán puestas en València. En la céntrica calle del Pintor Sorolla, en los números 2-4, donde se erige la sede social de CaixaBank, José Ignacio Gorigolzarri y Gonzalo Gortázar comparecen para explicar los detalles de una fusión que han cerrado oficialmente este jueves del septiembre más incierto en muchos años. El edificio en el que se reunirán los banqueros para explicarse ante "el mercado", como matizaron hace unos días que harían, es la antigua sede del Banco de Valencia, que en abril de 2013 se fusionaba con la entidad catalana para años después, desaparecer.
Aquella fusión por absorción de la entidad financiera más antigua del País Valencià sobrevuela en esta nueva operación de la cual todavía no se sabe, como recuerda Enric Llarch en su nocturno análisis de la noticia, si será ésta la naturaleza del acuerdo cerrado entre las dos entidades financieras. Se presupone que la sede social del nuevo gran banco se mantendrá en València.
Unos metros más allá de donde se espera a Gorigolzarri y Gortázar está la antigua central de Bancaja, en el número 8 de la misma calle dedicada a Sorolla. Ahora es la sede de Bankia S.A., el producto resultante de la llamada "fusión fría" entre Caja Madrid y Bancaja, entre otras entidades. Para los valencianos, Bancaja era la referencia, la caja de ahorros de València, Castelló y Alicante.
Patrocinadora de acontecimientos, deportivos y culturales, firmaba incluso el Carné Joven que todos los valencianos se expedían al llegar a la adolescencia. Ahora la marca, añorada tal vez o ignorada colectivamente, todavía forma parte de la ciudad desde la Fundación Bancaja que, ubicada en el centro de la ciudad, es una de las principales dinamizadoras culturales valencianas con un catálogo de exposiciones siempre destacado. Con todo, esta es ahora una fundación privada independiente con identidad propia y no satélite de ninguna entidad o institución.
La alegría valenciana
De confirmarse el mantenimiento de València como sede del nuevo banco, los empresarios valencianos están contentos, tal como ya había explicado Salvador Navarro, el presidente de la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana (CEV), quien considera "un hito histórico que la primera entidad bancaria de España tenga su sede en nuestro territorio". La alegría valenciana, más allá de la dirección, recae en el hecho de que la operación "elevará sus ratios económicas y contables, lo cual le posibilitará avanzar en solvencia y rentabilidad. A su vez, esto permitirá elevar los grados de eficiencia y valor en los servicios bancarios a empresas y ciudadanos", había señalado Navarro.
Este viernes todo el mundo mirará a València, pero no todos con buenos ojos. La patronal Pimec ya había apuntado hace unos días, en un crítico comunicado contra la futura fusión "y la concentración bancaria que origina", que espera que la futura operación "no malogre todavía más el atractivo de Barcelona como plaza financiera y sede de empresas tractoras".
Por su parte, Joan Canadell, presidente de la Cámara de comercio de Barcelona, ha sido contrario al acuerdo, argumentando entre otras razones, la pérdida de poder catalán, puesto que "será un paso más para concentrar el poder en Madrid y alejarse de los orígenes catalanes por siempre jamás". En su crítica ya deja entrever la poca confianza en una posible valencianización de la nueva entidad y evidencia una sumisión a la capital española. Igualmente, por lo que apuntan las agencias, las sedes operativas del banco resultante seguirán en Madrid pero también en Barcelona.
En esta crítica, Canadell ha aludido al surgimiento de CaixaBank: fundada en crisis por la Cámara de comercio de Barcelona, Fomento del Treball, el Ateneo Barcelonès, el Institut Sant Isidre y la Societat d'Amics del País. Estos últimos, consultados por este medio, han preferido no hacer declaraciones respecto de la fusión, pero no todos los empresarios han querido estar callados.
Cómo ha explicado esta semana la crónica de VIA Empresa sobre la reanudación de los actos en el Círculo Ecuestre de Barcelona, el presidente del Cercle d'Economía, Javier Faus, sí que ha mostrado preferencia por el devanir de la que ya era una fusión (secreta) casi cerrada. El empresario ha asegurado que como catalán prefiere que sea "el banco catalán quién absorba" y no a la inversa. "Tenemos que conseguir que cuando trates con La Caixa no tengas que coger el puente aéreo, entonces sería una operación redonda para este país".
En Barcelona habían aplaudido esta frase, veremos en València qué y cómo se respira a mediodía cuando la palabra fusión vuelva a estallar como una traca en la calle de Sorolla, donde en su momento había oficinas de Caja Madrid -ahora sede de la VIU, la Universidad Internacional de Valencia que compró el Grupo Planeta-; y del BBVA, que se las vendió a la aseguradora FIATC y que estaban ubicadas en el número 1 de la misma calle y dónde pronto también se instalará el coworking First Workplaces. Una calle que parece ya toda una falla a la espera del trueno final.