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El 24 de noviembre, en esta misma sección, explicamos la situación de la histórica empresa de trenes articulados Talgo, que estaba en la diana de un comprador extranjero. En aquel momento, quien había mostrado su interés por la firma española era la compañía húngara Ganz-Mavag Europe Zrt, pero al gobierno estatal no le hizo ninguna gracia que una entidad vinculada al gobierno húngaro, ahora en manos de Viktor Orbán, se quedara con la propiedad de una empresa estratégica como es Talgo. Con este argumento -el del rol estratégico del fabricante de trenes- logró vetar la opa húngara, pero con esto no solucionaban el principal problema, que eran las ganas de vender del fondo Trilantic, máximo accionista de Talgo, a quien la oferta de cinco euros por título de los húngaros les satisfacía plenamente.
Quien ha ganado la batalla ha sido el consorcio vasco formado por la firma Clerbil, las fundaciones bancarias de BBK (Bilbao Bizkaia Kutxa) y Vital (Vitoria), y el fondo de inversión del gobierno vasco Finkatuz
Mientras se construía una oferta de carácter “nacional”, apareció otro pretendiente, como fue el caso del fondo soberano de Polonia, el Polski Fundusz Rozwoju (PFR), es decir, el Fondo de Desarrollo Polaco, dispuestos también a ofrecer cinco euros por título por el 100% de la compañía. Tampoco era el comprador ideal del gobierno español, pero en este caso la puerta se les cerró con mucha más delicadeza porque a los polacos no se les ve como accionistas, sino como clientes potenciales en virtud del ambicioso plan de inversiones en materia ferroviaria que están preparando. En paralelo, también apareció el interés de la compañía india Jupiter Wagons, dispuesta incluso a jugar el rol de accionista minoritario, pero su propuesta quedó en vía muerta.
En todo caso, quien ha ganado la batalla ha sido el consorcio vasco formado por la firma Clerbil, las fundaciones bancarias de BBK (Bilbao Bizkaia Kutxa) y Vital (Vitoria), y el fondo de inversión del gobierno vasco Finkatuz, que han ofrecido un precio máximo de cinco euros (4,85 más variables en función de cumplimiento de objetivos) solo para el paquete del máximo accionista (Trilantic), que es del 30% del capital. La participación de Trilantic hasta ahora iba sindicada con la de las familias Oriol (descendientes del fundador) y Abelló, bajo la firma instrumental Pegaso Transportation International, que atesoraba un 40% del capital. Detrás de la poco conocida Clerbil está José María Jainaga Gómez, ingeniero bilbaíno propietario de Sidenor, un gigante del acero con sede en el País Vasco.
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Poco después de la pandemia, y ante las reiteradas pérdidas de control en el capital de empresas autóctonas, el Instituto Vasco de Finanzas (que depende del gobierno autonómico) tomó la decisión de crear un fondo para revertir esta dinámica. El propósito es tomar participaciones minoritarias en empresas de cierto volumen de facturación (superior a los 100 millones de euros) para ayudar a su arraigo en el territorio. Algunas de las primeras experiencias fueron la láctea Kaiku y el fabricante ferroviario CAF, y ahora es el turno de Talgo. Por su parte, Sidenor se define como una empresa especializada en aceros largos especiales y una de sus plantas productivas está en Catalunya, en concreto en Polinyà (Vallès Occidental). Tiene unas ventas superiores a los 1.000 millones de euros anuales y su propietario es el mencionado José Antonio Jainaga, que entró en la compañía con el cambio de siglo como primer ejecutivo y acabó comprándola cuando el accionista -una empresa brasileña- decidió vender hacia el año 2016. Hoy día Jainaga es un habitual de las listas de millonarios que publican anualmente muchos medios de comunicación, con un patrimonio estimado de unos 545 millones de euros.
Una de las primeras medidas después del cambio de propietarios será el retorno de la sede al País Vasco, después de un tiempo en Madrid
En lo que respecta a la empresa comprada, Talgo, a falta de conocer los datos del cierre del año 2024, ya se puede decir que ha superado el bache de ventas de 2022, cuando quedó muy por debajo de los 500 millones de euros de facturación. En 2023 sus ventas se dispararon hasta los 652 millones, con una cartera de pedidos de ni más ni menos que 4.223 millones de euros, buena parte en España y Alemania. Una de las primeras medidas después del cambio de propietarios será el retorno de la sede al País Vasco, después de un tiempo en Madrid.